
01. Dawn of Dimension
02. Tentacle Gears
03. Introspection
04. Cerebral Vipers
05. Dark Energy
06. Spiral Domain
07. Divinorum
08. Eyeland
09. Shepherdess
10. Tribunal
11. Journey’s Twilight
En el vasto territorio del Metal aún se pueden encontrar mentes creativas que arriesgan y dan un paso más allá de lo común, derribando barreras, cánones y demás patrones preestablecidos. Pura imaginación, creación y transgresión. Para un servidor Primordial Dominion es de lo mejorcito que se ha parido en términos metálicos entrado el tercer milenio de nuestra era. Skeleton of God es una de estas bandas que han conseguido cogerme por mis dos gemelos testiculares, inyectándome pura atracción y emoción de manera directa a mis venas. Coloso, lisérgico, original, vanguardista, arriesgado, visionario, brillante, diferente, bizarro, extravagante, rareza entre su especie, genios locos e incomprendidos.
Skeleton of God nació en Nederlands (Colorado, U.S.A.) y tiene vida breve en producciones musicales. Quizás a la formación no le sentó bien estar lejos de Florida (ejemplo de escena Death madre), quizás no supieron arreglar sus fricciones personales/diferencias musicales, o quizás es que empezaron a sacar la cabeza del útero un poquito tarde, teniendo en cuenta que cuando salió su primer trabajo (1993) la mayoría del pescado Death Metal ya estaba vendido. Pero no todo está perdido, así que por favor os pido, poned vuestra mente en blanco, abrid bien vuestros ojos y alzad vuestras orejas como un lobo ante su presa por si tenéis la posibilidad de degustar semejante manjar, rescatándolo así de alguna estantería descuidada, mohosa y llena de polvo de la enorme biblioteca del Metal .
Esta banda se formó de las cenizas del grupo Hideous Corpse (sacaron una demo y un EP). Luego de enterrar dicha banda por las razones que fueran decidieron mutar y formar Skeleton of God, pariendo el brutal EP “Urine Garden” (1993). Un año después apareció el “Bleached in the Sun” (1994), catalogado como larga duración pero creo que se ajustaría más a la definición de EP extendido, con la inclusión de antiguos temas grabados por el grupo. Después de estos dos trabajos, y por las causas y decisiones que fueran, decidieron silenciar la garganta, empaquetando sus instrumentos y comenzaron una larga fase de letargo. Hibernaron la banda a lo largo y ancho de unos 15 años, hasta que se debieron dar un grandísimo golpe en la cabeza y decidieron resucitar a lo grande, y fue el momento en el cual concibieron el trabajo que aquí se viene a comentar: el brutal, multiorgánico y psicotrópico Primordial Dominion (2008). Y puedo afirmar con los puños en guardia en plan Bruce Lee que estas bestias cuando juegan en su terreno no tienen rival. Y advertidos quedáis, ya que Skeleton of God no toma prisioneros, sino que a éstos los desmenuza, los envuelve en papel de liar, les pega fuego con un lanzallamas y se los fuma calada tras calada. Hasta reducirlo todo a humo y cenizas. Quien avisa no es traidor...
El ADN de la banda tiene como base del todo un Death Metal extremadamente personal y distintivo, algo así como retro-futurista diría yo, tomando cosas del pasado y del futuro para aniquilar todo a su paso en el presente. El menú se ve aderezado con gruesas pinceladas de Brutal Death, algunos condimentos Doom y Grind, y destacando especialmente de su sonido una gran paleta de recursos musicales provenientes de la psicodelia. Factores que todos ellos confluyen en un solo cuerpo y, siendo ejecutados con grandísima maestría, dotan a las composiciones de una carga emocional brutal, tanto apta para los degustadores de sonidos bestiales y desgarradores como también para aquellos que tengan los paladares más finos y exigentes. Los ejecutores de tal monstruosidad son: Joel DiPietro (RIP 2015) como bajista, Erik Stenflo aporreando los parches, y Jeff Kahn a las voces y guitarras.
Abrochémonos los cinturones ya que los surcos del vinilo nos deparan unas emociones realmente bestiales y despampanantes. El “viaje” psicotrópico no puede empezar mejor. La aguja del tocadiscos empieza a navegar, y una vez empiece todo esto ya no lo podremos frenar. El deleite comienza y nos encontramos con dos temas sin separación alguna que forman un único ataque sonoro. Como si fueran concebidos como almas gemelas Dawn of Dimensions y Tentacle Gears suman sus fuerzas para postrarnos en nuestras sillas sin ni siquiera poder pestañear, casi sin poder respirar. Aquí vamos a encontrar de todo y mucho más, supurando calidad en cada surco del vinilo. Tempos machacones, aliñados con un estilo vocal basado en dos registros básicos que nos podría recordar al dueto vocal de los Carcass, blast beats a 500 Km/h, y unos solos y melodías de guitarra que se salen de lo común, de una calidad estratosférica y al alcance de muy pocos elegidos. Aquí no existe lo mundano, aquí sólo encontraremos delicatessen pura y dura, macedonia multicolor de hostias como panes. Han pasado siete minutos y medio desde que la aguja ha empezado a girar en el plato y ha pasado como si fuera un suspiro. Me declaro extasiado, pero quiero más, otra calada de este engendro de Skeleton por favor.
