Trivium - In Waves

Enviado por Heartbolt el Jue, 11/02/2021 - 20:50
1094

1. Capsizing the Sea
2. In Waves
3. Inception of the End
4. Dusk Dismantled
5. Watch the World Burn
6. Black
7. A Skyline's Severance
8. Built to Fall
9. Caustic Are the Ties that Bind
10. Forsake Not the Dream
11. Chaos Reigns
12. Of All These Yesterdays
13. Leaving This World Behind

Es frustrante para los rockeros y los metaleros jóvenes que nos interesamos a profundidad en el género estar en consonancia con la verdadera naturaleza de un movimiento generacional, entre toda esta cascada informativa del siglo XXI, en la que se mezclan opiniones de irrisorio fundamento con desconocimiento y disparates, de críticos frustados y artículos bien pagados para inflar o destruir agrupaciones como sea conveniente, donde, de no ser por páginas como ésta -donde conviven usuarios de todas las edades y orígenes-, uno se pierde de mucho y acaba atragantado de lo que se le antoje al conglomerado. Según dónde hayas nacido, será incluso más difícil sortear la radio y la televisión –cuyos “conocedores” algunos del género en Latinoamérica nos hablan de BLINK-182 como Rock ‘n’ Roll y de LIMP BIZKIT como Heavy Metal, creyendo ignorantes a quienes les oímos – para alcanzar la verdadera música que cada día está más y más escasa en las librerías –desplazando infinitos discos de Pop Rock para encontrar en el fondo algo de DOORS o preguntar si les queda algo de EAGLES– que todavía viven.

Este servidor tuvo la suerte, como muchos de ustedes, de tener una familia rockera, que compraba sus vinilos y cassettes como todo buen ciudadano y los atesoraban para el descubrimiento posterior de nietos y bisnietos. Sin embargo, para tristeza de muchos, el muchacho o la muchacha que a estos tiempos desee conocer y ahondar en esta música, especialmente en aquellas naciones que de Rock duro ha conocido más bien poco –cuando ocasionalmente algún grupo ha pasado de gira o cuando las tiendas reciben encargos de álbumes que ya están realmente saturados en el mercado internacional, ni qué decir que de Black o Death Metal no se espera hallar nada–, tiene dos opciones: o es el internet y nadar río arriba o es cazar lo que haya en físico en donde sea que uno pueda meter la mano, a riesgo de encontrarse con mil decepciones, a la par de los clásicos de toda la vida.

Lo demás es ver cómo formamos nuestro criterio, y es difícil –y tedioso– hacerlo viviendo esto sentado tras un monitor, o a solas en la habitación con el reproductor, soñando con ver quizás en sus últimos soplos a los gigantes del género –desde los DEEP PURPLE hasta bandas de los ochenta–, y a la vez ver pasar frente a nosotros, entre las pocas agrupaciones que de vez en cuando se dan una vuelta por estos lares, una interminable hilera de bandas de “Heavy Metal” que son casi todas al unísono hijas del mismo padre, que aunque no exentas de un buen headbanging en los conciertos, a uno, que ya ha catado cuanto ha sido posible todo lo de IRON MAIDEN, JUDAS PRIEST, ACCEPT, JAG PANZER, RUNNING WILD o SAXON que encuentra por allí –agrupaciones que aunque son del mismo cauce poseen su propia personalidad–, le resulta extrañísimo tener de frente a jóvenes sobreesforzándose por lucir una voz monstruosa, tocar la batería a tres mil por hora y exhibir unas guitarras tan groseramente toscas –y torpes– y ver que esto es en lo que se ha convertido gran parte del Metal, digamos, de consumo “popular”, porque, con todo, siguen habiendo bandas increíbles que no dejan de aparecer, y sería injusto meterlas también en el saco.

TRIVIUM y su quinta producción, “In Waves” –2011– vienen a representar la fragancia de estas tendencias modernas, pero como el primer gran desacierto –el primero de tres– que cometerían. Viendo hacia atrás, llegaron a la escena prácticamente de milagro –“Ember to Inferno”, 2003–, para superar barreras y establecer su estilo por sobre todas las cosas –“Ascendancy”, 2005–. Buscando reinventarse y encontrar éxtasis, aun a costa de perder intensidad, barajearon opciones y no les salió reprochable –“The Crusade”, 2006–. Finalmente, a base de esfuerzos inconmensurables, ofrecen uno de los discos más destacados de toda la escena metálica en el 2008, “Shogun”; pero desde entonces apenas han visto horizonte con “The Sin and the Sentence” –2017– y “What the Dead Men Say” –2020–, tras varios baches que, como ya verán, fueron buscados por ellos mismos, en el intento de acapar radios y televisores.

