
1. La Tormenta
2. Tierras De Leyenda
3. Sodoma Y Gomorra
4. La Canción Del Pirata (I)
5. La Canción Del Pirata (II)
6. El Secreto Del Faraón
7. La Momia
8. La Torre De Babel
9. Una Juventud Perdida
10. La Caja De Pandora
11. El Caballo De Troya
No todo esfuerzo recibe su recompensa. Triste pero cierto, amigos. En este puñetero mundo en el que vivimos no siempre se pueden alcanzar las metas que uno se marca en su vida. Sin comerlo ni beberlo y, aún habiendo derramado sudor y sangre para llegar hasta ellas, podemos encontrarnos recorriendo todo un desierto de ilusiones, en donde mueren nuestros sueños. Sin embargo, existen excepciones. Gente que lucha, se entrega, lo da todo por cristalizar sus esperanzas y que, además, logra hacer que su existencia gire en torno a ellas.
Y ahí es a donde yo quería llegar, queridísimos compañeros. Es posible que la banda que les vuelvo a traer aquí no haya sido ni la mejor, ni la más innovadora, ni la más espectacular en cuanto a directos nos refiramos. Pero una cosa es segura: se lo han sabido montar. Y currárselo, se lo han currado. Créanme.
Cuando allá por el 97, tras lanzar una maqueta homónima años antes, decidieron cambiar el nombre de Privacy por el de Tierra Santa y se autoprodujeron su primer disco, Ángel, Arturo, Roberto, Iñaki y Tomy, crearon prácticamente sin saberlo, a uno de los más exitosos grupos del Metal patrio. Casi publicitándose ellos mismos dando a conocer aquel LP por los antros rockeros de su Logroño natal, y quedando finalistas del concurso “Imagina - Rock“, consiguieron no sólo un contrato con una multinacional discográfica, sino también girar de teloneros por toda España junto al mismísimo DIO.
Así lanzarían su segundo álbum y regrabarían el anterior, ambos ya con una considerable mejora en labores de producción y sonido. Su repercusión nacional fue creciendo hasta llegar a abrírseles las puertas del mercado extranjero. Gran culpa de esto último la tiene la obra que aquí nos ocupa. Tras este “Tierras De Leyenda“ nada volvió a ser igual para nuestros colegas riojanos.
Aún con un sonido algo crudo, los once temas contenidos en esta placa encierran algunos de los que con el paso del tiempo han ido convirtiéndose en auténticos clásicos, y verdaderos imprescindibles de su repertorio. Presentando a un nuevo teclista y otra vez con los hermanos San Martín a cargo de la producción, parieron su tercera criatura, nuevamente gestada en los estudios Sonido XXI.
Una ambiental intro nos sumerje de lleno en este viaje por los legendarios parajes de la historia y mitología de la humanidad. “La Tormenta“ arrecia y se desata al comienzo del tema título. Explotando con violencia y contándonos la leyenda del unicornio a base de Power Metal, virtuosos solos y arreglitos de teclado, con un riff inicial que recuerda al de “Gangland“ de los archiconocidos Maiden. ¿Plagio? ¿Homenaje? ¿O ninguna de las dos cosas? La polémica está servida, corazones. Y ahí se la dejo.
“Sodoma Y Gomorra“ y sus cortantes guitarras, o “La Torre De Babel“ con su speedico desarrollo, son otras de las más powermetaleras de todo el compacto. Tanto en una como en la otra nos muestran la cara más vengativa del que se supone nuestro dios, mientras que en “El Caballo De Troya“ y su iliádica letra, continúan por similares derroteros musicales, aunque aquí de una forma no tan redonda y un poco a modo de relleno.
También incluirían aquí, tres de las que se han convertido en clasicazos de la banda: “La Momia“ (con intro propia titulada “El Secreto Del Faraón), “Una Juventud Perdida“ y “La Canción Del Pirata“. Bastante mal separada esta última en dos cortes (habrían quedado mejor en una sóla pista) y poniéndole música de la mejor de las maneras, al poema (o canción, según se mire) que José de Espronceda escribió allá por el siglo XIX. No ha llovido ni nada desde entonces...
Consta de dos partes bien diferenciadas (la primera cañera, la segunda con tintes baladísticos y un contundente final), y es una de las imprescindibles e innegociables de todos los directos de la banda.
El par de temas con los que abría el anterior párrafo, no se quedan atrás en cuanto a éxito y repercusión. En el primero, al más puro estilo “Powerslave“, narran los devenires de un embalsamado faraón a golpe de acelerados y trotones riffs, luciendo unos estupendos punteos.
“Una Juventud Perdida“, por su parte, es un medio tiempo con inicio de balada de lo más sentido y emotivo, dedicado a todas las madres del mundo y a lo que sufren (algunas) por las vidas de sus hijos. Puede que se nos haga algo largo, pero no deja de ser otro de los mejores de este plástico que, por otro lado, logra crear en sus conciertos, algunos de los momentos más conmovedores de los mismos.
Ligeramente extensa nos podría resultar también “La Caja De Pandora“, de cuya letra no contaré de qué va, por razones obvias. Haciendo gala de unas bonitas cabalgadas por parte de Ángel y Arturo, y luciendo una melodía de lo más “maideniana“. No en vano por aquélla época, mis paisanos eran conocidos como los Maiden españoles e incluso, creo que fue en Alemania, llegaron a decir de éste que fue “el disco que no sacó Maiden“. Así como se lo cuento. Y tan anchos se quedaron...
Evidentemente, tal comparación no deja de ser excesivamente desmesurada y exagerada, pero no es menos cierto que aquí Ángel, Arturo y compañía, consiguieron realizar un trabajo de calidad, no exento de poderosos y tralleros temas.
Los punteos son realmente inmejorables, San Juan entona con un par (supliendo así sus carencias), e Iñaki lo dotaba de un machacón y repetitivo ritmo que seguramente eche para atrás a más de uno, pero que le aportaba ese toque tan característico que los riojanos mostraban por esos tiempos.
Lo que les decía al comienzo de esta reseña: no serán ni los mejores, ni los más innovadores. Pero técnica tienen para dar y tomar, pese a quien le pese y aunque pequen de repetitividad. Y encima molan, y un huevo además.
Y lo más importante: lograron pasar de ser un grupeto de barrio, a recorrer medio mundo recitando sus históricas, mitológicas y épicas letras. Y gran parte de culpa, aparte de sus esfuerzos por darse a conocer, la tuvo este sencillo y cañero disco lanzado en el futurístico año 2000, empaquetado bajo una carátula con excesiva estética de cómic, pelín cutrecilla.
La sangre de los reyes no correría todavía por sus venas, pero ya consiguieron marcar a fuego cuatro cuernos, en las más legendarias tierras conocidas e imaginadas por el hombre.
Ángel San Juan: Voz y guitarra
Arturo Morras: Guitarra
Roberto Gonzalo: Bajo
Iñaki Fernández: Batería
Paco: Teclados