
1. "Going for the One" - 5:32
2. "Turn of the Century" - 7:55
3. "Parallels" - 5:58
4. "Wonderous Stories" - 3:50
5. "Awaken" - 15:38
(6. "Montreux's Theme" - 2:33
7. "Amazing Grace" - 2:31
8. "Vevey" - 4:42
9. "Eastern Numbers" - 12:15
temas adicionales)
Parecía que una de las formaciones fundamentales para entender la evolución del rock progresivo y sinfónico de los '70 iba a sumergirse en un pequeño periodo, no de crisis propiamente dicho, sino más bien de reorganización de ideas y conceptos.
El resorte de este hecho es el controvertido y celebrado "RELAYER", que tendría muy buenas cifras de ventas y posiciones en los "charts" y respuestas postivas de la mayoría de los críticos...
Y aunque también encontrase el favor de Steve Howe y Chris Squire no sucedió lo propio con Patrick Moraz y Jon Anderson; tras la gira de promoción se da una desbandada de genios y entran en una etapa de incertidumbre, ya que cada uno decide grabar un álbum en solitario, tomándose un descanso de YES para desenvolverse con los estilos con los que más a gusto se hallan sin ataduras de ningún tipo (el vocalista parece ser uno de los que más agradecen este paréntesis, pues observa que la visión y dirección de su banda madre está marcada por unas reglas muy estrictas, sin posibilidad de experimentar con toda la libertad que desearía).
Para 1976 volverán a reunirse, sin embargo el escalofriante régimen de impuestos del gobierno británico del momento obliga a los muchachos a refugiarse en la lejana Montreux; gesto malicioso el de viajar a las tierras de donde procedía Patrick Moraz para, a poco después de comenzar la creación del nuevo álbum, echarle por "diferencia de opiniones musicales". La presión psicológica empieza a hacerle mella, y su voluntad no es lo suficientemente fuerte para soportar las exigencias del grupo; la mala atmósfera generada se refuerza por los malabares que ha hecho su manager para traer de vuelta a Rick Wakeman con la intención de colaborar en calidad de músico de sesión.
El milagro se produce cuando éste escucha algunas demos en las que han estado trabajando sus antiguos compañeros y queda tan satisfecho que la petición de Squire de unirse a ellos una vez más es aceptada; se inicia de este modo un largo y metódico proceso de gestación y autoanálisis. Es el año 1976 y la música está cambiando, despuntando nuevas tendencias directas y frescas como el funk y el glam y naciendo lo que habrá de llamarse punk, principal guadaña que embestirá contra dinosaurios como los mismos YES; éstos, por su parte, abogan por un cambio en la concepción musical que hasta entonces habían desarrollado.
Se rodean de un equipo diferente de ingenieros y se centran en composiciones que no abarquen extrema complejidad, hallando un punto de equilibrio la esencia clásica de "FRAGILE" y el objetivo de buscar sonidos nuevos, frescos; esta ansiada renovación es tal que presciden de los servicios de Roger Dean para encargar su portada a dos miembros de Hipgnosis, usando como paradigma de ese "look" moderno las imponentes torres del Century Plaza siendo observadas por un hombre desnudo cuyo punto de fuga para unas líneas que vuelan por el escenario resulta ser su propio cuerpo.
Geométrica robusta, directa y futurista lo más alejada de los preciosos paisajes imposibles anteriores; este diseño exterior se halla en perfecta relación con la música del interior, y nada mejor para demostrarlo que ese contagioso "riff" de acordes vacilones el cual abre el disco de manera directa y vigorosa. Desde "TIME AND A WORD" ningún tema de apertura mantenía una duración lógica, y por fin ha sucedido; la "zeppeliana" "steel guitar" de Howe se compenetra con la batería de White creando una atmósfera enérgica, al tiempo que la embellece Wakeman con su polymoog y Anderson la dota de cierta extrañeza (hablando de carreras, deportes, ganadores y perdedores, destreza física y fuerza mística....).
Sin traicionar sus principios ni raíces, YES apuestan por las melodías accesibles y los estribillos adictivos, y este corte, con todos los instrumentos en armonía precipitándose hacia un excitante clímax, ejemplifica ese cambio; siguiendo dicha estela aparece "Parallels", más pomposa en cierto modo al tomar protagonismo el órgano (tocado por Wakeman en la iglesia de St. Martin en Vevey), pero igual de impetuosa debido a los atractivos "grooves" de Squire, los patrones rítmicos de White y un trabajo impecable de guitarras (atención a su cambio rítmico a partir del minuto 2:31). Composición de dinamismo fascinante a cargo del mismo bajista, quien la excluyó de su LP en solitario, profiriendo en ella un mensaje de esperanza, de fe en el amor, de inquebrantable creencia en uno mismo.
