Lake of Tears - Headstones

Enviado por stalker213 el Mié, 30/03/2011 - 22:56
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1. A Foreign Road (4:07)
2. Raven Land (5:42)
3. Dreamdemons (5:14)
4. Sweetwater (4:33)
5. Life's But A Dream (1:25)
6. Headstones (5:16)
7. Twilight (4:58)
8. Burn Fire Burn (3:39)
9. The Path of the Gods (Upon the Highest Mountain, Part 2) (13:29)

Puede resultar difícil de creer, pero a veces algunas cosas –cuando tienen todas las papeletas para fracasar- terminan siendo todo lo contrario de lo que al principio uno podría esperar, y al respecto intentaré explicarme: LAKE OF TEARS son una banda sueca pero no de Death Metal; Perdiendo puntos ya de entrada. Por otra parte, podríamos casi convenir como aquello que hacen se acerca -por así decirlo- al Doom Metal, aunque ni sus riffs ni tampoco sus estructuras respondan del todo a la tenebrosa naturaleza o enrevesado entramado del mismo; Otro punto que se nos va. Pero ojo, porque si seguimos rizando el rizo, hasta podría concluirse como la música de estos suecos vecinos de Borås se aproxima más al Gothic Metal que otra cosa, con lo cual no hace falta decir como hasta el más abierto de mente podría estar ya buscando una palancana para echar la pota de la merienda. Sin embargo, el milagro se obra cuando uno comprueba cómo lo de estos muchachos ya no sólo es que no apeste, sino que encima el invento termine cristalizando en una de las bandas más brillantes, coherentes y sui generis de toda la escena escandinava de los últimos veinte años. ¿Sorprendidos? Yo sí, desde luego, aunque hace tiempo ya de eso

La historia de LAKE OF TEARS (el nombre se las traía también para hundirse en la más profunda de las mierdas, para que negarlo) echa a andar en el año de 1992, justo un año antes de editar su primera y única Demo (que muy generosamente podríamos etiquetar como Doom/Death), y se escribe hasta el mismo día de hoy; Y sinceramente: todavía tengo que encontrarles disco malo (aunque no todos son excelentes). ¿Qué quiero decir con esto? Pues la cosa es fácil: Que no sólo no estamos hablando de una banda que sobrevive con suficiencia a una lacra tan y tan perniciosa como son los prejuicios, sino que además lo hacemos de una que ha forjado su prestigio partiendo, siguiendo y terminando en ellos mismos, dando lugar a un estilo musical que únicamente puede ser calificado con el propio nombre de la banda, y en ello tiene gran parte de culpa (por no decir que toda) el señor Daniel Brennare; Un individuo que aunque jamás formó parte del fenómeno Old School escandinavo o que nunca en la vida ha rugido como una bestia desbocada, ha demostrado con el devenir de los años como fue y sigue siendo uno de los artistas más talentosos y singulares de una escena tan y tan competitiva como es la sueca.

Antes de la edición de ‘Headstones’ (Black Mark Productions, 1995), los suecos ya conocían sobradamente lo que era meterse en un estudio y grabar un buen disco; Así lo vino a demostrar su notable ‘Greater Art’ de 1993. Ahora bien, para cuando aquél álbum debut aterrizó en las tiendas, probablemente nadie vio en él nada demasiado especial, dadas sus más que obvias similitudes con el estilo de los también suecos TIAMAT, que el año justamente anterior habían hecho saltar la banca con su enorme ‘Clouds’. Sin embargo, la historia fue bien distinta cuando sólo dos años después la banda rompía con todas las barreras y ataduras que le dificultaban el paso, dando así forma y sonido a aquél que iba a convertirse en su definitivo y único sello de identidad.

