
1. Disseminated Intravascular Coagulation - 04:09
2. Necrotizing Fasciitis - 03:20
3. Cancrum Oris - 03:59
4. Pit of Pestilence - 03:28
5. The Prodromal Phase - 04:02
Cuenta la leyenda que una vez existió una banda que quiso retar al propio Zeus con agravadas injurias acusando al Dios de no ser lo suficientemente macho para habitar el Monte Olimpo; también propinó que todas las criaturas que éste había incubado, eran una especie de seres endebles, sin fuerzas parar crear el tormento con el arte musical extremo. Zeus en su cólera, y para no quedar evidenciado de ser un mariconazo de papelón completo, le concedió a esta agrupación el espacio de demostrar, bajo el manto propio, que tan buenos y honrosos podían ser para levantar semejantes calumnias: A ver si eres tan bueno, así como cagas. Los jóvenes, ufanados de la nueva empresa en la que estaban implicados, aceptaron el acuerdo de Zeus: En 3 Años, la agrupación ignota tenía que presentar en más de 15 minutos y menos de 20, una prueba fehaciente que dejara pálido de vergüenza al Dios del rayo. Llegó el momento.
La banda en su primero año sorprende de inicio con su nombre: Viraemia… ¿qué carajos? Invasión prolífica de determinado virus mortal en el torrente sanguíneo, donde la ausencia e intervención clínica negligente, puede ocasionar sintomatología análoga a la rabia. El siguiente año, 2009, Viraemia saca aquella refutación que lo consagraría como una de las bandas más brutales, hoy ya extintas, de nuestro tiempo, y también una de las que hizo arredrar al padre de los dioses.
Bueno. Ya después de aquella bobería e irrelevante introducción, vamos de lleno con esta reseña.
Viraemia es una banda, de esas escasas, que llegaron como la nueva generación, redentoras del Death Metal, y que poco después se enarbolaron como una de las primogénitas revelaciones del siglo. Con relación a esto podemos citar una cantidad de bandas que, escalonadamente, fueron agregando su grano o terruño de brutalidad en la formación del Death Metal; y no sólo discos clásicos de los 80’s fueron los inmoladores para dicho ámbito musical, sino varios que después de los 00’s eran categóricamente obscenos trabajos de primer nivel. Ejemplos están en ‘Into the Lungs of Hell’, ‘Blood Rapture’, ‘Crimson II’, ‘In their Darkened shrines’… por mencionar algunos.
Todos excelentes y trabajados dólmenes del más alto y exquisito nivel. Puesto que había una mancha que hacía a Viraemia una banda de institución, dejando en el camino a todas las anteriores; y era que su técnica, iba más allá de lo prosaico anteriormente escrito, sobre todo que las única agrupaciones que se le podían equiparar en caos, sería gente del rubro de Brain Drill y Origin, éstos por su alto nivel y desarrollo articulado en tecnicismos imperiosos.
Aunque como bien lo expusimos al principio: 18 minutos eran una hollada para los anales de la historia del Brutal Death. Porque le restaría nada si fuese un Demo el aquí concebido; aunque con una larga duración, para este tipo de adrenalina llevada a la demencia, no sé de lo estos maníacos hubieran sido capaces. Así como esa suposición puede haber varias más; como decir que habría sucedido si la carrera de los de Arziona hubiese sido más larga, más premonitoria o, incluso hubieran explorado e irradiado otro concepto, siempre y cuando siendo cada vez más brutales, llevándolos a la mayor fechoría jamás conocida, jamás emparentada con nosotros. Total que desconocida.
Eso sí, mis estimados. Nombrecitos los que se sitúan aquí, tales como “intervención vascular intravenosa gonorréica de supuraciones anal” cosas así son las que nos topamos; aunque, debo hacer mención que muy conocidos son tales apelativos o descripciones, para hacer llamarse una banda que no tiene ni una gota de Grind. ¡Ojo! Qué el disco puesto a todo volumen (y estas no son las tópicas advertencias de siempre) puede crear una bella contaminación al medio ambiente, tal como un dosis descontrolada de mercaptano por todos los aires… así llega la muerte: lenta y dolorosa.