De ahí que su música exhale tal vivacidad y ánimo; Anderson, pletórico, refuerza esta idea alargando los versos del estribillo con sus altos registros ("Parallel our heights!...display our rights...!") e insistiendo en las ideas de Squire ("...and wrongs, and always keep it...strong!") para estimular al oyente a través de su inconsciente. Estos dos "singles", el primero quedando 24.º en las listas y el segundo usándose para abrir futuros conciertos, serían de los más representativos y queridos para los fans, pero si destaca uno en especial con respecto a éxito comercial ese es "Wonderous Stories", que aguantó en el 7.º puesto durante semanas.
Esta preciosa balada la comienza Howe con un solemne rasgueo acústico, y adquiere una atmósfera de fantasía gracias a sus emotivas melodías folk, fruto del matrimonio entre la guitarra portuguesa, los teclados y cómo no Anderson, quien transmite sus sentimientos alcanzando un estado de plena satisfacción espiritual; su aterciopelada voz y los acordes de la guitarra nos imbuyen amablemente en un paisaje de ensueño, quizás a esos vastos campos verdes plagados de narcisos desde donde los chicos pudieron disfrutar la magnificencia del lago Lemán y los Alpes de Chablais, seguramente ese paisaje que tanto ansiaba esbozar el vocalista en nuestra mente cuando concibió dicha pieza durante "un bonito día en Suiza que merecía recordarse"...
En cambio, si "Wonderous Stories" nos llena el corazón de un gozo indescriptible, "Turn of the Century" nos rasga las tripas con su amargura sin parangón, al menos en un primer momento; vocalista, guitarrista y batería dan forma a esta fábula que se nutre de la "La Bohème" y "Pygmalion" como si de una leyenda folk de tiempos ancestrales se tratase, y merece analizarse: [Anderson nos relata la gesta del artesano Roan, acompañado de los conmovedores acordes de Howe y un sintetizador de testigo de los hechos, suavizados por ese constante rasgueo de arpa, a través de una pieza que atravesará una serie de metamorfosis emocionales.
Al principio cobran importancia los recuerdos mientras una forma que parece brotar de una piedra actúa alimentando el secreto deseo del protagonista, cuya mujer es presa de una enfermedad; la nostalgia impregna la atmósfera ("In his room his lady she would dance and sing...so completely") hasta que se abalanza el frío invernal y Anderson, severo, da cuenta de ello ("For his lady...deep her illness...time has caught her and will for all reasons take her..."). Ahora es la muerte la maestra de ceremonias, y con cada verso pronunciado más penetrante es el sufrimiento; entonces el otrora deseo se transforma en obsesión...la de un hombre que intenta devolver la vida a su fallecida esposa por medio de una estatua tallada en piedra.
Una obsesión que pese a todo alimenta sentimientos grandiosos; el descorazonador "I'm sure we know..." permite a Wakeman y Howe expresarse en armonía marcando así la segunda parte de la canción (3:50), la cual se abre a un pasaje evocador y épico que conecta directamente con el desarrollo de la historia y la evolución de su personaje. Por eso a partir de aquí la voz gana en intensidad así como las melodías a su alrededor y el dolor (el de Roan) se encuentra con la reparadora nostalgia y una alegría inconfesable e incomprensible ("We walk hands in the Sun, memories when we're...young love...lingers so!...").
Sustituyéndose los verbos en pasado (los recuerdos) por verbos en futuro (los deseos) se defiende el que el hombre sea capaz de aspirar a una felicidad auténtica o tal vez soñada; la diferencia entre vida y muerte, fantasía y realidad, espíritu y cuerpo, se anula por la presencia de un anhelo más poderoso que la más sensata de las razones. ¿Se produce de hecho el milagro y cobra vida la estatua? Lo que es cierto es que los muchachos modelan un clímax tan apasionante que nos hace vibrar las mismísimas entrañas hasta esos segundos finales en que Howe concluye el cuento con unos útimos rasgueos de guitarra simbolizando el triunfo del amor contra los virajes del fatal destino, "mientras el otoño llama haciéndonos recordar todos aquellos años atrás..."].
Si esta balada, una de las más brillantes de la carrera de la banda y de cualquier banda de rock de la época, no es suficiente para evidenciar su maestría compositiva y creativa, desde luego lo logra "Awaken", que inspirado por Rembrandt cierra el álbum en homenaje a los largos desarrollos musicales de antaño, trayéndonos realmente a los YES más barrocos, progresivos, metódicos y autoconscientes de su grandilocuencia; prima lejana natural de "Close to the Edge", esta extensa suite también evoluciona a lo largo de una estructura que abarca más de un cuarto de hora de cambios de ritmo y modulaciones para unirse en un todo sublime.