Cuando ‘Headstones’ abre a pecho descubierto con la corpulenta ‘A Foreign Road’, uno advierte al punto como la densidad y las tesituras lúgubres de ‘Greater Art’ se han desvanecido como por arte de magia, y en ello tienen muchísimo que ver tanto ese nuevo approach infinitamente más melódico, como la transformación radical de Brennare al micro (qué voz la de este tipo). No obstante, los cambios se hacen todavía más notorios cuando arranca el que es el primer pilar del disco, ‘Raven Land’. Y lo repetiré una vez más para quien no lo haya pillado antes: Así, de buenas a primeras, un grupo haciendo música de este palo podría causarme rechazo apenas transcurridos un par de segundos, pero con LAKE OF TEARS ya no sólo es que no pasa eso, sino que es que encima me desarman por completo, me hacen clavar la rodilla y me dejan con la boca abierta al escuchar tamaño temazo. Desde luego, si de algo no puede acusarse a Daniel Brennare es de no saber escribir buenas canciones.

‘Dreamdemons’ (título muy gilipollas, es cierto) y la rockera ‘Burn Fire Burn’, de algún modo, pasan algo desapercibidas al lado de la monumentalidad general predominante en el disco, aunque hay que reconocer que funcionan y bien. Aunque claro, son peccata minuta al lado de los otros cuatro pilares que sostienen a este casi inmaculado plástico, y que por este orden son las que siguen: ‘Sweetwater’ y su apabullante, apisonador e inigualable estribillo (esto es lo que yo llamo MÚSICA MEMORABLE), la maravillosamente escrita ‘Headstones’ y el descomunal chaparrón de emociones encapsulado en la gloriosa ‘Twilight’ (¡Enorme Brennare!). ¡Aunque cuidado! ¡Que nadie se vaya todavía! Porque nos queda nada menos que el último cartucho de la traca en forma de majestuoso y quilométrico épico, y su nombre es ‘The Path of the Gods (Upon the Highest Mountain, Part 2)’. [Alto en el camino].

Vamos a ver: Aquí y ahora, hay un concepto algo surrealista, pero que tengo que poner de relieve y justo a continuación intento desarrollarlo: El tema es excelente, de eso no hay duda. No obstante, justo cuando empieza (con esa acústica rica, rica y esa flautica, creo yo que impostada mediante un sintetizador) me evoca inmediatamente a aquella mítica serie de dibujos llamada “Campeones” y de modo particular al brasas de Oliver Aton haciendo de predicador entre sus incautos compinches, comiéndoles el tarro con la mierda aquella de que “el balón es vuestro amigo, el fútbol es mi vida, a veces me siento solo, en mi cuarto tengo un jacuzzi cojonudo donde cabemos si nos apretamos, en fin…”. Y es que esto, amigos, es muy duro. Es muy duro porque me resulta casi imposible no descojonarme cada vez que la escucho empezar; Eso sí, poco a poco es algo que voy superando y que afortunadamente, queda cortado de raíz cada vez que en (01:58) se levanta ese riff en forma de jodido mamut y le da una dimensión al tema que me siento incapaz de describir. Espectacular ‘The Path of the Gods (Upon the Highest Mountain, Part 2)’-secuela de su anterior ‘Upon the Highest Mountain’- y espectacular también este aplastante ‘Headstones’, que escalando en latitudes distintas a las transitadas por la mayoría de sus paisanos, alcanza la máxima apoteosis trabajando otros aspectos distintos como son la atmósfera, el misticismo y esa magia inexplicable que solo existe en los cuentos de hadas. Por cierto, parece mentira pero la portada (entre otras de la banda) es obra de "Necrolord". ¡Vaya otro!

Monumental trabajo el de los suecos con su ‘Headstones’ de 1995, aunque lo aviso desde ya a los que puedan estar interesados: Ésta, no es ni por asomo su mejor obra. Ahí queda eso. Pedazo de disco y todavía más: PEDAZO de banda.

Valoración: 9.2

Daniel Brennare: Voz & Guitarra
Jonas Eriksson: Guitarra
Mikael Larsson: Bajo
Johan Oudhuis: Percusiones

Sello
Black Mark