TRIVIUM no ha pretendido, pero el medio te lo quiere hacer ver a la fuerza, venir a ser la reencarnación de músicos que en el pasado influyeron a toda una generación. Son una agrupación más, una buena agrupación más entre cientos de otras, que por esfuerzo propio llamaron la atención de la gente correcta para tomar impulso, y de hecho ésa ha sido su carta triunfal y también la navaja para su cuello. Cuando uno hace su recorrido, contempla el ascenso de una banda que ha trabajado hasta conseguir el equilibrio y su lugar definitivo en la escena. Pero cayeron inevitablemente, como lo han hecho muchos, en una trampa absurda que aparece frente al rockero o metalero que consagra cierto nombre y desea mantenerlo. Heafy, como frontman simpático que todo periodista salido quiere tener en sus entrevistas, hace ya rato –cuando llegasen las preguntas acerca del porqué del “Vengeance Falls”, del 2013– que nos hubo aclarado algo importantísimo: “Vamos, lo importante es llegar siempre a más gente, aunque eso signifique perder algo de nosotros y tomar nuevos rumbos”.

De cierto modo es comprensible –y poco reprochable– que los músicos deseen perpetuarse a lo largo de las décadas en el imaginario colectivo. Desgraciadamente, en los últimos tiempos se nos presentó una absurda modalidad de venta –y una perfecta excusa para poner a cualquiera en el tablero– llamada, incorrectamente, “Metalcore”. Llevando al máximo las cacofonías, irrespetando casi siempre cualquier patrón lógico de producción, para que guitarras tradicionalmente distorsionadas sonasen como licuadoras y baterías vigorosas tuviesen más en común con un instrumento de tortura medieval –el machacacráneos– que con un precioso arquitecto de ritmos. Todo esto con el afán de captar al sector más joven del género con esas producciones estrambóticas y revientacerebros, que si uno no se ha escuchado antes a BLACK SABBATH, a RAINBOW o a LED ZEPPELIN, éstos parecerán luego bandas de Jazz de Nueva Orleans, ya que no “atruenan” como el “Heavy moderno”. Es así que descaradamente, con los excelentes resultados que mostrasen las ventas del Rock y el Metal más sobrecargado –léase lo llamado “Metal de época”–, al joven inexperto que en ocasiones no tiene ni un abuelo que moviese el pie con los BEATLES, le enseñan que esto es el “Metal”, y así lo reafirman en cada revista y en cada programa que se dedican a emitir. Y no soy ni un erudito ni un ilustrado en la materia, pero el día en que el Metal, presionado por grandes compañías, sea un indiscutible sinónimo de un modelo estándar en el que una banda es más “buena” que otra mientras suenen más alto y rápido sus instrumentos, o más “agresivo” y “polémico” se torne su vocalista… como diría el que más: apaga la luz y vámonos de aquí, que no hay nada que negociar.

TRIVIUM, que había venido emergiendo con fuerza, tomando múltiples influencias –Thrash, Groove, Death Melódico y el Heavy tradicional–, dejados llevar por las alabanzas que muy merecidamente tuvieron con “Shogun”, no sólo tiran por la borda lo construido, sino que abrazan este “Metal” odioso, monótono y saturado, donde la única variación notable se percibe en coros que yo asociaría por inercia a bandas de Pop Punk o el pretendido Post-Hardcore. “In Waves” marca el comienzo de la segunda etapa de TRIVIUM, una que nos trae tres álbumes, cada uno con sus potables aciertos pero con enormes deficiencias desde el primer momento. Lo rozagante, temerario y heroico de “Shogun” es dejado atrás por una propuesta más convencional, donde Heafy y Beaulieu –los guitarristas– no construyen riffs memorables ni armonías destacadas, a favor de un enfoque oscuro y amenazante que, con el nulo desarrollo de la gran mayoría de los trece cortes, me resulta pretencioso y estático. Los guturales de Heafy ocupan la mayor parte del tiempo, sin variación, soportados por una potente pero repetitiva base rítmica entre Gregoletto y el nuevo baterista, Nick Augusto, que menos que hacernos recordar los brutales compases de “Ascendancy”, retrotraen a las carencias de su primer álbum, dejando de lado el hecho de sonar a ese “METAL” que parecen imitar con mucho agrado un centenar más de bandas, que de no ser por tener nombres diferentes sería imposible diferenciar unas de otras.

