
1. Abrogation
2. Yield to Naught
3. There Are No Saviours
4. Shrines Of Paralysis
5. Bow To Spite
6. Chasm Of Fire
7. Extinguished Light
8. End The Hope
Hay que tener las espaldas muy anchas y las miras muy cortas para pertenecer a esa tribu de “derrotistas” que en especial, en nuestra escena, sacan el coraje para afirmar categóricamente que en el metal ya no queda originalidad. El metal está muerto ¿No sabes? ¿No te has enterado? Bueno, en tal caso, muchos de nosotros supongo que nos habremos montado una película muy grande con respecto a bandas como Deathspell Omega, Abyssal, A Forest Of Stars o sin ir más lejos los neocelandeses Ulcerate. Ojo al dato, porque van ya con este Shrines Of Paralysis seis trabajos de estudio (contando con The Coming Of Genocide) y los tipos, lejos de desvirtuarse o echarse a perder, se mantienen ahí, reteniendo tu técnica y… algo más.
¿Y qué es ese “algo más”? Qué demontre vinieron a traer estos titanes de Oceanía a nuestra parroquia en la era del “es que ya todo está inventado”? Pues mucha atmósfera, pavor… una identidad fácilmente reconocible. Es cuestión de segundos, sobre todo entre los tres últimos discos de estudio, lo que nos hacen falta para chasquear los dedos y formular las palabras mágicas: “Esto es Ulcerate”. Vaya. De entre todo ese enorme océano de bandas de death técnico, progresivo, y demás inventos... de todo ese compendio de nuevas “aleaciones de la muerte” nos sale un megalodón en el siglo XXI hasta la superficie y brinca ante nosotros y nuestras modestas cañas de pescar. “¡Hostia Paco, arranca! ¡Arranca! ¡Llévanos a tierra que no la contamos!”. Vienes una mañana apacible de pesca a la inmensidad de la red, a cazar y almorzarte a una banda de death cualquiera, y sin comerlo ni beberlo el que resultaba estar en el menú eres tú. A veces pasa. Pues ahí tienes a los Ulcerate, que más que imaginártelos masticándote, te los puedes imaginar engulléndote de un solo bocado. Escucharse un álbum de estos deathers abisales es como contemplar el jodido fin del mundo, un Armageddon causado por cien catástrofes distintas pero todas a la vez. Exterminación, fuego, maremotos, radiactividad, terremotos… la jodida banda sonora de la desolación más absoluta, nítida y panorámica que jamás hayáis podido vislumbrar. Algo así comenté ya en su momento cuando hablaba del mastodóntico The Destroyers Of All, pero oigan, es que su premisa sigue intacta y bien fresca (si es que se puede usar semejante palabra hablando de esta banda).
Shrines Of Paralysis viene aquí y ahora a recuperar el territorio robado, a echar fuera a todos esos aspirantes que en ese lapso de tiempo entre Vermis y este engendro osaron campar por donde no debían. Ulcerate… nada menos que herederos de bandas como Morbid Angel o Gorguts, dominan su región con “colmillo de hierro”. No hacen concesiones a nadie, salvo quizás (y solo quizás), a aquellos a quienes les deben su grandeza. Shrines resuena con la misma fórmula que vinieron perfeccionando hasta el momento: guitarras y bajos atonales y atmosféricos, de esa raza que trata de dar una profunda sensación de caos desordenado, guturales apocalípticos, monstruosos y descomunales… y la mejor de todas las partes: la batería. La endiablada batería de Jamie Saint Merat. Hace ya un par de años que descubrí a esta agrupación de Nueva Zelanda, y sinceramente, desde entonces sigo manteniendo lo que pensé en aquel momento: he aquí a la mejor batería que jamás parió el metal. Opinión de cosecha propia ¡faltaría más! Pero uff… estoy seguro de que algunos más estarán conmigo en esto, no me cabe duda. Y ojo parroquia, que aquí en Shrines Of Paralysis no es donde haya visto más inspirado a Jamie, aunque el nivelazo supremo sigue ahí.
