Mercyful Fate - EP

Enviado por Onán el Mar, 11/01/2011 - 11:30
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CARA A:
1. A Corpse Without Soul
2. Nuns Have No Fun

CARA B:
3. Doomed by the Living Dead
4. Devil Eyes

La historia de los primeros Mercyful fate está plagada de grabaciones raras, maquetas ultra-guarras, directos piratones, caras B y mil cosas así que fueron luego reeditadas una y otra vez en distintos formatos al rebufo del éxito de los magnos Melissa y Don't break the oath, los dos auténticos pilares de la discografía de la banda. Tras la edición de este último y su consiguiente gira parece ser que al auténtico coco del grupo, Hank Sherman, le dio por el AOR (¡pero dónde vas, alma de cántaro!), lo cual provocó la ya conocida espantada y el inicio de la carrera en solitario de King Diamond, que por cierto en un principio se llevó consigo a dos de los músicos en lo que no fue una continuación de Mercyful pero sí, digámoslo así, algo lo más parecido posible.

Casi una década tuvo que pasar para que el grupo se reuniera de nuevo, ya en 1992, pero esta vez faltaba algo esencial en la base rítmica original... y se podría pensar que eso tiene poca importancia, pero no. Ni hablar, en este caso. El jodido "dream team" que grabó aquellas dos maravillas clásicas constaba de cinco elementos inseparables, y me propongo contar más abajo por qué lo veo así.

Por eso tiene tanta importancia el disco que nos ocupa. Grabado por la misma banda de Melissa y Don't break... tan solo un año antes del primero de ellos, convierte la tríada de grabaciones en un hilo conductor, de menos a más, que si hubiera seguido su curso natural nos tendría hoy en día a todos arrodillados ante nuestras hornacinas con la imagen de "San Mercyful", válgame Satán. ¿Por qué se cortó tan de cuajo algo cuyo valor y progresión ascendente eran tan evidentes? Ellos sabrán. Pero si alguien ve por ahí a Hank Sherman que le dé un capón de mi parte.

En 1982, tras haberse pateado ya más o menos infructuosamente cierto número de radios, despachos y demás nidos de tiburones, Mercyful fate consiguió de un sello holandés su primer contrato discográfico, que desde luego, a la vista de la producción que aquí se comenta, no fue como para tirar cohetes en lo que se refiere a presupuesto. Fruto de este contrato salió a la luz un EP al que se refiere la gente como "El EP de Mercyful Fate", o bien "Mercyful Fate" a secas, ya que no lleva nombre. Una de las canciones, "Nuns have no fun", ("Las monjas no se divierten", jeje) también sirve en ocasiones de título para el disco entero, quizá porque la portada se refiere a la brutal letra de esa canción.

En fin, yo lo voy a llamar "el EP", que es más breve y hay que dar a menos teclas. El EP es un oscuro objeto, con su portada en blanco y negro en la que vemos a una hermosa monja en bolas con las piernas abiertas (obsérvese el estampado satánico del tanga) siendo quemada en la cruz por un aquelarre de mostrencos demoniacos ataviados con hábitos, las capuchas caladas hasta las cejas. Tiene tan solo cuatro canciones -eso sí, largas- y en su día pude verlo colgado de la pared de una tienda de discos de importación, "algo carillo"... ahora en la red lo encuentras usado por una media de 200 euros. Hay que joerse.

Se trata del primer disco oficial de Mercyful fate, ni más ni menos. Casualmente o no, tras un montón de idas y venidas la formación clásica del grupo se acababa de configurar del todo y ya no se separó hasta la estampida de dos años después. Y aquí radica lo maravilloso de este disco único. ¿Seminal? ¡Qué coño, fundacional! Me gustaría saber qué opinan de este disco la mayoría de músicos que tocan metal extremo (de Metallica ya sabemos que se les cae la baba por Mercyful, y no me extraña, dónde vas a comparar). A mí me da que cualquier amigo del "lado oscuro" tiene que pagar peaje aquí si no quiere perderse un capítulo importante. Se palpa, se intuye a cada escucha.

La cosa se grabó (¡y mezcló!) en un par de días o tres. El productor era el propio dueño de Rave-On records. Hágalo usted mismo. La presión por parte de este tipo para acabar en dos patadas fue tal que no se les permitió repetir muchas de las cosas que tocaban, de tal manera que por ejemplo muchos de los solos son primeras tomas. Evidentemente el grupo acabó hasta los huevos de esta situación pero, en la distancia que aportan tres décadas, los que no estuvimos allí podemos disfrutar del placer de su escucha sin problema alguno y sin necesidad de decir "esta nota quedó mal, qué lástima".

