Ramones - Halfway to Sanity

Enviado por Heartbolt el Mié, 12/02/2020 - 17:53
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1. I Wanna Live
2. Bop 'til You Drop
3. Garden of Serenity
4. Weasel Face
5. Go Li'l Camaro Go
6. I Know Better Now
7. Death of Me
8. I Lost My Mind
9. A Real Cool Time
10. I'm Not Jesus
11. Bye Bye Baby
12. Worm Man

Pasillo a la insanidad

He aquí la clase de música que jamás muere, el Rock ‘n’ Roll sempiterno que, no contento con mutar en una infinita variedad de formas, regresa nuevamente para dejarnos las cosas bien claras. La guitarra distorsionada, el bajo omnipresente, la batería con síndrome de gamberrismo y la voz alcohólica y con tendencia a lo hímnico. ¿Qué más se le puede pedir a esta gente?

RAMONES… muy poco, demasiado poco se puede decir sobre ellos ahora mismo, no se le haría justicia a estos emblemáticos neoyorquinos. Banda seminal con una variada discografía llena de clásicos, grandiosos discos, algún retoño menor y varias lecciones tremendas. Sin embargo, con catorces discos y una carrera que se extendió a lo largo de tres décadas (70’s, 80’s y 90’s), ¿realmente podemos negarle lo zapateado?

Imposible.

Sus cuatro primeros álbumes (Ramones, Leave Home, Rocket to Russia y Road to Ruin) son una referencia obligatoria cuando hablamos del hermano peleón del Heavy Metal (el Punk), como cuando lo hacemos también del mismo. Tanto su imagen, como su puesta en escena, como su música y especialmente su estilo de vida, hacen que RAMONES se encuentren ya muy por encima de cualquier puntualización. A punta de acordes sencillos, letras cotidianas y un muy elevado sentido del humor, definieron de forma gloriosa lo que significaba realmente un espíritu libre.

Un poco menos logrados fueron End of Century (igualmente un tremendo álbum, pero con sin la magia de antes), Pleasant Dreams y Subterranean Jungle… no obstante, RAMONES supo utilizar el máximo poder que sus padres (Joey y Johnny Ramone) y su tío (el inmortal Dee Dee) le inyectaron al Frankenstein del Gordo Alberto y la Pandilla Cosby, además de una nueva conducta, gruesa y potente, menos “adolescente” y más introspectiva. ¿Resultado? Un bombástico y agresivo Too Tough to Die (1984), con unos RAMONES que se acercan y abrazan directamente y sin vergüenza al Hardcore Punk, experimento que les salió de maravilla y repitieron con un también aguerrido y salvaje Animal Boy (1986). Por supuesto… con un batería como Richie Ramone, ¿cómo no habrían de sonar como Terminator?

La trilogía con este baterista bien versado cierra con otro punto resaltable en su discografía: Halfway to Sanity (1987). No nos engañemos, claro. Aquí no tenemos una obra maestra ni uno de sus álbumes de referencia, pero eso no le resta absolutamente nada. ¿Atendieron? NADA. Como en sus dos antecesores, no desvirtúan su propuesta y se acentúan todavía más en las corrientes del momento, consagrándose y sin meter nunca la pata.

Maestros.

Halfway to Sanity es un álbum para tener en cuenta. Es una muestra muy acertada de la coherente evolución del cuarteto más emblemático del Punk. Pasando de melodías pegadizas, coros gancheros y líricas que evocan las experiencias rutinarias en la Gran Manzana, los discos que suceden a Too Tough to Die se tornan a cada lanzamiento más hostiles, polémicos y despiadados, alejándolos progresivamente de las listas musicales. ¿Importó? Jamás. Basta sólo con darle una oportunidad a este décimo disco de los RAMONES para poder asimilar el verdadero peso que ejercían tras cada placa puesta sobre la marcha. Lección tras lección. No fallaron ni porque quisieran. ¿Cercanos a sus comienzos? No. Siendo ellos mismos, pasearon por diferentes facetas. Halfway to Sanity nos los muestran en su momento más demencial, cínico y, cómo no, rockero hasta la médula ósea.

Halfway to Sanity viene cargado de intenso rockeo (además de su inclinación Hardcore, también hay espacio, y mucho, para el Hard Rock), con brutales armonías, muy oscuras (no es BLACK SABBATH, pero para ser RAMONES…), un conjunto rítmico con gran presencia en las composiciones y un Joey Ramone con un registro ronco y aguardentero, como moteros que van por la carretera. La portada nos lo hace fácil de dilucidar: los cuatro rebeldes neoyorquinos a las afueras de un bar de pésima reputación, en el barrio chino de Manhattan.

