Strapping Young Lad - SYL

Enviado por Betrayer el Jue, 13/06/2013 - 00:14
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En un pacto entre caballeros metálicos y melómanos (no firmado ante notario), Garfunkel, Metzeger y un servidor hemos acordado intentar reseñar la obra del maestro Devin Townsend al completo. Ardua tarea, pues si no me fallan las cuentas, sumando todos los proyectos paralelos del canadiense, nos vamos a la nada despreciable cifra de veinte discos en dieciocho años de carrera. Ya corren varios de ellos por el portal, pero todavía queda mucho y bueno por reseñar. Obedeciendo a nuestro corazón, cada uno se encargará de lo que más le apasiona y en mi caso es la vertiente más agresiva de Devin. Por eso hoy os traigo un disco “cruje-huesos” en toda regla, digno sucesor del aclamado “City” de 1997, y es que seis años nos hizo esperar el amigo Devin para entregarnos la sucesión de dicho disco. Aunque no anduvo con los brazos cruzados en este lapso de sis años, si no que fue soltando diversa joyitas en sus otros proyectos.

Para fabricar este engendro “metálico-cósmico-industrialoide-futurista”, Devin echa mano de los habituales en Strapping. El gran Gene Hoglan a las baquetas, haciendo gala de su habitual arsenal de imaginativas bases de batería, y con un doble bombo en plena forma que se acabará convirtiendo en una de las claves de este disco como ya comprobareis a continuación. Acompañando a Hoglan en la sección rítmica tenemos al otro barbudo Byron Stroud, y apoyando a Devin en la guitarra a su inseparable Jed Simon. Sin duda el trio preferido de Devin cuando de dar cera se trata, una maquinaria bien engrasada que se sabe amoldar a la perfección a las locuras “townsendianas”.

Y que mejor para meternos en situación antes de morder de lleno este trabajo que la intro “Desire”, ampulosa, futurista, épica, impactante, una intro que en poco más de un minuto ya nos prepara para el chaparrón “enérgico-industialoide” que se nos viene encima. Apartad a las criaturas, “Consequences” entra a matar, Gene Hoglan atronando con el doble bombo hasta que entra el poderoso blast beast y Devin se pone a berrear como un jodido poseso. Voz gutural, agudos y voz harsh ¿qué más se puede pedir? Quizás no sabías de qué palo iba el maestro Townsend, pues ahora ya lo sabes. No solo es un genio creativo y un excelente compositor, si no que se defiende divinamente con las seis cuerdas y encima tiene registros vocales para parar un tren.

Si te ha impactado el inicio agárrate fuerte para el tercer corte, “Ralentless” se perfila como la perfecta sucesora de la aclamada “Detox” de su anterior disco “City”. Tema percutor donde los haya, leña a diestro y siniestro, la voz semi heavy de Devin aposentada en la destructora base rítmica del maestro Hoglan no tienen precio. El impás instrumental del minuto 1:42 es de auténtico lujo, machacante y poderoso, dando paso a un cierre de corte que roza la locura esquizofrénica. “Rape Song” tampoco se queda atrás, está claro que Devin ha venido a reventar cervicales y no hay quien lo pare. Todavía queda alguna reminiscencia de los inicios algo más “sampleados” de “Heavy as a Really Heavy Thing”, pero los temas tienen la misma mala uva (o más si es que eso es posible) que los del mencionado “City”. Devin se gasta unas pintas de sociópata que acojonan al más valiente, y su música no iba a ser menos.

“Aftermath” entra futurista, etérea y rabiosa a matar. Si algún día estoy pilotando una nave espacial y voy directo a estrellarme contra un meteorito, (cosa no demasiado probable), creo que en mi cabeza sonará este inicio de tema. Una vez presentado el inicio cósmico el tema toma una pose más machacona, con un riff relativamente sencillo pero que engancha cosa mala. Absolutamente mágico el minuto 3:10 cuando Devin tira de agudo para encarar ese pasaje extraordinario del minuto 3:30. Acto y seguido parece que el tema haya fallecido, pero es mentira, el envolvente riff futurista de inicio de tema vuelve a aparecer y ahora para no volver a frenar, todo lo que queda hasta final de tema es “manteca colorá”, riffs sin excesiva complicación pero que parten cuellos sin despeinarse. Aun así habrá tiempo para el mismo momento mágico vivido hacia mitad de tema. Un corte antológico de verdad.

“Devour” es de los pocos cortes que pasa sin pena ni gloria, pues se asemeja bastante a todo lo expuesto hasta el momento, aunque algo falto de magia. Pero total son solo unos escasos tres minutos que darán paso a un trallazo con cierto aroma Black-Thrash en su riff principal, “Last Minute” atruena con cierto aroma épico y algunos momentos de desquiciamiento algo confusos, el resultado final es otra galleta con la mano abierta, en este disco no hay tregua, vas a pillar por todos lados. Y si no me crees échale un tiento a la siguiente “Force Fed”, atufando a los maestros Fear Factory, no en vano son sus mejores aliados en esto del Metal Industrial. El juego de tensiones entre “momento calmado”, “momento trallero” funciona de lujo, acaba poniéndote como una moto. Y qué decir del estribillo etéreo con la voz limpia de Devin inundándolo todo, una auténtica delicia.

Nos vamos acercando al final y Strapping no baja el pie del acelerador ni a la de tres, “Dirt Pride” entra hiriente, muy thrasher, hasta con cierto punto hardcoreta. ¿Los grillos del minuto 1:49? Pregúntale a Devin, vete tú a saber lo que le estaba pasando por la cabeza en ese momento. Cerramos con “Bring on the Young” un tema sublime que actúa in crescendo, las primeras guitarras acústicas y la “dulce” voz de Devin irán mutando segundo a segundo hasta alcanzar la dosis de intensidad deseada. No faltarán los teclados “abstractos” y los coros “cósmicos”, el tema se perfila muy grandilocuente, es el fin de fiesta y tiene que dejar una sensación de gran viaje musical sí o sí.

Y es que en definitiva, embarcarse en un disco del maestro Devin es precisamente eso, meterse de cuatro patas en el fascinante universo paranoico-musical-metafísico de este fiera, adentrarse en sus entrañas y disfrutar de una música única, excepcional, diferente, creada con rabia y sensibilidad a partes iguales. Un paseo cósmico-metalero de escasos cuarenta minutos que sin duda no dejan indiferente. Te podrá gustar más o menos, pero nadie puede negar que la imaginación y creatividad de este personaje son magistrales.

Pues eso, un 9,5 y con la gorra, penalizamos si queréis "Devour" por repetitiva, pero el resto es todo oro puro. El gran Devin Townsend en uno de sus momentos más rabiosos, consciente de ello al año siguiente se cascaría un directo "machacasaurios" en toda regla, pero eso ya es material para otra reseña.

Byron Stroud: Bajo
Gene Hoglan: Batería
Jed Simon: Guitarra, teclados, samplers
Devin Townsend: Voz, guitarra, teclados, samplers

Sello
Century Media Records