¿Por qué? Porque están todas bien. Los solos de estas dos bestias pardas de las seis cuerdas, cuya autoría reflejaban sistemáticamente en los discos, son para ponerlos en un marco. Podríamos pasar horas analizando qué rábanos están haciendo, por qué tocaron esa nota tan marciana aquí o allá (¿se les trabó la mano simplemente?), pero nos va a dar igual porque estos tíos están libres de cualquier análisis: el resto del mundo toca escalas, arpegios, trinos y chuladas varias... ellos parlotean. Pero parlotean y parlotean sin parar, y de hecho si nos fijamos es raro verles tomar aire (musicalmente hablando). Se trata de un chorizo de notas sin fin que ellos tienen en la cabeza (bastante "gemelas" ambas cabezas, por cierto), y que puede ser tomado por cualquier sitio y continuado por cualquier otro, o puede cortarse en mil pedazos y pegarse otra vez, que va a seguir sonando. Es charla sin contenido explícito: es expresión, sentimiento, carne cruda. Es lo más raro del mundo mundial, y lo más efectivo. Mira que es difícil tocar así sin quedar patoso o ridículo. Y en este grupo hay no uno, sino dos tipos que tocan así y quedan en todo momento como unos putos maestros. Alargan notas, las acortan, las doblan, mariposean intempestivamente por cualquier sitio... en fin, yo intento describirlo con palabras pero tal cosa es tarea vana. Hay que escucharlo y ya está. Sólo añadir que cualquier solo de los contenidos en los tres primeros discos de Mercyful responde por igual a este conato de descripción.

Y en este EP, encima con primeras tomas por doquier... ¡eso es frescura de la buena!

La base de todo, el punto más particular de este grupo, hay que buscarlo con permiso de los demás en Hank Sherman, acreditado en los discos como autor de las músicas (todas o casi todas, según). Como esto es heavy metal y está zurcido a golpe de riff, lo que tenemos aquí es un "patch work" que combina con paciencia cada idea de este señor con la siguiente. Y Sherman no paraba quieto: un riff rápido, otro lento, ahora un cambio de tono, otro, otro, otro más, ahora rollo atresillado (¡ese continuo "swing metalero" de Mercyful!), ahora no... esta sucesión de cosas venía a ser una versión "sólida" del mariposeo que encontramos en los solos. Ese vagar sin rumbo pero siempre con el pulso firme, que da la sensación de que no sabemos adónde vamos pero quien nos guía sí. A este "brainstorming" de riffs hay que añadir montones de síncopas, cortes, parones (en resumen, "tropezones musicales") que unas veces hacían de nexo entre dos riffs y otras eran ellos mismos parte de la estructura.

Y todo ello suena como un jodido cañón. Algo totalmente único. Se habla mucho, y con razón, de la búsqueda de la perfección en la sencillez. Pues aquí hay un incontestable ejemplo de perfección barroca, que desde luego también existe.

Esta estructura desparramada y errática a la que conduce sin remedio el genio de Sherman requería una base muy fina y disciplinada. Aquí llegan los que para mí son los dos verdaderos héroes del especialísimo sonido de esta primera formación del grupo: Por un lado tenemos las baquetas del grandísimo Kim Ruzz, cuyo poderoso pero sutil "swing heavy" se adaptaba a las guitarras de una manera musical, correcta, acertada e inspirada sin renunciar a su florida cota de adornos, redobles y expresiones varias de una personalidad tremendamente exuberante. Con envidiable fluidez, este tipo apuntalaba, enmarcaba, apoyaba, sujetaba y comentaba todos y cada uno de los riffs de Sherman, que parecía comprender mejor que el propio guitarrista. Y todo ello de manera muy particular, muy suya. ¿Quién da más?

Si queremos hablar de técnica prodigiosa y caer de culo rendidos ante un batería perfecto basta por ejemplo doblar la esquina y ver lo que hizo poco después el grandísimo, el impagable Micky Dee en los primeros discos de King Diamond. Estas baterías son realmente las "hermanas mayores" de lo que dejó grabado Kim Ruzz... pero aún así para mí no hay color. Escuchar a Ruzz en este EP es como visitar el nacimiento de un río.

Y en fin, Kim Ruzz es quien faltaría en la reunión posterior en los 90... Lo siento, pero esto es mucho faltar.

Por otro lado, por si quedaba alguna pequeña fisura en los muros de carga de estas canciones, el bajo del inefable Timi Hansen se encarga de unir del todo guitarras y batería, cerrando el círculo de una bola de graves infranqueable. Timi Hansen es ese señor al que de pronto se escucha con mucha claridad en mitad de la canción porque al parecer ha "echado a andar" por su cuenta con algún dibujito maravilloso. Para cuando uno se pregunta "pero bueno, si este tío está por ahí dibujando, ¿quién está tocando aquí el bajo?" el tipo ya ha vuelto a la base con una fluidez que no abunda. Es un bajista que nunca te va a dejar tirado. Pero aún así, mientras se echa a la espalda como un puto Atlas estas estructuras tan caprichosas y complejas, es capaz de silbar su propia melodía personal. En otras palabras, tiene un poco del "superpoder" de Paul McCartney, aunque con este ejemplo me vaya a tomar por saco de lejos.

Pero esta magia de Hansen sólo alcanzó cotas tan altas en este contexto. Cuando se fue con Diamond aquello dejó de sonar igual. Mercyful fate tuvo en sus manos la quinta esencia de los sonidos oscuros hechos pura belleza, y la tuvo al descuido, como sin querer. El simple hecho de que estas cinco personas confluyeran en el tiempo provocó una explosión de interés musical de las que no se pueden repetir fácilmente. Visto y no visto. Tres discos, tres, y se acabó.