Abrogation, al contrario de openings como Odium o Burning Skies, tiene una pequeña pega, y es que en lugar de entrar de una manera digamos… sutil, se nos presenta ya demoledora, yendo directa a hacer daño. Y sí, aunque eso está muy bien, no vendría mal que nos comenzasen a sacudir con algo más de dosificación. Es un error, pero que se va subsanando con la llegada de tracks más “tranquis” a lo largo del transcurso del Shrines. Temillas como Yield to Naught; jugando con texturas, let-ring, pasajes calmos e interminables cambios de tempo. There Are No Saviours: la definición de la perfección en el sonido Ulcerate. Poco más que añadir, desde sus primeras notas de guitarra, pasando por el increíble momento que comienza en el 3:55, y acabando con los nudosos riffs que se van perpetrando por el medio; auténtica perversión y malignidad.
Ulcerate no son una banda para ponerse de fondo mientras andas a tus quehaceres matutinos… no señor. Hay que escucharlos con absoluta atención, tratando de centrar tu mente en el oído, en la música… porque basta con tan solo un minuto de distracción para que pierdas completamente el hilo de lo que aquí tiene lugar. Ulcerate lo exige, Shrines Of Paralysis lo exige. La cuarta y homónima canción del álbum es la más extensa de todas, y es la que tiene que lidiar con la grandeza que acaba de despedir There Are No Saviours. Tarea jodida… titánica incluso para Ulcerate, pero cumplen, cumplen sobradamente para equipararse a la anterior sinfonía del horror. Subidas, bajadas… como una gigantesca montaña rusa en mitad del declive de la humanidad. La de apocalípticos paisajes que llegamos a ver gracias a los dibujos que nos trazan con sus instrumentos Saint Merat, Hoggard y Kelland… no tiene precio amigos. Sencillamente estremecedor.
Bow to Spite enlaza la feroz Shrines of Paralysis con con Chasm of Fire, como una especie de interludio sosegado… Chasm of Fire abre al estilo de There Are No Saviours, progresando en las melodías y ofreciendo un excelente silencio para que apreciemos con más nitidez (si es que se necesita) la genialidad de Saint Merat en la batería. Una vez arrancada, desencadena de nuevo la tormenta sobre nosotros… la perdición del hombre y tal vez de la mismísima Tierra y de Dios. Redoblad la atención para los dos últimos minutos de desenlace, otro momento épico del artefacto.
Nos quedan solo dos piezas para acabar… y Extinguished Light no deja morir la magia bajo ningún concepto. Me encanta el paso del primer riff zumbador del track al segundo; afilado y retorcido como un diablo. Pero vaya, que toda la canción, al igual que el álbum en general (y ya puestos toda su discografía), está llena de momentos impresionantes. No faltan los pasajes más atmosféricos; esos en los que Ulcerate intentan recrearse delante de ti, como tratando que veas su obra en toda su majestuosidad y mientras… tú (pobre mortal), recobras el aliento y la cordura para otra refriega sonora. Es duro y agotador enfrentarse al fin del mundo… necesitamos los breaks y Ulcerate lo saben, nos necesitan vivos (por ahora). End the Hope arranca elegante, y poco a poco, nos envuelve en lo que el título nos predica. Las baterías ametrallan por momentos y en otros nos acorralan recorriendo todo su espectro sonoro, las cuerdas atruenan y sacan una y otra vez riffs de órdago… y Paul Kelland gruñe como solo él y unos pocos más pueden hacerlo. Es la voz de la muerte, y la muerte no perdona a nadie. Los meteoritos atraviesan la atmósfera. Es el final de todo lo que queda en pie, si es que queda algo todavía, somos los últimos supervivientes y ahora, en este aire cargado de polvo y radioactividad, encontramos nuestras últimas bocanadas de oxígeno. El cielo está teñido de rojo, la tierra es gris como el carbón y la ceniza. Las perlas ardientes del cosmos trazan rectas centelleantes en el cielo. Es un panorama dantesco, pero es hermoso. Nos gusta. Y finalmente… la colisión y el final de todo. Un eco de las guitarras retumba unos instantes… se ha acabado.
...Nada más que añadir. Son Ulcerate, y una vez más le han puesto banda sonora magníficamente a la extinción. A unos les horrorizará, a otros les hará tilín y poco más… pero hay unos, unos pocos… que veremos en discos como este lo que muchos se empeñan en no ver: que el metal no está muerto amigos; vive, y puede todavía acelerar nuestras pulsaciones, hacer brillar las conexiones neuronales de nuestras cabezas y humedecernos los ojos. El metal vive, y es capaz de ofrecernos la muerte. Ulcerate lo hacen, y yo les aclamo por ello.
Cinco cuernos: un 9,0.
Jamie Saint Merat: batería.
Michael Hoggard: guitarras.
Paul Kelland: voz y bajo.