He tardado pero finalmente me decidí, hace un par de días, a disfrutar la obra maestra de Stanley Kubrick. Resultado: aún sigo dándole vueltas y más vueltas a todos sus símbolos, a las imágenes... Me ha dejado sin palabras. Jamás había experimentado algo similar con una película.
Y eso que es una película nada fácil de buenas a primeras; baste decir que de sus 140 minutos de duración, los diálogos apenas suponen 40. Dividida en tres capítulos o partes, las escenas espaciales y las imágenes copan la mayoría del metraje (recreándose a menudo en los espectaculares efectos especiales que, aún hoy día, siguen pareciendo imposibles para el año 1968). Vamos, que se hace bueno el dicho "una imagen vale más que mil palabras" (aunque los escasos dialógos merecen toda nuestra atención). Por tanto, una película muy arriesgada, vanguardista y hasta experimental (los minutos del "viaje interestelar", hacia el final del film, deben ser lo más parecido a un viaje con LSD). Pero una de las películas que más incitan a la reflexión, cada cual según su particular y personal interpretación de la simbología. Otros de sus puntos destacados es el de la quisquillosa fidelidad en los aspectos referentes a la ciencia: todos los elementos científicos presentes se encuentran exhaustivamente estudiados, y el respeto a las leyes físicas es impecable.
Pasando al argumento de la película en sí: para quien no lo conozca, estamos ante una historia de ciencia ficción: el hombre ya navega por el espacio exterior, y ha establecido una base permanente en la Luna. Es en ese lugar donde tiene lugar un extraño descubrimiento: una especie de monolito rectangular, de un negro reluciente, que parece ser obra de una raza extraterrestre. Lo más inquietante es que ese mismo monolito hace acto de aparición ya en las primeras escenas, cuando se nos muestra un día cualquiera en la vida de los hombres prehistóricos (por entonces, simplemente monos). Y desde ahí, se produce la llamada "elipsis más grande de la historia del cine": nada más y nada menos que 4 millones de años, hasta que un hueso lanzado al aire por uno de estos homínidos se convierte en una nave espacial que surca el espacio.
A partir de entonces, y desde el hallazgo del monolito (que aún aparecerá otras dos veces, siempre en momentos clave), la historia se centra en el archiconocido computador HAL 9000, responsable del buen funcionamiento de la nave "Discovery I", y en la rebelión que lleva a cabo contra los tripulantes humanos.
Se diferencian, pues, dos grandes temas en 2001 (aunque no son los únicos, pero sí los principales, o al menos los que yo he sacado en limpio): por un lado, la racionalidad de la inteligencia artificial y la posible "humanización" de las computadoras; por otro lado, el enigma de los monolitos, que son los verdaderos conductores de la historia.
Respecto al primero de ellos, a estas alturas resulta un tema bastante manido el de la rebelión de las máquinas (Terminator, Matrix, y un largo etcétera), pero por entonces fue ciertamente original, especialmente por el tratamiento que Kubrick y Clarke le dan. En este punto, destaca un aspecto,y es el de la muerte de los personajes: mientras que las muertes de humanos son narradas con una frialdad y distanciamiento escalofriantes, casi de forma anecdótica y sin importancia, la "muerte" o desactivación de HAL es la única muerte realmente "humana" (el momento en el que canta aquella canción es brillante), así como la única con la que el director y el propio espectador se involucran emocionalmente... ¿Podrían llegar las máquinas a convertirse en verdaderos entes humanos, con sentimientos? ¿Podemos llegar a ser los humanos seres incluso más fríos e insensibles que una computadora? Estas son algunas de las numerosas conclusiones y preguntas a las que se llega tras visionar esta segunda parte de la película. A cada uno le suscitará diferentes reflexiones, seguro.
Pero todavía resulta más intrigante la otra cuestión, la de los monolitos, figuras dotadas de un hondo significado. Hasta en 5 ocasiones aparecen, siempre en momentos cruciales no sólo de la película, sino también del transcurso y evolución de la humanidad. Misteriosamente, estos incomprensibles artefactos parecen conducir el progreso humano y dirigir su avance. Estas apariciones, acompañadas de unos horripilantes y estremecedores coros de voces de ultratumba, se cuentan entre los instantes más conseguidos del film. No diré más: que cada uno saque sus propias conclusiones, y lo interprete a su manera. Que si el monolito respresenta a Dios, que si podría ser un ente superior... Las interpretaciones sobre ello son abundantes, y a pesar de que circula una teoría confirmada por los propios responsables de la película como la "versión oficial" (la cual no reproduciré aquí para no quitarle parte de la graci al asunto), es cierto que la variedad y cantidad de lecturas a este respecto es grandísima. El final, apoteósico y extraordinario, contribuye a ampliar aún más este abanico de posibilidades.
En resumen: una película inolvidable, imprescindible, tremendamente inquietante y plagada de imágenes y escenas que forman parte de la mejor historia del cine. Y sobre todo, una profunda reflexión sobre el ser humano, el tiempo, la existencia, el universo, la vida y, por qué no, la muerte. Para mí, una experiencia obligada.
Por mi parte, seguiré pensando y buscando nuevas lecturas, mientras espero un nuevo visionado que no creo tarde demasiado.
Os animo a aportar vuestras propias opiniones e interpretaciones sobre esta odisea espacial e intelectual.