
1. Kadonneet jumalat (05:32)
2. Kuolematon totuus (03:54)
3. Ikuinen piina (06:04)
4. Anteeksiannon synkkä varjo (05:59)
5. Pimeys yllä jumalan maan (03:59)
6. Musta seremonia (06:11)
Truculento... lo que es truculento, desde ya, les digo que pocas cosas más truculentas encontrarán que la mítica demo de los fineses RIPPIKOULU. Sin rodeos, “Musta Seremonia” es una ominosa bestia reptante que aplana todo a su paso con su absurda y ridícula pesadez. Es lo que hay ¿Esperabas más? Sí tendrás más, más machacamiento sonoro, un masaje craneal a manos de la rugosa distorsión, marca de casa, pero creo que no hace falta advertir que dicho “masaje” es de todo menos amigable y lo mismo pasamos de un frotamiento gentil a un despachurramiento brutal de la cabeza.
“Musta Seremonia” en pocas palabras es uno de los mejores ejemplares en formato cassette del género y el que sabe todo lo que se mueve en ese “modesto” formato sabe que no es moco de pavo. Estamos hablando de una de las demos con más aura de larga duración que hay, algo así como “Satanic Rites” de HELLHAMMER. Luego de una rudimentaria y cruda primera demo (“Mutaation aiheuttama sisäinen mätäneminen”), la banda mejora exponencialmente optando por una producción más “nítida”, pero ojo, no vayan a pensar que por mejorar su producción se hayan vendido y ahora suenen a melodías de juego cutre de rol al puro estilo de Hammerfall con guturales, es decir, Amon Amarth. El sonido es despiadado, pétreo y moribundo como mandan los cánones de su nación: una voz agónica, extremadamente grave y casi enterrada, que funciona a modo de pincel bañado en excesiva pintura, dejando un relieve rugoso y tosco; la textura ideal del Death finés. Qué decir de los demenciales cambios de ritmos y las devastadoras secciones lentas…señores, RIPPIKOULU vienen a demostrar que pueden sonar el doble de brutal con medios tiempos que con una velocidad supersónica pajillera 3000. “Musta Seremonia” es un potaje espeso de frutos secos, grumoso, difícil de tragar y desagradable para cualquier paladar “medio normal” ¡Perfecto! Porque este servidor tiene un “gusto dudoso” y disfruta de tomar aquel batido de semillas, similar a tragar vómito.
Truculento ¡Y volvemos con la palabrita! Pero es que no hay una mejor palabra para describir lo que tiene detrás esa carátula (icónica portada): la ejecución es ciertamente brutal, pero cuidado con pensar que solo consiste en eso. Las retorcidas líneas vocales de Anssi Kartela y los dramáticos bajones de velocidad hacen un énfasis especialmente teatral y esto viene a demostrar lo rico que puede ser el Death Metal sin salirse mucho de sus renglones, porque detrás de ese “ruido” hay un concepto musical y lírico claramente pensado y ligado, el estilo Death Doómico no se optó al azar, no, se eligió tocar lento porque crea tensión y atmósfera, pero RIPPIKOULU son tan especiales que sin meter pianos, flautas, violines o demás fruslerías, que están bien, pero que a veces limitan en el desarrollo íntegro de lo que es el Death Metal, centrándose más en géneros ajenos. Los fineses saben muy bien de qué va ese “Metal mortal” y lo llevan mucho más lejos, pero, paradójicamente, lo hacen sin traspasar ningún límite, sino que se quedan dentro de los límites. Todo este concepto va de la mano de las letras y la portada, que trazan una estética de poesía oscura fantástica.
