
1. The Witness - 07:05
2. The Train - 06:00
3. Everlasting Child - 06:39
4. The Power and the Glory - 05:36
5. Freedom - 02:43
6. Escaping the Ghosts of Reality - 07:08
7. Atlantis - 06:51
8. The Old Man in the Park - 06:13
9. The Seeds of Chaos - 03:57
10. Daughter of the Night - Part I (A Glimpse of Eternity) - 02:50
11. Daughter of the Night - Part II - 07:07
12. On the Wings of Time - 06:51
Francia no es un país que se destaque por su escena metalera, sin embargo, llegué a los parisienses Whyzdom mediante Clémentine Delauney, la actual vocalista de Visions of Atlantis, que tuvo un breve paso por esta banda. Otra francesa ilustre del metal sinfónico es Emmanuelle Zoldan, quien desde hace un par de años está al frente de los noruegos Sirenia.
Francia es un país famoso a nivel internacional por los artistas grandiosos que le dio al mundo, una cuna universal de la cultura occidental. Allí surgieron gigantes de las letras como Stendhal, Balzac, Flaubert, Zola, Víctor Hugo, Dumas, Proust… por mencionar algunos. Y si nos vamos a otras disciplinas artísticas, podemos encontrar pintores renombrados como Delacroix con su icónica “La libertad guiando al pueblo”, y Jacques Louis David y su clasicismo y al grupo de impresionistas que siempre me fascinaron: Renoir, Monet, Degas, Sisley… y Debussy, dentro del plano de la música clásica. Podría estar horas hablando de la riqueza cultural de la “República Mundial de las Letras” del siglo XX, pero ese no es el tema que aquí nos convoca. Con semejantes antecedentes, era lógico que me interesara una banda de metal sinfónico francesa, sentí mucha curiosidad por comprobar como adaptaron este subgénero a su propuesta musical, considerando que el epicentro siempre fue Escandinavia y Holanda.
Me llevé una sorpresa enorme con Whyzdom porque, a diferencia de varias bandas que recién comienzan, estos músicos demostraron en su disco debut que son muy capaces de crear algo propio más allá de las evidentes influencias de los pilares del symphonic metal. ¿Qué es lo que encontraremos aquí? Orquestaciones correctas y presentes, sobre todo la sección de cuerdas, los bellísimos violines, coros adecuados, una sólida base rítmica, y un sonido guitarrero y pesado, orientado al power metal, de escuela Nightwish y Epica, como era de esperar. Hasta los guturales que aparecen en dos o tres canciones son calcados de los de Mark Jansen.
El único punto débil que tenía Whyzdom era su vocalista, Telya Mélane, que no tiene formación clásica y tampoco es competente, su registro era muy natural similar al pop, como el de Charlotte Wessels o Anette Olzon, pero carece del carisma de ambas. Debilidad que modificaron en el próximo disco, cuando incorporaron a otra vocalista, que duró poco, luego Delauney dio un paso fugaz de dos años, sin llegar a grabar nada con ellos y en la actualidad cuentan con Marie MacLeod a las voces. Parece que lograron estabilizarse, los cambios de cantantes son un auténtico dolor de cabeza para este tipo de grupos.
Ya desde el comienzo, con el instrumental “The Witness” el álbum suena prometedor; “The Train” es un adelanto de lo que vendrá después, power metal sinfónico bien ejecutado, guitarrero, veloz y potente, el problema es la vocalista: le falta técnica y en su esfuerzo por destacar canta de manera chillona, poco cautivante. Similares son “The Power and the Glory”, de las más destacadas y la happy power “Atlantis”.
“Everlasting Child” es de mis preferidas del LP, por la melodía estilo oriental y la creatividad que demostraron, a pesar de no inventar nada nuevo. Después se encuentran los temas más influenciados por Epica, con guturales incluidos: “Escaping the Ghosts of Reality”, que peca un poco en sus siete minutos de extensión, con cinco alcanzaba y sobraba, “Daughter of the Night Part II", con sus cambios de tiempo y ritmo y “The Seed of Chaos”, en el que uno podría pensar que es Anette Olzon la que está al micrófono y no la francesa.
Por otra parte, el instrumental “Freedom” es muy entretenido y tiene buenos punteos en la guitarra, la banda derrocha calidad y talento, teniendo en cuenta que es un álbum debut me parece muy agradable de escuchar. La única balada, “The Old Man in the Park” me parece de las canciones más sobresalientes de esta placa, de tinte sombrío y afligido, es cautivante y la interpretación calcada de las de Charlotte Wessels, por ahí por eso me gustó tanto. Excelentes la sección orquestal y el piano, los músicos hicieron un trabajo soberbio.
“From the Brink of Infinity” me sorprendió, no me esperaba encontrar un debut tan compacto, correcto en su esencia original con los parámetros del subgénero, pero con unas cuántas pizcas de originalidad y creatividad. A pesar de que la vocalista no está a la altura del elevado nivel instrumental, es un álbum entretenido con el que uno pasa un buen rato. No es una maravilla ni una reinvención del género, pero suenan prometedores, por eso se ganaron tres cuernos con amplia dignidad.
Régis Morin - Guitarras
Vynce Leff - Guitarras, Orquestaciones
Marc Ruhlmann - Teclados
Tristan Demurger - Bajo
Telya Mélane - Voz
Nicolas Chaumeaux – Batería