Ellos van enserio… muy enserio. Los primeros segundos de I Wanna Live revelan el paso turbulento de Halfway to Sanity. Melodías exóticas orientales, guitarras limpias entre distorsionadas y una lírica que nos mete en la piel de un criminal de los barrios bajos, dan paso a un himno del disco: Bop ‘til You Drop, enteramente dedicada a la pasión de los automotores, con gran presencia de un Johnny furioso, pero bastante sobrio y libertino, como él solo. La sorpresa que nos llevamos con un tema como el sombrío Garden of Serenity, donde el cinismo de Joey y las más pesimistas notas de Johnny juegan una macabra ronda póker en el bar de la portada, sólo se ve superada por el escupitajo ácido de Weasel Face, con reminiscencia al pasado, pero acompañado de esa brutalidad humana que empapa a este décimo álbum de RAMONES con sensaciones increíbles de rebeldía, anarquía justificada y una meada muy democrática.

Con la especial colaboración en los coros de Debbie Harry (BLONDIE, ¿eh?), Go Lil’ Camaro Go nos hace una fusión interesante entre el estilo de ambas agrupaciones, pero siempre anclado a un Punk emocionante y lleno de adrenalina. I Know Better Now, bien estilizada para los cánones de la época, es otro tema clave para entender la naturaleza de este disco. Se pasea sin miedo entre nosotros, con determinante fijación por la melodía sarcástica y el fogonazo de una guitarra de seis cadencias. Death of Me nos vuelve a mostrar cómo los RAMONES en los discos que van desde Too Tough to Die a Mondo Bizarro se volvieron más políticos, sociales y críticos que nunca. El Punk siempre, aunque no se quisiera, ha tenido una inclinación a la denuncia hacia los gobiernos y a las autoridades del mundo, tal como su padre, el Rock ‘n’ Roll, pero RAMONES, debido a los acontecimientos de los años 80’s, baña a su música todavía más con estos feroces reclamos que en mil Havana Affair.

Dee Dee Ramone nos enseña sus garras con un añejo y muy rockero I Lost My Mind, con una forma de cantar enfermiza, recordándonos a las intervenciones de Oliveri en los temas que cantó en QUEEN OF THE STONE AGE, pues este bajista ha reconocido el impacto del primero en su vida. A Real Cool Time y I’m Not Jesus traen consigo una gran carga negativa, pero sobre todo un Punk con la sangre caliente, lleno de ferocidad, abrasivo descaro y malos nervios. Dos temas que continuamente están uno detrás del otro, dispuesto a que sólo uno de ellos quede vivo después de semejante paliza emocional.

Como en los mejores discos de RAMONES, jamás falta un tema de naturaleza sentimental, melodioso y que nos hace ver que estas personas como músicos estaban bien preparados para entrar a jugar en cualquier terreno, fuera en casa o lejos de ella. Bye Bye Baby es uno de los temas más largos de RAMONES, pero excepcional, y nada distante de la tónica destructiva y satírica de Halfway to Sanity. Tal vez, aunque no sea el más corrosivo, se trate del tema más importante del trabajo. Pero, ¿en dónde dejamos la clara manifestación de “derechos humanos” que Worm Man en apenas dos minutos nos va deslizando subliminalmente? Otro corte para tener en cuenta.

Halfway to Sanity es un disco que, siguiendo la línea de sus dos antecesores, no debería resultar tan sorprendente, pero igualmente se destaca de forma absoluta y lo hace estar muy a la par con Animal Boy y el más litigante de los discos de RAMONES: Brain Drain. Halfway to Sanity posee todas las facultades para ser tenido en consideración cuando se desee conocer la otra faceta de RAMONES, la más aguerrida, y, aunque no tan excepcional como en sus primeros discos, la que posiblemente enganche más rápido al que todavía no se siente en conexión con su magia setentera.

No caben dudas de que fueron una agrupación excepcional, atípica, que tuvo bien ganado su puesto en la historia del Rock. Aun sin alcanzar la talla que sus álbumes de referencia nos hicieron ver, Halfway to Sanity nos enseña el talento de cuatro hombres que no vacilaron en seguir haciendo del Punk un estilo capaz de evolucionar y adaptarse al momento sin perder jamás ni nunca un ápice de identidad. Hablemos del disco que sea, porque mientras diga “Made in RAMONELAND” uno sabe que nos vamos a encontrar, sin margen de error, con un álbum para el recuerdo.

Sencillamente… RAMONES.

Un Halfway to Sanity que nos termina de sumergir en las alcantarillas de Nueva York.

Porque...

...I’ve loaded my gun… and I’m ready to kill your thrill, babe!

’cause definitely… I wanna live…

Joey Ramone - Voz.
Johnny Ramone - Guitarra.
Dee Dee Ramone - Bajo y Voz (en "I Lost My Mind")
Richie Ramone - Batería.

*Colaboración*

Debbie Harry - Coros (en "Go Lil' Camaro Go")
Walter Lure - Guitarra Adicional.

Sello
Sire Records