Voivod - Killing Technology

Enviado por Spaggiari el Mar, 26/08/2014 - 21:51
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1. Killing Technology - 07:33
2. Overreaction - 04:45
3. Tornado - 06:02
4. Forgotten in Space - 06:10
5. Ravenous Medicine - 04:23
6. Order of the Blackguards - 04:28
7. This Is Not an Exercise - 06:18

Hemos llegado al recinto, al podio sacro, pulcro y divino presbítero donde se guarnece el capullo rufianesco del Thrash más avanzado, desequilibrado, manufacturado, aquél que fue interpretado por adalides, jefazos del cartucho progresivo, ese que hasta el día de hoy sigue siendo quebraderos de cabeza. Es cierto que en el Metal hay retos y muchísimos desafíos, nadie queda exonerado –por muy corruptos que tengan sus oídos- de esos inherentes obstáculos que se presentan; más cuando se es joven, y de blandas escuchas; nada entra a la primera oída, menos aún cuando bandas con un cierto grado de costrosidad interpelan por ser re-re-escuchadas. Más curioso es aún que, sin amagues o destientos, la escena canadiense domine (y Dominó) con una cobija rugosa de áspera textura, tal como una frazada emparejada por hilos negros del diámetro de un espagueti, hecha con una reciedumbre perpleja que fueron encabezados por nombres como: Razor, Sacrifice, Annihilator; escuela que tomó como heraldo, después, a bandas con el prestigio undergroundiano de Hallows Eve ( EE.UU), y, Mekong Delta (Alemania), no obstante, las secuelas de Canadá empezaban a dejar su patrimonio en las anteriores citadas, cuando menos, sus segundos o terciaros álbumes de éstas: el enjaezado nibelungo del Thrash progresivo se difuminaba por los continentes.

Esa enhiesta y malhechora revelación tiene lugar y origen en Voivod, banda a la cual, por no decir que debemos 7 vidas de gatos negros a su adoración, le tendremos que venerar por su fecundo y amurallado legajo, sin protestas o caviles, a escuchas comprometidas. Ser parte de los ochentas (Carajo, ‘84) es cosa, para el rubro del thrash, de ser definidos o diestros, no hay más explicaciones. Bandas esquivas, enconadas e insociables eran sólo Motorhead y Venom del aquel entonces, cosa incuestionable era que estaban muy bien ubicadas en su escena atrincherada. Puesto, que en el fango de 1984, presentar un disco como lo hicieron los Voivodas, era (Y es) incalificable, casi un baktun maya, una experiencia paranormal, fácil, un desdoblamiento corporal; entonces, ya sentados como chiquillo que espera que suceda algo y no sucede ni papa, Pum, de machetazo sale Word and Pain regodeándose en su perfil de asesino cyborg, ofreciendo intestinas cruzadas para cualquier otra agrupación del momento, comparable sería el caso con Show no Mercy de los tonsurados Slayer, éste último siendo jugo de pacaya para los Voivod; así se los tragaban los canadienses, sin remediciones o indulgencias baratas, sólo con vaho y frio aceite que se vertía sobre cualquiera frugal cena. Insufrible letanía, camarada.

A más de algún inescrupuloso oyente ambulante, esta música primitiva de fluxus futurista, le pareció… ¿divertida? O tal vez nunca se la tomó en serio y sólo aprobaba su chatarrero (también chocarrero) sonido, así se pasaba el rato, ¿no? Todo lo que una vez se torna por lindes distintos, como ver un automóvil saliéndose del carril y enfilarse hacía la peatonal, yendo a por un transeúnte que está descansando sus piernas; así de accidental y descabellado es. Es siempre curioso, hasta trágico. Muy desconcertante es oír su música tan atronadora, y así de lamentable es que nos pase encima “el acorazado de Voitemkin”: una experiencia falaz y aprensiva, que puede dejar heridos, conmocionados, lesionados e inservibles de por vida; pero con ganas de recibir el metrallazo otra vez.

¡Tremendos masoquistas! No tienes con una vez, pues ahí va, dos, tres, cuatro, y las ruedas de la tanqueta te pasan encima, ya sólo tienes la cabeza, libre del cuerpo, yaciendo en un páramo, no puedes moverte, en cambio, te gusta recibir el sol, y venga, ahí viene de retorno del tanque. Sonríe, que lleva banda sonora consigo: suena ‘Killing Technology’, el tema más apropiado para hacerte saber que, lo que una vez escribió Isaac Asimov, era cierto: los androides dominarían el mundo...Piggy (Descansa en paz, maestrazo)y lo suyos debieron arrebujarse obras enteras del novelista americano. Pero, ellos contaban con una pequeña variación acerca de los relatos de Asimov: Aquí no se aplicaban leyes benévolas o apologéticas para con el ser humano, esta versión supone la cosificación del individuo como especie, haciéndose pasar de dominante a esclavo o inutilizable herramienta.

