
1. Warlock (3:44)
2. Beauty and the Beast (04:00)
3. Watcher of the Night (03:11)
4. Rage Age (03:40)
5. Beyond the Threshold of Pain (02:50)
6. Battle Axe (03:20)
7. Hatchet Man (02:23)
8. Sweet Desire (04:18)
9. Sinister Eyes (03:31)
10. Gladiator (03:53)
Sí, lo sé, ¡menudo portadón! ¡Vaya forma de espantar a la gente! La gran mayoría de los visitantes del Portal habrán pasado kilos de esta reseña y no les culpo por ello, pero seguro que por ese mismo motivo algunos habéis llegado aquí como moscas atraídas por el hedor de un buen cagarro fresco de perro. ¡Bien por vosotros! Habéis pasado la prueba del algodón. ¿Cómo llegué yo? Pues en parte gracias a esa tan impactante carta de presentación, a falta de un adjetivo más adecuado. Sana costumbre entre colegas, un día se nos ocurrió mandarnos fotos en las superponíamos una portada con una cara grande sobre la nuestra propia. Yo que sé, imaginaos el Conspiracy de King Diamond, el Mad de Raven, el Fire Down Under de Riot...y, entre todas ellas, alguien tuvo la brillante idea de incluir esta del debut de los suecos Torch. Tiempo después, en una de mis queridas “excavaciones" discográficas en busca de viejas reliquias, me encontré con este LP por tan sólo 5€ y pensé: “Con esa portada, o está de puta madre, o es una mierda... ¿Qué tengo que perder?". Y no me quedé ahí, si no que también me llevé su sucesor, Electrikiss por el mismo precio. ¿Qué me encontré? Seguid leyendo para descubrirlo.
Voy a pasar esta vez de soltar la típica chapa contextualizadora sobre el heavy sueco, con decenas de nombres, que si Heavy Load esto, que si Candlemass lo otro... joder, parezco profesor de historia, y lo voy a dar todo por supuesto. Veamos, Torch, 1983. Tengo una especie de regla no escrita: portada de mierda, disco molón. Y vaya si se cumple con este LP. Ilustres bandas de la NWOBHM aún debutando, los amos del asunto en sus años de gloria y ciertas bandas de acero no británico sacando sus mejores trabajos. Es más, me voy a tirar a la piscina diciendo que no os tenéis que cortar a la hora de incluir este Torch junto a otros buenos álbumes de algo que podríamos llamar la NWOBHM no británica, por estúpido que suene. Piensa en esos Headhunter, Black Tiger, Fire Down Under, Death or Glory, Diamond Dreamer, Fit for Fight, Metal on Metal... que tan bien lucen en tu estantería, Torch no desentonaría nada entre ellos, a pesar de su "carismática" cubierta. Bueno, no es que la foquita de Riot quede mucho mejor... ¿Qué me encontré entonces? Obviamente, una mierda no era.
Suena todo muy bien de primeras, a pesar de no haber ningún gran nombre detrás, pero hacedme caso si os digo que no vais a echar mucho de menos a los Allom, Norman o Tsangarides por aquí. A los suecos se les da muy bien esto de metalear desde siempre. Musicalmente no hay nada rompedor, nada más que el buen heavy metal de siempre, ese que habéis escuchado millones de veces pero, ojo, esto es 1983 y algunos acabábamos quitarnos los pañales y la mayoría no habíais ni nacido. Warlock no es mucho más que el típico tema heavy-rockero de toda la vida, con su ritmo marchoso y un estribillo de esos que no se te quita fácilmente de la cabeza, al igual que Beyond the Threshold of Pain, Sweet Desire o Sinister Eyes. Pero, no os confieis, que pronto asoma por ahí un proto speed metal a lo Accept/Raven en pepinazos como Watcher of the Night y Hatchet Man o una menos veloz, pero poderosísima, Rage Age que me recuerda alegremente al enormérrimo Open Fire de Y&T. Que no es cosa baladí, precisamente.
Unas acústicas, que vuelven a hacer aparición mediado el tema, preludian esa Battle Axe que da una sombría bienvenida a la cara B un poquito a lo Savatage del Sirens. No decae la cosa hasta un final algo conformista con Gladiator que, sin ser mala, juega demasiado a no perder el partido. De todas formas, me he dejado lo mejor para el final y no es más que una Beauty and the Beast que, a la fuerza, enamorará al heavy más curtido a primera escucha. Mejor que casi cualquier cosa que se pudiese escuchar en aquellos Metal Massacre o Metal por Muthas, no lo tiene difícil para auparse a la categoría de clásico menor en potencia junto a otras colegas de generación como Sunrise in Tokyo o Blades of Steel. Sin embargo nadie le dio la oportunidad, ni al tema, ni a Torch.
Y algo más merecían, sin duda, hasta el pequeñín Dan Dark tiene un más que agradable tono a caballo entre un Halford y un Dickinson en modo ahorro, para acabar sonando curiosamente similar a aquel Joe Comeau que paseó sus talentos años después por Liege Lord y Annihilator. Pero nada, supongo que ni su carácter periférico, ni esa pírrica Tandan Records, ni el “tremendo” portadón, supuestamente inspirado en el que iba a ser el título del álbum, Sinister Eyes, ayudaron a la propagación de estos Torch, aunque no os extrañéis si os digo que son bastante mejores que muchos nombres que sí habéis oído mencionar.
Seguramente algunos echéis de menos en mí hoy esa pasión, ese entusiasmo irracional del que hablábamos recientemente, pero es que no siempre hay una entrañable historia o una experiencia única detrás del descubrimiento de un álbum. A veces es solamente el mero disfrute de un gran disco de heavy metal el que se intenta expresar, un LP de esos, tan oculto bajo toneladas de polvo, que casi nadie había reparado en él. Tan sencillo como eso y, sinceramente, no le quita ni un poquito de su valor. Con Torch no me une más relación que esa, pero cuánto disfruto cada vez que los pincho.
8,25/10
- Dan Dark: voces
- Chris J. First: guitarras
- Claus Wild: guitarras
- Ian Greg: bajo
- Steve Streaker: batería