
1. Dr. Stein - 3:59
2. Future World - 4:13
3. If I Could Fly - 3:28
4. Where the Rain Grows - 5:09
5. The Keeper's Trilogy - 17:06
6. Eagle Fly Free - 3:50
7. Perfect Gentleman - 4:18
8. Forever and One - 4:25
9. I Want Out - 4:22
10. Fallen To Pieces - 4:46
11. A Tale That Wasn't Right - 4:46
Tema adicional exclusivo de iTunes:
12. Why - 3:34
A pesar de que todo parecía ir sobre ruedas con una alineación formidable que entregaría una magna trilogía en los ‘90s, Michael Weikath, el verdadero líder de Helloween desde las sombras, se estaba incomodando más y más con las decisiones tomadas por algunos miembros de la banda y, luego de la salida de The Dark Ride, realizaría una movida que hasta la fecha sigue generando controversia. Con la excusa de volver a las raíces “happy” de la calabaza, Weikath decidió echar a la calle al guitarrista Roland Grapow y al baterista Uli Kusch, culpándolos de toda la oscuridad imperante en su sonido, aunque tiempo después se sabría que también fue por una cuestión de turbios movimientos financieros.
Así pues, iniciaría una tercera e irregular etapa a bordo de una montaña rusa de calidad, ofreciendo álbumes carentes de la magia de los anteriores y que a veces se sentían con más relleno que un pavo de Navidad. Rabbit Don’t Come Easy, por ejemplo, resultó ser un trabajo tan flojo que peleaba con Chameleon por ser lo peor de las calabazas; mientras que su sucesor, el excesivamente largo Keeper of the Seven Keys: The Legacy, sólo terminó de evidenciar a una banda atascada en un bache compositivo que salpicaba de lodo a su leyenda. Al menos con el Gambling with the Devil se empezaría a levantar un poco el vuelo, logrando un modesto regreso a la calidad para quitarse la sensación agridulce dejada por ese álbum indigno de cargar con el peso inherente al nombre de “Keeper” (pero tampoco era para tanto).
Sin embargo, Helloween es una banda que siempre se ha caracterizado por reírse de sí misma y no tomarse tan en serio las críticas a su nombre; por esto, en 2009 decidió festejar sus 25 años de vida con remakes de algunos de sus clásicos, confundiendo a una buena parte de sus seguidores. ¿La razón? La "creativa" idea de realizar un álbum "experimental" como si se tratase de un proyecto avant-garde, ya que, para esta ocasión, se dejarían colgadas las hachas de guerra en pos de meterse de lleno en “inusuales” territorios musicales, tales como el jazz, el folk o los arreglos sinfónicos. A primera vista esto no tiene mal aspecto, ¿o si?
Bueno, Unarmed, más que una celebración, parece un mal chiste que sólo le causa gracia a los 5 miembros de Helloween (vale, más bien 4, porque el mismo Andi Deris admitiría posteriormente sus dificultades para concebir a una banda de metal realizando versiones “acústicas” de su propio material). El punto es que esto es como un tipo de inside joke guardado entre 4 tipos con un humor pésimo, aunque a veces salga algún fanático "iluminado" de las calabazas que jura y perjura que sí lo entiende, tachando de “cerrados” o “prejuiciosos” a quienes no.
Vale, tampoco quiero que me vean como una amargada incapaz de tomarse las cosas con humor. Acepto que no todo es terrible, pues incluso hay algunas canciones que, sorprendentemente, logran funcionar con la idea en general del álbum. He de resaltar, por ejemplo, el lucimiento de Deris en las versiones sinfónicas de “A Tale That Wasn’t Right” y “Forever and One”, las cuales suenan muy bonitas y con mayor dramatismo; y también el “Caballero Perfecto” se da el lujo de demostrar su imbatible sex appeal aún bajo el dominio de una guitarra acústica. Pero hasta ahí nada más, porque el resto es para preguntarnos con el ceño fruncido por qué esta gran banda se atrevió a sacar a la venta este chasco autocomplaciente.
Antes de continuar, quiero aclarar que a mí Andi Deris se me hace un cantante potente con un carisma envidiable y una gran calidad de ser humano, pero me voy a sincerar para decir que han sido contadas las ocasiones en las cuales me han gustado sus interpretaciones de los temas de Hansen y Kiske. Tal vez sea una manía mía, pero incluso a veces siento cómo se pierde una buena parte de la magia con su voz, que por cierto no me parece mala, sólo inadecuada. Eso sí, Deris se merece muchísimo respeto, pues, aún consciente de sus límites, trata de hacerle los honores a toda la historia de la banda sin renegar del hecho de que han habido otros aparte de él, detalle poco aceptado entre muchos cantantes (¡aprende algo, Ian Gillan!).