Killing Technology es el álbum que empieza a descolocarse de los anteriores, introduciendo elementos más progresivos a su música, así como siempre trabajando con los asincrónicos patrones de guitarra, espeluznantes y disonantes notas emanadas por la sapiencia de un Piggy, siendo un estratagema y coloso guitarrista como pocos. Hasta el día de hoy sigue siendo ridículo que este guitarrista del nivel de un Kerry King, pero con otra dimensión, una menos salvaje, no sea siquiera mencionado entre los grandes, muy a pesar mío, éste tuvo caracteres compositivos a la vez como ejecutivos-ejecutores como ningún otro, ya que sus patrones arrítmicos en cambios atonales (Véase Rrröööaaarrr, placa del ‘86) debieron (y Son) de ser la vanguardia excelsa entre grupos de Thrash. Pero, aquí no sólo reverbera el guitarrista, si vamos a encomiar, no olvidemos entonces a Snake, Blacky y Away, todos tan indispensables como las serpientes de la cabeza de medusa.

El exterminio vengativo empieza con ‘Killing Technology’ y ‘Overraction’, ocupan dos tercios de nuestra cara A. Aquí se expone lo que a Voivod le gusta sintonizar: esos tempos regulares, con fraseos agrios, sensación cual alborozos sofocados de un Snake que hace honor a su remoquete. La cantidad de fraseos también es ventaja para el timbre de Snake, de otra manera éste no se ve envuelto en una limitante tosquedad o amasijo de tonos graves de violencia y acidez plana, sino que, las tesituras son encarnizadas con un feeling desaprensivo, algo muy único; canta mal, pero, un Pavarotti no es necesario para esta fiereza y salvajismo descompuesto. ‘Tornado’ es lugar para maltratados, de paisajísticos y emergentes climas a medio tiempo, nadie dijo medio cocido; el asechamiento de un bajo con presencia embravecida, embalajes pulverizantes y marchantes, tomando de asir una sección rítmica con unos solos requebrados… ¡Laissez Faire! (Dejen hacer, dejen pasar, el mundo va solo)

En el lado B, vienen los mejores receptáculos de la empresa: ‘Forgotten in the Space’ de una fisionomía extraña, deshilachada, con tiempos densos, guitarra como sablazos, así a la improvista contienda; eso, que luego viene el fuelle con el solo, los punteos, los acordes irregulares, y no olvidemos la batería expansiva, enrevesada, apisonadora, tirando lodo sobre la escarcha. Mis estimados respetos para el nivel concluso de los músicos. Pieza magistral. Sin dudas, lo mejor del laboratorio futurista de Killing Technology.

‘Ravenous Medicine’, ‘Order of Blackguards’ son ataques unidimensionales, rápidamente te transportan a un paraje inhóspito, a un lugar que sólo con pisar el primer metro, te asfixia. Lo rechazas absolutamente, pero luego te atrapa porque tiene ese no sé qué, esa mágica y malhadada aventura que te inclina a seguir interponiéndote más con tu ser consciente que, te grita al oído: Sal de allí. Apresúrate. Pero tú das rienda suelta a la peligrosidad que se oculta en los Blast ahogadores, en riffs con altos registros de distorsión, una voz algo monódica, y un bajo como el corazón que se precipita, y sorbe a la diástole con su segunda contracción parándote el chacalele.

‘This it not an Exercise’ es la más compenetrada con los riffs del Thrash, algunos coros hardcoreros; sin embargo, todo se oye tan alejado y genuino, como nunca antes tocado. Qué sabrosura, qué sordidez, oímos el mejor bajo de todos, casi de la resonancia de un Steve DiGiorgio. Las mejores notas que se pueden ejecutar, y sin perder un atisbo de integridad. Y al final unos solos, unos baquetazos. No termina aquí, me faltó unas canciones, pero hasta estas alturas serie repetir más de lo mismo.

Esto es Voivod: ni a la primera te van a entrar, quizás aunque lo escuches 15 veces no se te quede el 30% de su concepto, puedes pasarte ratos desairados y sentirte traicionado porque no hallas música que te fortifique o que te haga sentir identificado… pero eso no es excusa, su propuesta es invaluable, única y exclusiva. Si ya de verdad no te gusta Voivod, si te he visto y no me acuerdo.

Valoración: 10

Snake: Voz.
Away: Batería.
Blacky: Bajo.
Piggy (R.I.P. 2005):Guitarra.

Sello
Noise Records