El piano juguetón de Wakeman no tarda en dejar paso a los teclados y un Anderson de nuevo evocador como absolutos protagonistas. "High Vibration go On" inicia esta aventura épica cuyas letras están marcadas por su filosofía surrealista y espiritual; brotan entonces las notas de ese característico "groove" que poco a poco interpretará cada uno de los instrumentos y que se convertirá en la base para el desarrollo de toda la segunda sección ("Awaken Gentle Mass Touch") mientras el vocalista va alargando los versos hasta el infinito y de fondo la preciosa melodía se disgrega en duelos instrumentales individuales de complicados arreglos.
Los sonidos se entremezclan y las notas del principio se diluyen hacia una nueva progresión, más potente, "Workings of Man", donde toma fuerza el órgano, la batería y las inflexiones de Anderson se apoyan en la clarividencia de sus psicodélicas letras; pero el teclado no tarda en desaparecer y todo entra en un estado de suspensión zen, para llevar al oyente por senderos de plena abstracción. Un largo y delicado "impasse" instrumental donde YES sacan a relucir su faceta más ensoñadora; del silencio, misterioso y envolvente, brotan una flauta y el teclado (a modo de xilófono) y así "Masters" marca el punto álgido de "Awaken", sobre todo por la intromisión de ese monumental órgano y el vínculo mágico que forma con la guitarra.
Guitarra la cual se desprenderá al final de los versos respaldando la intrincada imaginación de Anderson sobre el tiempo, el espacio y el alma; en este tramo último la sección rítmica de White y Squire se mide en un vehemente cara a cara entre las melodías de Wakeman y Howe, rodeados por unos coros celestiales que lo elevan todo a un clímax demoledor donde se arañan registros sensibles capaces de llevarnos a un estado de trance, de puro éxtasis, para luego practicar un "reprise" de "High Vibration go On", pero intepretado de un modo distinto...
Sí, puede que el círculo se cierre como empezó, pero en este grandioso viaje la sensación ya no es la misma en un extremo y en otro; YES han creado pasajes atravesados por intensidades que nos han ido arrastrando hacia dimensiones elegíacas y metafísicas cuyos zurcidos se rigen por las modulaciones de la poesía, el arte, la imaginación, no la razón, y cuyo objetivo máximo es pretender crear un contacto hipersensible con el oyente, imbuirlo para llevarlo a un cierto estado de receptividad. "Awaken", considerada por Anderson la composición más grandiosa de la banda, es el mejor ejemplo del genio de ésta y de que nada en este disco es predecible.
Todo tiene sentido y ese es precisamente uno de sus mayores logros: dotar de belleza a lo enrevesado y abrupto, de sentido a lo inexplicable e incoherente...en definitiva, crear magia musical, si bien desde un concepto mucho más comercial. Tras tres años de silencio YES afrontan su futuro desde un prisma accesible aun respetando los arreglos e instrumentaciones de gran dificultad; este maravilloso equilibrio les lleva a lo más alto del panorama musical del momento haciendo su último LP honor a su título cuando poco después de publicarse se coloca en el 1.er puesto de los "charts" (y en el 8.º del Billboard).
Modernas reediciones cuentan con pequeñas piezas instrumentales que se quedaron en las sesiones de estudio, luego rescatadas para la antología "YESYEARS", como esa preciosa reinterpretación de "Vevey", "Montreux's Theme" (evidente homenaje el que le hicieron a la tierra donde grabaron el disco) o "Amazing Grace" (para exclusivo lucimiento individual de Squire); destaca en esta pequeña colección de temas extra una temprana versión (más experimental y un tanto más incoherente) de "Awaken", "Eastern Numbers", cuya progresión y cambios de ritmo y estructura difiere mucho del resultado final.
Sin embargo pone de manifiesto que incluso puliendo ideas y conceptos, YES eran unos compositores brillantes. "GOING FOR THE ONE", aunque nunca ha logrado el alto prestigio atribuído a "FRAGILE", "TALES FROM TOPOGRAPHIC OCEANS" o "CLOSE TO THE EDGE" (algo muy injusto, por otro lado) fue un paso realmente importante, la última obra maestra de su creación (hasta la inopinada llegada del "90125").
Observado con la perspectiva que da el tiempo, incluso puede enorgullecerse de exhibir un sonido y estilo que marcarían una senda poco después seguida por grupos como RUSH y Starcastle o los ya establecidos Genesis, KANSAS y CAMEL...
Canción favorita: "Parallels"
Jon Anderson: Voz/arpa
Steve Howe: Guitarras
Chris Squire: Bajo
Alan White: Batería/percusión
Rick Wakeman: Piano/teclados/sintetizadores/órgano