Lo que hace de “In Waves” un álbum tan difícil de procesar –si uno antes ha conocido lo que vino de ellos–, más allá de la nula necesidad de abarcar tantos temas, tiene que ver necesariamente con su pasado inmediato. Pasar de exhibir creatividad y prosperidad –ojo, sin procrear obras maestras, claro está– a prácticamente dejarse arrastrar por esta corriente que, efectivamente, les llevó a más público, pero entregados sin protestar a la incomprensible pero exitosa tendencia que ha confundido a la juventud que el Rock y el Metal tiene que sonar precisamente así: poderoso, rudo, colérico, pero sin ninguna trascendencia, sin ninguna particularidad, como muchos otros, donde uno nota que se esfuerzan completamente para no abordar interludios, cambios de tiempo, aportar algo más que únicamente distorsión y gritos, cuando naturalmente, como se aprecian en discos anteriores y luego en sus últimas obras, podían haber hecho algo más competitivo y con menos clichés... y clichés de los indeseables.

“In Waves” desecha composiciones enteras y muy bien trabajadas que nos mostrasen anteriormente para ahondar plenamente en típicos sencillos de tres minutos, sin escapar de la estructura clásica con líricas repetitivas, de escasísimo aporte, o congratularse con composiciones, digamos, más “técnicas”, pero igualmente predecibles. Sin embargo, si algo hay que destacar de este combo floridense, es que Corey Beaulieu contribuye siempre con solos impresionantes y se esmera en gran parte del álbum para salir de los esquemas y romper la monotonía, pero aún así es un esfuerzo que no basta para hacer de “In Waves” un trabajo realmente memorable.

No obstante, cuando llegaron a nosotros “Vengeance Falls” y “Silence in the Snow” –2015–, se hizo todavía más evidente aquel pronunciamiento que Heafy diese por el 2013, continuando con los cortes de radiofórmula, pero en esta ocasión bastantes cercanos a un Hard Rock alternativo. Tres álbumes casi rayando en lo plano; eso sí: tremendo sonido, guitarrazos bestiales, grosos gritos y las revistas y las páginas web de turno gritando “¡Potentes y ácidos riffs que rayan en el Thrash Metal! ¡Poderosas voces que emulan los aullidos infernales de bestias en la nieve!”, que de no ser porque trillé a oscuras decenas de cintas y vinilos en mi infancia y adolescencia –cuando descubrí el placer de comprar álbumes– me lo hubiera creído, aún cuando los medios en general ignoran a las bandas que están constantemente esmerándose por presentar una música muchísimo más trabajada y hecha desde el corazón, pero eso ya es trabajo de nosotros: a pescar al YouTube y rescatarlas, porque de otro modo ni nos enteramos, y más si vivimos en naciones donde apenas llegan los álbumes más famosos del género, porque si no… ni me imagino qué clase de educación musical tendríamos, o quizás ni Rock conociéramos, o puede que sólo la televisión nos educase, al igual que antaño, pero con PARAMORE, LINKIN PARK, AVRIL LAVIGNE, TOKIO HOTEL y demás como figuras centrales, como efectivamente he visto que viene sucediendo, por lo menos en Latinoamérica y España, desde hace más de quince años, con raras madrugadas en que a un chico demasiado prematuro para un ordenador o un smartphone le muestran, aunque sea, a METALLICA o a MAIDEN.

Puesto a dejarlo hasta aquí, los enlaces hablarán por sí solos. Las únicas piezas que con cierto vigor ofrecen un Groove Melódico y apreciable, entre tanto farfullo y tan pocas almendras. “The Sin and the Sentence” nos sacaría a TRIVIUM de este espiral decadente y gris en el que en sus cuatro primeras obras se esforzaron por no caer, pero que se vio apetitoso y efectivamente les consiguió festivales, aunque a costa de lanzar discos como pretextos para salir de gira. Sonido atronador, discos de oro, conciertos considerables… pero nada que después de una treintena de escuchas se te quede grabado verdaderamente; diez de las trece composiciones comparativamente iguales, de inicio a final. Riff tras riff... hasta que queda uno saturado y quita el disco a la mitad, si acaso.

¡¿Pero esto es el “Metal”, no?! ¡Es tenaz, vil, tenebroso y el vocalista “grita”!…

Qué tiempos tan confusos, compañeros y compañeras. Por suerte, todavía tenemos lugares como este Portal y otros pocos foros donde encontramos a hombres y mujeres verdaderamente empapados de conocimiento que siempre aportan sus experiencias y hacen sus certeras recomendaciones, o ya nos tocaría pasárnosla en Reddit o en Twitter discutiendo si BLACK VEIL BRIDES o PIERCE THE VEIL son Metal o Punk... por nombrar alguna sandez del estilo que constantemente observo en internet.

-61%-

Matt Heafy - Voz, Guitarra y Coros.
Corey Beaulieu - Guitarra y Coros.
Paolo Gregoletto - Bajo y Coros.
Nick Augusto - Batería.

Sello
Roadrunner