Dicho esto, no puedo evitar sentir una desazón cuando escucho su voz acompañada de un absurdo semijazz en “Dr. Stein, así como las guitarras acústicas en “I Want Out”, “Eagle Fly Free” y “Future World”, en las cuales se nota que se les pegó mucho la onda de Blackmore´s Night después de colaborar con Candice en “Light the Universe”, y obviamente no podría esperarse algo cañero al emular el estilo manejado por la banda del matrimonio Blackmore. Lo siento, Andi, pero esos temas no te calzan para nada, pues sólo pueden ser tocados por ese niño prodigio que solía hablar reiteradamente sobre su poca afinidad con el metal...
También está la “Keeper’s Trilogy”, en donde se muestra una especie de “popurrí” en modo sinfónico con las tres canciones más largas del catálogo de la banda: “Halloween”, “Keeper of the Seven Keys” y “The King for a 1000 years”. El resultado es levemente aceptable, ya que los acompañamientos de orquesta le suman mucha épica y majestuosidad a las composiciones, pero el problema es que esto en verdad no pega para nada con Deris y no hace sino aumentar aún más el aprecio por Michael Kiske, porque esto hubiese funcionado perfecto con su emblemático estilo operístico.
Aprovechando para hablar de Kiske, este había lanzado un álbum en el 2008 que traía un concepto similar, haciendo una revisión de sus clásicos con Helloween en un formato acústico y jugando un poco con la nostalgia de aquellos fans que en esos tiempos aún lo añoraban dentro la gran calabaza. ¿El resultado? Un vapuleo casi unánime de parte de la crítica por el hecho de “suavizar” canciones engendradas para ser tocadas en clave de power metal (algo totalmente comprensible, dadas las adaptaciones tan descafeinadas). Así que tampoco crean que aquí se le sigue al exmelenudo con un fanatismo ciego, porque su carrera en solitario peca mucho de escabrosa.
Continuando con el contenido de Unarmed, pues sí que resulta un tremendo bajón escuchar a esta gran banda destrozando sin piedad temazos como “If I Could Fly”, “Fallen to Pieces” o “Where the Rain Grows”, transformándolos en un intento de pop que apesta más a calabaza podrida. Y aquí pasa algo terrible, porque de hecho la voz de Deris no retiene nada de la organicidad de las versiones originales (incluso diría que por ahí tiene algunos sutiles retoques en estudio), pero vaya, no es de sorprenderse del poco empeño del cantante cuando le ponen material así de desangelado.
Instrumentalmente, este álbum tiene detalles muy interesantes y rescatables que incluso se ven favorecidos por la compacta producción de Charlie Bauerfeind. El problema es que nada de esto importa cuando los estilos manejados privan a las composiciones de todo aquello por lo que han alcanzado su merecido reconocimiento. A oídos de muchos, esta cosa no merecería ni un cuerno, pero a mí a veces me da un poco por rescatar las 3 canciones que mencioné al principio, los arreglos de la “Keeper’s Trilogy” y una curiosa versión de “Why” publicada exclusivamente para iTunes.
Unarmed es más una pieza de coleccionista que le terminará gustando a cualquier fanático incondicional de las calabazas, no por el contenido en sí mismo, sino por el mero hecho de que lo hizo su banda favorita. Para el resto de las y los mortales que no gustamos de esta genialidad, sólo nos queda regresar refunfuñando a nuestras madrigueras y golpear nuestra cabeza contra el suelo, pues nuestros oídos subdesarrollados nunca serán capaces de captar su profundidad.
Andi Deris – Voz
Michael Weikath – Guitarra (temas 1-5, 7-11)
Sascha Gerstner – Guitarra
Markus Grosskopf – Bajo (temas 1-5, 7-11)
Dani Löble – Batería (temas 1-5, 7-11)
Orquesta Sinfónica de Praga (temas 5 y 11)
Gero Drnek - Acordeón
Andreas Becker - Guitarra (temas 2, 4, 7 y 9)
Albie Donnelly - Saxofón (tema 1)
Matthias Ulmer - Piano (tema 1, 3, 5, 10 y 11)
Nippy Noya - Percusiones (temas 1-4, 6, 7, 9 y 10)
Harriet Ohlsson - Voz de dueto, Arreglos en tema 6
Kalle Karlsson - Guitarra, Arreglos en tema 6
Johan Bringhed - Piano, Arreglos en tema 6
Richard Naxton, Johnny Clucas, Dan Hoadley, Chris Tickner, Richard Collier, Gerry O'Beime, Gunther Laudahn, Lawrence White, Jan-Eric Kohrs, Rob Fardell - Coros