Ulcerate - Vermis

Enviado por Betrayer el Mar, 19/11/2013 - 00:07
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El que hoy os escribe viene a ser un personaje que se vanagloria, con escasa modestia, de disponer dentro de sus gustos musicales, de un amplio abanico de estilos que abarca desde el “happy” Power, al Brutal Death, pasando por Black, Progresivo, Thrash, Technical y un largo etcétera sin despeinarse y alardeando de ello. Como será que esta es la segunda ocasión en lo que va de año, que mi fanfarronería acaba cayendo en el más pútrido de los charcos y me veo obligado a reconocer que un jodido disco de Death/Technical, me ha hecho estremecer hasta límites insospechados cual víctima de un psicópata acosador.

Así es, primero fueron Gorguts con el angustioso “Colored Sands”, y ahora es el turno de Ulcerate y su asfixiante a más no poder “Vermis”. Da igual lo que te hayan contado, la de discos de Death y Brutal Death que te hayas zampado hasta la fecha, si eres más satánico que Glen Benton dándole una papilla en la cárcel a Vikernes, porque con este horrible plástico vas a sufrir más que Ana Botella hablando inglés. Coñas a parte, ¿alguna vez te ha ocurrido que lo pasas mal escuchando un disco de metal? Pues te puedo asegurar que estos animales consiguen tal sensación con su escabrosa propuesta. Los hay aún más rápidos y técnicos como Obscura o Necrophagist, por citar algunos, pero ambas formaciones no son ni la mitad de corrosivas y perturbadoras que los neozelandeses.

“Vermis” contiene un Death Metal tan denso, tenebroso y oscuro, que solo puede generar mal cuerpo. Las canciones son de una pesadez tan extrema, que incluso el hecho de que se vayan intercalando múltiples blast beast no consigue darle al conjunto sensación alguna de velocidad, pues al final lo que se acaba imponiendo es la mencionada asfixia. Esas guitarras tan estiradas y profundas, que parecen querer llevarnos hasta el averno, y para ayudarlas tenemos el terrorífico growl del cantante/bajista Paul Kelland, que no da una sola tregua melódica en todo el disco. Lo más parecido a un respiro que vamos a encontrar en el plástico es la instrumental “Fall to Opprobrium” y nada más, corte que cae de forma estratégica después del track más burro (y puede que el mejor) del disco "Confronting Entropy".

La pesadilla, perdón, el disco, debe considerarse y apreciarse en toda su extensión. Es imposible escoger un tema suelto ya que el disfrute de la obra se consigue entendiéndola como un todo. Incluso para los más avezados que quieran entrar en el complicado reto de desgranar los temas uno a uno, ya les advierto de antemano que la tarea requiere un número de escuchas muy elevado. Las estructuras de los temas son extremadamente complejas y eso, junto a la ausencia del típico riff reconocible y pegadizo sobre el que se asiente el tema, hacen que el esfuerzo por memorizar los cortes en su total extensión sea en un noventa y nueve por ciento de los casos estéril.

Hablar de la calidad técnica en un disco de estas características es caer en el absoluto desconsuelo para la mayoría de los mediocres mortales. Componer, memorizar y tocar este monstruo de casi una hora de duración requiere un altísimo nivel que no se consigue de la noche al día, pero claro, estos demonios, aunque desconocidos para la mayoría, llevan dándole al asunto toda una década. Así que si estás dando tus primeros pasos como músico en esto del metal no intentes emularlos, pues tus neuronas pueden resultar malheridas.

El reto está ahí, a tu alcance, ¿te atreves con ellos?, espero que sí. Lo más que te puede ocurrir es que acabes acurrucado en el fondo de tu habitación temblando de miedo, esperando a que acabe la reproducción pues no te atreves a darle al stop no sea caso que te reviente el dedo o algo por el estilo. Acojonan y mucho, pero amigo, si eres capaz de aguantar el tipo, al final el esfuerzo será recompensado. A mí me ha costado horrores, como me pasó con el mencionado “Colored Sands”, pero la recompensa es enorme. Una vez superado el miedo y el dolor, soy capaz de disfrutar de una brutal obra de Death Metal Técnico de dimensiones colosales, que al final acaba siendo incluso adictiva. Será que en el fondo a todos nos gusta enfrentarnos a nuestros demonios y vencerlos, pero el disco que en su día estuve a punto de dilapidar a las primeras de cambio, se ha acabado convirtiendo en uno de mis mayores descubrimientos de este 2013, y espero que también lo sea para ti.

Jamie Saint Merat: Batería, percusión
Michael Hoggard: Guitarras
Paul Kelland: Bajo, voz

Sello
Relapse Records