RIPPIKOULU además de crear uno de los artilugios definitivos del Death/Doom, tuvieron su importancia histórica en la escena, sin ser unos HELLHAMMER o MANTAS, curiosamente fueron los primeros en cantar Death Metal en finés, y parecerá un detalle tonto, pero es que tiene huevos que en pleno 1993 ninguna banda de Death metal finlandés se haya dignado en cantar su maravilloso idioma. Se estarán preguntando qué importancia tiene esto, muy sencillo, quieras que no, el idioma en que se canta da una tesitura totalmente diferente, se nota y mucho que se está cantando en finlandés. Díganme ustedes si es lo mismo escuchar ARIA que IRON MAIDEN ¿Ah? Los primeros a pesar de ser un clon de IRON MAIDEN por el simple hecho de cantar en ruso el mensaje ya es muy distinto: el ruso es un lenguaje más bárbaro, se siente más agresivo y tosco, haciendo que lo que pudo ser un clon más tenga un plus de intensidad y violencia muy distinto al más épico y narrativo tono de Bruce Dickinson. Pues parece mentira, pero “Musta Seremonia” perdería la mitad de la crudeza primitiva y truculenta si se cantara en inglés. Basta con escuchar las primeras líneas regurgitadas por Anssi para sentir que se está escuchando a un cavernícola desquiciado apaleando a un gorila con su garrote. Y no es solo el idioma, el ritmo con que se sueltan o, mejor dicho, vomitan las palabras es absolutamente genial. Puede que para algunos las guturales sean unos gorgoritos y nada más, que piensen que se aprende la técnica y listo, mágicamente se acoplan a la música, no, al igual que el canto “normal” las melodías vocales se encuadran con los instrumentos, pasa que los neófitos no lo ven debido a que les parece un caos sin ton ni son. Anssi Kartela, tranquilamente, se puede erguir como una de las voces insignia de la escuela finesa, sin llegar a las tesituras inhumanas y difíciles de creer de un Janitor Mustasch (XYSMA) o Antti Boman (DEMILICH) el tipo lleva las notas bien, pero bien abajo, si tuviese que describir su trabajo con un ejemplo más gráfico lo compararía con el eco cavernoso del rugido de un oso. Increíble lo del “muchachín recoge flores” Kartela.
Ya creo que he hablado suficiente de Kartela y ahora le toca el reflector al animal de Toni Valtanen. Las baterías en “Musta Seremonia” son vitales: orgánicas, pútridas y catastróficas. Los blast-beats lentos (sí se le pueden llamar así) son indescriptibles y aquí es donde reitero: RIPPIKOULU tenían un dominio del ritmo que pocos tuvieron y no, no estoy diciendo que sean una banda técnica y virtuosa como CYNIC porque mal iríamos, pero la capacidad de resaltarse unos a otros con tonterías como que la batería va un poco más acelerada que las guitarras o que en vez de lanzarse de cabeza a los blast beats cuando las guitarras aceleran y se tomen su tiempo para darle mamporras a los parches son detallitos que muestran una clara compenetración entre los integrantes y quieras que no, hacen que este “despiporre” se fije fácilmente en la cabeza y hasta se tarareé en la calle caminando porque te acordaste de alguna parte del cassette. Sí, los desgraciados son pegajosos, pero no ceden ni un milímetro con pasajes “amigables” que inducen a la diabetes por exceso glucosa. Aquí no estamos para subir glucemias.
La distorsión de las guitarras aclimatadas idealmente para labrar ese bruma pesada y tóxica propia del demo. No encontraría, por más que estimulase mi imaginación, un mejor tono en las seis cuerdas para lo que se cuece en “Musta Seremonia”. Un mar de distorsión zumba en los tímpanos como una afeitadora eléctrica enterrada en las trompas de Eustaquio causando incontables desangramientos.
Sin más artificios ni ornamentas, decir que “Musta Seremonia” es un ejercicio perfecto de la escuela de Death/Doom desprolijo y vehemente fundada en Holanda con bandas como ASPHYX, DELIRIUM o SEMPITERNAL DEATHREIGN, pero llevado a los territorios extraterrestres de la gélida Finlandia, la tierra de los mil lagos y los mil pantanos porque vaya hedor me suelta el Death finés.
Tan elegante como ordinario y vulgar; un vagabundo de vestiduras rasgadas con la clase de un aristócrata, tomando su "té" que en realidad es agua sucia con el meñique levantado. Maravilloso.
Como dato curioso, la ilustración de tapa es una pintura de Philip James De Loutherbourg, artista con unas cuantas pinturas bastante interesantes.
También decir que Svart Records se dignó a reivindicar esta grandiosa obra con una reedición en CD relativamente fácil de conseguir. A menos que estés en países como Venezuela o Zimbabue donde no llega un carajo y la hiperinflación hace que sea una odisea comprar un bóxer (no va en broma), no hay excusa para no tener “Musta Seremonia” yendo en precintado en una caja camino a tu casa.
¿Números? Hablemos de números: 9.5
Marko Henriksson (R.I.P. 1995): Guitarras
Janne Ruohonen: Bajo
Olli V.: Guitarras
Toni Valtanen: Batería
Anssi Kartela: Voz