Todo esto está ahí desde el primer acorde. A corpse without soul echa a correr sin avisar con una rueda de solos sobre riffs que ya cumplen a rajatabla la primera norma: no dar ningún dato sobre adónde demonios nos dirigimos. De golpe, tras unos cortes marca de la casa "se abre el telón" y llega EL RIFF, una maravillosa ráfaga guitarrera espasmódica, atresillada, que es cogida al vuelo por la base rítmica y puesta a salvo sin dilación para que King Diamond recoja el testigo y, apoyado sobre esta ordenada locura, desarrolle sus virtuosas notas tenidas y nos cuente todas esas cosas oscuras y espeluznantes. Joder, parece que estoy retransmitiendo un partido, pero es que esta canción funciona así. Luego tiene una parte lenta durante la cual me suelo preguntar en qué parte del disco estoy. "Ah, en la primera canción todavía". Y es que ya digo, todo esto es muy, muy barroco. Y largo, a su manera. Te van llevando de aquí para allá y tú te dejas sin más remedio. Caramba, ahora están repitiendo el riff aquel. Ahora otra rueda de solos mega-enloquecidos, otro parón, otro solo, otro parón... un grito final y por fin acaba esta locura de golpe, dejándote una cara de tonto de las gordas. Pero ¿qué rayos ha pasado aquí?

No hay tiempo para preguntas: Nuns have no fun ha hecho su aparición, con un ritmo más pausado y cabezón. Tras una intro de batería, el sacrosanto acorde de MI entra en escena para poner orden y ya no deja la poltrona hasta el final del disco. Si queremos transmitir oscuridad, ¿qué mejor que entronizar la nota más grave del instrumento que tenemos en las manos? ¿Qué músico metalero con ínfulas de malote no se ha hecho antes ese razonamiento? Un poco más anecdótica que las demás, aunque con increíble gancho, esta segunda canción nos va metiendo en la bola más y más. Hay algo en esta música que hipnotiza, parece adormecer ciertos aspectos racionales del entendimiento en favor de otros puramente sensibles. Es como una medicina.

La cara B arranca con el frenético Doomed by the living dead. ¡Temazo! El riff con el que se abre esta obra maestra es el mismo demonio representado con cinco notas muy bien puestas. El solo al que da paso a modo de intro consiste en una pequeña gran frase repetida dos veces sobre dicho riff, que es el colmo de los colmos del parloteo. Quien quiera una rapidísima visita guiada por las virtudes de Mercyful fate que simplemente escuche los primeros 26 segundos de esta canción y vea lo que hace cada cual (¡y cómo "subraya" Kim Ruzz los elementos de este riff!). Y eso que todavía no ha entrado King Diamond... escuchemos ahora de nuevo su contrapeo de falsetes y voces demoníacas más graves. Impecable. Totalmente en su salsa en esta canción, que tiene también su parte lenta maravillosa, su reexposición del riff inicial, etc. En fin, una canción que sube mucho, mucho la media del disco, tan alta de por sí en inspiración.

El broche de oro viene con Devil eyes, canción que el propio Diamond repudió más tarde por su "ritmo discotequero" (¡anda ya, si es más heavy que cagar tornillos!) y que así a priori tiene menos carisma que las otras tres, pero se puede aprender a quererla, vaya que sí. Los que somos más o menos freaks de Mercyful sabemos que esta canción se hallaba en las maquetas anteriores con otra letra, otro título, etc. Parece que aquí halló por fin su forma definitiva, y en ella los falsetes tenidos de King, larguísimos y afinados, se dan un largo paseo a placer, cabalgando sobre el riff más cabezón y simple del mundo, y no por ello menos eficaz. Impresionante.

Para terminar me vais a permitir una explosión de talibanismo recalcitrante. En las reediciones que de este EP hizo RoadRunner, primero en vinilo y luego en CD, bajo el título The begining, esta joya ha sido mezclada con otras cosas. Hasta ahí bien, pero... ¡Cambiaron el orden de las canciones!

¡Mal!

Así no se disfruta de los taninos, los aromas primarios y la hostia, leñe. ¿Para eso ha envejecido este EP tantos años en barrica? No sé quién será el responsable de este cambio tan tonto, pero me apostaría algo valioso a que no fue el propio grupo (separado en ese momento, por cierto). Yo recomiendo efusivamente el orden original, que me parece inmejorable. ¿Alguien dijo que el orden de los temas no importa en un disco? Miente como un bellaco.

En fin, y resumiendo, para mí este EP=los pelos como escarpias. Vaya toda mi admiración para esta perla irrepetible de los primeros ochenta, que se produjo gracias a la conjuncion de una serie de factores que ya no pueden volver. Así que ¡a disfrutarla con gusto!

King Diamond: Voces
Hank Shermann: Guitarra
Michael Denner: Guitarra
Timi Hansen: Bajo
Kim Ruzz: Batería

Sello
RaveOn