‘Disseminated Intravascular Coagul’ parte de ese sonido, como si a la producción la hubiesen embadurnado de moco helado y denso; tenemos el groovie de la primera entrada, con un nombre más que ridículo, pero cabalísimo. Una cosa la dejaré clara, y es que sí estás esperando los riffs con el arcaico rasgueo que va in crescendo para desatar luego la brutalidad desalmada, pues estás perdiendo el tiempo. Porque una cosa, si es la que hay aquí, y es un ambiente desfigurado por antonomasia lo que te abrazará con profundo y lento estrangulamiento. Empezando por el bajo, puesto que el individuo que maneja dicho instrumento, portentoso cabe decir, es nada menos que un deforme y útil utensilio, cargando consigo un manojo de cuerdas en su haber: unas 15 ó 20, ¿quizá? Sin exagerar. Queda descubierto que estos tipos no estaban jugando a la gallina ciega. Ellos fácilmente pudieron entrar en bandas con alto prestigio que los diera a conocer, ya que su talento es de los pocos acercamientos que uno puede tener con maravillosas piruetas y malabares, y eso que siguen siendo unos completos desconocidos
‘Necrotizing Fascitis’ He aquí el primer Slam que se ejecuta con rezongada pasión, y unos gorrinos que empiezan a despertarse de mal humor hacen el retrueno del trasfondo. Es innegable que alguien pudiera contabilizar cuántos cambios hacen en esta canción, y aparte de los cambios, cuantos punteos se ejerce entre el bajo y la guitarra… creo que entre esas cuerdas hay un pozo insalubre de mil serpientes que se contonean con repulsivas convulsiones. Total que estamos timoratos ante crudelísimo estertor. Más estupefactos quedamos, cuando se empeñan en construir y reconstruir esos enigmáticos patrones de ritmos. La verdad que me gustaría mucho saber, sí es que tienen memoria de elefantes o es que ensayaron desde hace mucho en los garajes, para haber compuesto serpenteadas elaboraciones.
Donde podemos tocar la llaga de su manifestado cacumen, es el tercer escalón, donde la atmosfera se vuelve más opresiva y ardiente. ‘Cancrum Oris’ es esa que llega a hundirnos más en la goma acaecida, en esa telaraña gigantesca, donde la boca hocicuda de una tremebunda araña patona, se acerca para envolvernos en su “amigable sábana de seda” e injertarnos un aguijonazo de alacrán africano. Los punteos son más rápidos o igual de rápidos, o es que la noción de rapidez está ya tan acentuada a nosotros por haberlo pescado con tanta presteza, y estar inundado al cuello, estar inmovilizados, “paraplejizados”
El baterista hace un trabajo inmisericorde, donde los blast beats luchan con voces duales a modo de combate de Michael Collins; una voz más asemejada al griterío fervoroso del Black, y una gutural por excelencia que se puede escuchar desde un barranco no pidiendo ayuda sino deseándote los peores deseos.
Pasa lo mismo con ‘Pit of Pestilence’ donde un estribillo maléfico es el comandante de la beligerante localización que se corroe por las paredes, así también pasa con la última sucesión, ‘The Prodromal Phase’ donde el epitafio se cierra con incrementada velocidad y desmesura. Pero para no hacer aburrido el rato, termino aquí sin descripción de lo perplejo y sugestionador que puede ser llevarse a la boca este bicho malévolo, con ganas de picar e insertar su sarna en todo el esqueleto lechoso.
Hay que ver lo hijo de puta y valeroso que hay que ser parar sacar pipotes así, como este ‘Viraemia’ con tan sólo menos de 20 minutos destrozan lo que 20 discos de 1 hora cada uno no hacen. He allí la corona de estos relevos del nuevo milenio. Y así gusta la música: Bandas que se extralimiten a cada segundo, que quieran ir más y más lejos de todos, y principalmente de sí y sus pasiones. Y es que si existen los dioses que rigen mundos, pues siempre existieran los luciferes, esos que su sabiduría los llevará siempre un paso más de todos.
Puntuación: 10.
Tony Martinez: Voz.
Scott Plummer: Bajo.
Michael Collins: Batería.
Josh Hernandez: Guitarra.