Introspection es el siguiente tema en caer de los cielos. Goza de un tempo más pausado y enseguida hacen acto de presencia esas melodías guitarreras marca de la casa, me quedo abrumado de la calidad de la que hacen gala. Por Dios, por Satán, por Kali y por Odín que melodías nos regalan. Nos van envolviendo con una cadencia realmente sublime. La progresión del solo de guitarra es sencillamente descomunal. Me siento como un escarabajo incrustado y desparramado en el suelo después de un brutal zapatazo ante tal demostración de buen gusto y empaque.
Cerebral Vipers y Dark Energy, dos entes creados por separado pero concebidos para entenderlos como un todo. Arranca a toda pastilla, haciendo gala de la parte más desquiciada de la banda, llegando a coquetear con el Grind más esquizofrénico. El señor Kahn nos deleita con un surtido de voces a destajo de lo más desquiciadas. Pronto bajan el pistón y nos sumergen en un tempo y melodías que podrían hacer de banda sonora de cualquier escrito extravagante de H. P. Lovecraft. Empiezo a creer que debajo de mi cama habita un ente con tentáculos. Mi vida corre peligro, no sirve de nada gritar socorro. La batería y el bajo acompañan a la perfección tal tamaña demostración de locura. Tema que aúna brutalidad y locura psicodélica en su totalidad. Fraseos de bajo serpenteantes que añaden texturas sin parar. Batería capaz de mutar en arma de destrucción masiva e instantes después en una demostración de buen hacer y delicado minimalismo inexplicable. Se que puede parecer una locura, pero Skeleton of God me hace sentir esta vez como si fuera una insignificante mota de polvo flotando en el Universo y presenciando un colosal Big Bang, estoy hablando de locura, caos i destrucción.
Creo que sigo vivo, respiro y soy capaz de mover mis extremidades, pero no estoy seguro de si estoy en el plano terrestre o he sido catapultado a millones de kilómetros en el espacio. Aúno fuerzas y me levanto de la silla, vaya hazaña. La primera fase de tal destrucción masiva ha terminado, y es necesario que le de la vuelta al vinilo, nos encontramos en el ecuador de esta odisea decibélica.
Spiral Domain es un tema de cadencia rockera con un gusto y súper clase bestiales. Emerge desde la nada el sonido de sintetizadores que cobran importancia en el cuerpo de la canción. Veo luz entre las tinieblas. Mi cabeza se mueve sin querer, no puedo hacer nada al respecto, estoy headbangeando poseído por fuerzas cósmicas inexplicables que han tomado mi pobre ser. Buena progresión de todos los instrumentos uniendo esfuerzos y creando el cuerpo de un gran meteorito que se abalanza irremediablemente contra la Tierra. Rezad o comeros un pepino, haced lo que podáis. Si estos tíos son el Alien de H. R. Giger y Ridley Scott yo soy meramente el gatito Jonesy de la teniente Ripley. Estoy a gustito y ronroneando sin parar. Miau!
Divinorum es un tema totalmente instrumental también de base rockera. Progresión total de los tres músicos, cada uno en lo suyo. Es como si cada uno estuviera en su particular trance personal, embutidos los tres componentes en alucinógenos y “viajando” hasta lugares que aún no tienen nombre. Me veo sumergido en su “viaje” de paletas de colores indescriptibles, guiándome en su particular propuesta.
Eyeland ataca desde un buen principio con ritmos pesados y machaca cráneos, pero pronto me cae encima un blast beat que me deja patidifuso. Me despierto de mi particular trance. Me duelen las cervicales del headbanging. Ritmos y melodías de locura que te atrapan como tentáculos con múltiples ventosas. Presencia de talla colosal del bajo del señor DiPietro , no se esconde para nada. Son tres musicazos en el cuerpo de uno sólo, este el “súper poder” del trío, la fuerza de trabajar como un equipo impenetrable e indestructible.
