Soundgarden - Down on the Upside

Enviado por HaKi Stargazer el Vie, 21/05/2021 - 13:16
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1. Pretty Noose - 4:12
2. Rhinosaur - 3:14
3. Zero Chance - 4:18
4. Dusty - 4:34
5. Ty Cobb - 3:05
6. Blow Up the Outside World - 5:46
7. Burden In My Head - 4:50
8. Never Named - 2:28
9. Applebite - 5:10
10. Never the Machine Forever - 3:36
11. Tighter & Tighter - 6:06
12. No Attention - 4:27
13. Switch Opens - 3:53
14. Overfloater - 5:09
15. An Unkind - 2:08
16. Boot Camp - 2:59

Hay ciertos subgéneros dentro del rock y el metal que te muestran lo bonito de la vida al recargarte la energía, motivarte con sus letras llenas de optimismo y ayudarte a superar varios retos del día a día con su buena onda. Sin embargo, también es cierto que ni la música happy podrá evitar que nos deshagamos del lado oscuro de la vida; es inútil, siempre estará ahí, y por más que intentemos negarlo, sólo nos queda resignarnos y aprender a convivir con este. Precisamente de ahí deriva una de las razones por las que propuestas como la de Soundgarden funcionaron tan bien, pues, al abordar a la sombra, lograron que muchas personas abrazaran su fragilidad y se sintieran escuchadas y comprendidas cuando caían en días negros.

Hace poco se cumplieron 4 años desde que su cantante y líder, Chris Cornell, uno de los artistas más estremecedores dentro de la escena del rock, decidiera abandonar este mundo después de una larga lucha contra sus demonios internos. Y aun cuando él ya no podrá seguir deleitándonos con su presencia en este plano terrenal, su espíritu continúa presente en su obra y seguirá fungiendo como una gran compañía, principalmente para esos momentos en los que en verdad queremos olvidarnos de todo y desaparecer, aunque sea por un breve momento.

Adicciones, dolor, confusión, frustración, rabia, tristeza y otros sentimientos sirvieron como los elementos fundamentales para que se concibieran algunos de los mejores trabajos de la historia del rock durante esa colorida y experimental década de los ‘90s. Y no voy a ser yo quien le reste el mérito a lo ofrecido en los ‘80s, porque está claro que cada generación tiene un diferente enfoque y eso debe de respetarse; pero también es cierto que lo trendy de aquella década terminó por gastarse más de lo necesario y que en nada ayudaría a ignorar una realidad que constantemente se encargaba de pisotear los sueños e ilusiones de los más jóvenes.

Sé que este es un tema bastante manido, mas no puedo dejar de aplaudirle el mérito a las bandas de grunge por sacarle el jugo a temáticas lúgubres de una manera muy creativa y, de cierta forma, "accesible". En este aspecto, Cornell, que era el letrista primario de Soundgarden, tenía las más pura esencia de un amigo de penurias, aquel que suele darte lecciones porque también ha caminado por el fango, aquel que te estrella crudamente con tu realidad pero te dice que no estás solo en esto, que la esperanza radica en buscar ayuda y tener la voluntad de realizar cambios en tu vida. Huelga decir que no es mi intención elaborar un tratado sobre la psique de Cornell, puesto que jamás podría conocerlo a fondo y me llevaría toda una eternidad intentándolo, simplemente soy muy sentimental y no dejo de conmoverme por la belleza y genialidad de letras como las de “Times of Trouble”, “Seasons” o “The Day I Tried To Live”. Cosas así de intensas te dejan reflexionando incluso después de varios años… ¡eso no está al alcance de cualquiera!

Cosas aparte, para 1996, Soundgarden abandonaba casi por completo los pesados riffs a lo Black Sabbath con el objetivo de abrazar un estilo más alternativo sin ninguna restricción, lo cual provocaría que las fricciones entre los músicos se intensificaran. El conflicto, principalmente, se originó porque a Kim Thayil no le agradó nada el que Cornell dejara de lado el elemento “heavy”, que les había dado un sello distintivo, en pro de experimentar y “suavizarse” más de lo que le parecía aceptable. Y aunque la molestia del guitarrista es comprensible, yo percibo un gran acierto, sobre todo porque la mayoría de las letras funcionan mejor con esta propuesta y las canciones logran adquirir la suficiente identidad para remarcar una heterogeneidad que brinda diferentes matices con cada escucha.

Down on the Upside giró tanto la tuerca que fue desdeñado y elogiado por partes iguales desde su lanzamiento, llegando así a superar las fronteras musicales de Superunknown pero sin alcanzar su nivel de impacto. Mientras que canciones como “Never Named”, “Never the Machine Forever” o “An Unkind” pueden llevarnos a los tiempos de Badmotorfinger, ya escuchando la apertura de “Pretty Noose”, junto a otras como “Zero Chance”, se vuelve comprensible el porqué de la negativa de algunos a encajar que estos seguían siendo los mismos Soundgarden. Puede que parte del material alternativo no termine por convencer y que ciertos momentos lleguen a sentirse casi como de relleno, pero en su defensa me limitaré a decir que este no es de esos álbumes de rock que entran de una sentada. Aquí hay mucho de donde escoger e incluso podrían ser recomendables unas primeras reproducciones de manera diseccionada con la finalidad de apreciar mejor cada detalle.

De cualquier forma, la banda suena perfectamente engrasada y sigue mostrando una calidad abrumadora. Además de lo que ya comento de Cornell, aquí Thayil sienta cátedra con sus exóticos solos, mientras que Ben Shepherd contribuye más en las composiciones y construye una compleja base rítmica junto a Matt Cameron, el cual da ya las muestras finales de su verdadero poder (esto lo digo porque lo que hace actualmente en Pearl Jam se queda muy pequeño en comparación).

Me atrevo a afirmar que pocos podrán resistirse a cosas tan geniales como los pegadizos estribillos de “Pretty Noose” y “Burden in My Head”; el trabajo excelso de Thayil en su composición “Never the Machine Forever" y en “Tighter & Tighter” (cuya letra parece presagiar el concepto de “Like a Stone”); la zeppelinesca “Rhinosaur” (coescrita por Cameron); y la confortantes "Dusty" y “Switch Opens” (donde se nota mucho la contribución de Shepherd). Contrario a esto, puede que otras como “Applebite” y “Overfloater” requieran de mucha paciencia para agarrarles el gusto, pero yo les aseguro que su mantra, similar al de los Led Zeppelin del Houses of the Holy, les ofrecerá pura magia de la buena en los momentos adecuados (es toda una experiencia escucharlas de noche, a solas en tu cuarto y con una lámpara de lava).

Qué decir de las frenéticas “No Attention” y “Ty Cobb”, que son un dúo de canciones que entran aún más fácil, tanto por su efectividad para ayudarnos a canalizar la agresividad como por regresarnos un poco a los Soundgarden más punkies del Ultramega OK. Punto extra para “Ty Cobb”, en la que la banda transmite acertadamente la fama de provocador del beisbolista, con un Cornell gritando “fuck” constantemente y acompañado de unos elaborados acordes de mandolina y mandola que, aunque no lo crean, le quedan divinos.

He querido dejar un espacio casi al último para “Zero Chance”, “Blow Up The Outside World” y “Boot Camp”, que me parece que son las que más dejan marca, no sólo por su calidad musical, sino también por tocar asuntos que cualquiera podría experimentar en determinados puntos de su vida. No sé ustedes, pero yo sí creo que todos y todas alguna vez hemos tenido esa sensación de soledad a pesar de tener a muchas personas a nuestro alrededor, de querer mandarlo todo a la mierda al no poder adaptarnos completamente a la sociedad o de sentirnos como un roedor atrapado en una jaula, con la vida funcionando en piloto automático. Es una convergencia bastante evidente, y sin embargo, no muchos son los que se atreven a reconocerla.

¿Se tiene que vivir así por el resto de los días? ¿Eso es todo lo que queda? ¿Existe siquiera la posibilidad de un cambio? Son tantas las cuestiones surgidas a partir de estas composiciones que hacen que vayan más allá de ser meras ejecuciones de rock alternativo o una pose. Y ese es uno de los tantos alcances que posee esta música, de llevarnos a reflexionar y hasta realizar ejercicios de introspección para tratar de indagar el origen de varias de nuestras conductas. La fortaleza también implica aceptar tus debilidades, todos tus fracasos y manifestar tu sensibilidad sin miedo alguno.

Lo de “Blow Up The Outside World” no tiene nombre, con esta llegas a sentir cómo te cubre un pesado aire de melancolía que puede evocarte momentos tristes de tu vida (al finalizar te deja con una carga emocional tan fuerte que a veces titubeas para volver a reproducirla). Pero eso no es nada malo, al contrario, me parece que canciones así de duras representan una buena oportunidad para recordar que has sobrevivido a pesar de haberte equivocado, que sigues aquí para aprender y que puedes llorar y desahogarte porque eso es parte de ti. En caso de que llegues a considerar que aun tienes algún problema, no está de más que pidas ayuda a algún especialista, porque es de suma importancia apegarse a la famosa cita de Mens sana in corpore sano.

Pero vaya, aun cuando Down on the Upside ha sido considerado por muchos como una “agridulce” despedida para la banda, apartando a King Animal de la ecuación, aquí no temo a hacerle una reverencia de 5 cuernos (bajos). La razón es simple: el contenido de este álbum seguirá siendo un punto de referencia para la historia del rock y una expresión verdaderamente representativa de los sentimientos de un sector en particular.

Ustedes disculparán que me ponga así en una reseña, pero no puedo evitarlo con este tipo de material, el cual me parece que tiene mucho más impacto al tener conocimiento de la última decisión de Christopher John Boyle. Creo que no me alcanzan las palabras para agradecer a Soundgarden por todos los momentos de felicidad (y tristeza) que me hicieron tomarles un especial aprecio de entre todas esas bandas que la rompieron en los '90s.

Esta va por ti, querido Chris. Aunque tu espíritu nos acompaña, tu partida sigue doliendo mucho…

Chris Cornell – Voz, Guitarra rítmica, Mandolina (tema 5), Teclados (tema 14)
Kim Thayil – Guitarra Líder
Ben Shepherd – Bajo, Coros, Mandola (tema 5), Guitarra (tema 15)
Matt Cameron – Batería, Coros, Sintetizador (tema 9)

Sello
A&M