Shepherdess es otro tema instrumental. Aquí nos cambian el registro (otra vez), dotando al tema de tintes Doom. Casi se podría decir que este tema es un oasis de calma, para relamer nuestras heridas después de las anteriores salvajadas y para preparar el cuerpo y la mente por lo que esta por venir. Estos tíos usan lo que les da la gana cuando les viene en gana. Riqueza de recursos, aquí no hay espacio para la mediocridad. Se pasa en un suspiro. Y mi alma hecha de Metal fundido me pide más y más.
Tribunal empieza como si la banda estuviera prendida en fuego, con el doble bombo a toda leche. Recuperamos la vertiente más descaradamente Death Metal de la banda. Cambio de ritmo y desaparece el doble pedal, pero no las castañas, esto es lluvia ácida cayendo con fuerza bajo un cielo teñido de sangre. La voz cavernosa entra en escena y nos va guiando a su antojo hasta que aparece una sección con blast beat acompañado de un solo de guitarra desquiciado y desgarrado. Galería de brutalidad. Cuando vuelve a entrar el doble bombo ya no nos va a abandonar hasta el final del tema, hasta el final de nuestros días. Esto se convierte en una bestialidad que te estalla en toda la cara. Quiero otro sorbo de este brebaje de setas mágicas made in Skeleton. Dioses!.
Journey’s Twilight es el tema final. La locura final diría yo. Estoy extasiado. Y encima se han guardado la pieza más bizarra para el final. No puedo descifrar los códigos alienígenas de esta gente. El señor Kahn es apoteósico, haciendo gala de una gran imaginación y con una paleta de recursos sencillamente apabullante. Doble bombo y progresión muy loca, a ver quien puede más. Cambios de ritmo que te parten el alma por la mitad. Maestría del señor Stenflo por pasar del doble bombo y caja desenfrenada al ritmo más rockero sin despeinarse y con una clase y buen hacer digna de los mejores. Esto no es humano. ¿De cual galaxia lejana habíamos dicho que provenían estos entes? ¿Serán primos lejanos de Cthulhu?. Creo que acabo de mojar mis preciados calzones con jugo cósmico, mi cordura corre peligro. Aquí termina el “viaje” propuesto por estos chamanes locos. Debo discernir si he enloquecido o si estoy en mis cabales, menuda locura se me ha caído encima... This is the end...
En resumen, esta escucha de casi 43 minutos se pasa como si fuera un suspiro. No tengo el lenguaje musical para intentar traducir en mortales y mundanas palabras las secciones solistas de guitarra y el perfecto acompañamiento de bajo y batería. Esta música no sólo te hace mover la cabeza, sino que te propulsa hasta los confines más remotos, desatando la imaginación concebida o por concebir aún. Y esto para un servidor no tiene precio. Llegados a este punto vale la pena destacar que esta placa de oro fundido viene con un acabado en la producción realmente apabullante, todo está donde debe estar, y que ayuda aún más a percibir el halo de perfección y soberana locura que esconde todo el trabajo musical que regurgita la banda. La producción fue hecha por los mismos Erik Stenflo i Jeff Kahn.
Si tuviera que buscar una aproximación con otras bandas para ayudar a haceros una idea de tamaña gesta musical se me ocurren dos agrupaciones. Salvando el factor espacio-tiempo, y destacando que es una comparación no basada en las formas o el producto final, pero sí por compartir el mismo ESPÍRITU LIBRE y TRANSGRESOR. Y esas dos bandas son nada más y nada menos que Xysma y Demilich, y esto señoras y señores son palabras extremadamente gruesas y mayores. Blasts beats, doble bombo y aplausos!
Si ya conocías esta placa de antemano no me queda más remedio que arrodillarme ante ti y mostrarte mis respetos. Pero si este no es el caso, pon tu granito de arena y hazme/hazte un favor, escucha como sea o consigue una copia de semejante trallazo chamánico en el formato que más te plazca y préstale toda tu atención. A ver si entre todos ponemos el nombre de Skeleton of God allá donde se merece, en todo lo alto allá en la cumbre del Metal. Muchas gracias.
Personalmente pienso que esta obra es indudablemente y sin margen de discusión merecedora de cinco cuernos, llegando a un 9’25 sobre 10 (la perfección no existe). Obra maestra rebosante de feeling para dar y regalar, masterpiece atemporal de ayer y del mañana, destacando un empaque, originalidad y calidad musical fuera de toda duda. Entre todos/todas tenemos que empezar a equilibrar las balanzas del karma o justicia cósmica. Skeleton of God en esta vida han sido casi condenados al olvido, pero puedo afirmar que si existe “otra vida” este trío se merece estar en lo más alto del podium en términos de reconocimiento metálico. Sencillamente y llanamente porque se lo merecen, y punto!
Jeff Kahn: Voz / Guitarra
Erik Stenflo: Batería
Joel DiPietro: Bajo (RIP 2015)