
1. We Are the People (04:21)
2. Behind My Mask (04:17)
3. Act of Violence (04:58)
4. Grey (03:19)
5. Delusion (04:29)
6. Drilled to Kill (04:22)
7. Make Your Choice (03:34)
8. Chato's Land (04:21)
9. Still Alive (3:19)
10. Driftin' Away (02:56)
Álbum completo: Bandcamp
Todo sabemos ya, me imagino, qué pasó con Destruction en 1989. Durante la preparación de su cuarto LP, Cracked Brain, a Schmier le enseñaban la puerta de salida (y el dedo corazón de la mano derecha, de paso) quizás en el mejor momento de popularidad en la historia de la banda. Venían de un tremendo Release from Agony que los había consolidado como líderes indiscutibles de thrash europeo junto a Kreator y Sodom y estos, a su vez, editaban los apabullantes Extreme Aggression y Agent Orange en cuestión de semanas… el siguiente movimiento de Destruction tenía que ser definitivo. Pero no fue así, los tíos largaron a su icónico vocalista y terminaron el dichoso álbum con un casi desconocido André Grieder al frente que tampoco sé si se podría llegar a considerar un miembro de la banda de pleno derecho. Cracked Brain salió a la calle finalmente en 1990, pero André aguantó poco y pronto se pusieron a la búsqueda de un nuevo vocalista. Se rumorea que tantearon a Flemming Rönsdorf de unos Artillery, de aquella, en descomposición, que no llegó a cuajar por problemas de pasta con Steamhammer y acabaron arrastrando el nombre de la banda durante los años 90 con Thomas Rosenmerkel en la fatídica etapa conocida como “neo-Destruction".
Pero no vengo a hablar de Destruction en esta ocasión, sino de André Grieder. ¿Y quién coño es André Grieder más que el vocalista de Destruction durante "dos días"? Se preguntará alguno. Oriundo de Basilea, ¿cómo es que acabó un suizo al frente de una de las más míticas bandas de thrash alemán? Sencillo, Basilea y Weil Am Rhein están a escasos 15 minutos en coche y el bueno de André se pasaba a menudo con su banda, Poltergeist, por el local de ensayo de Destruction durante aquellos años. Que eran buenos colegas, vamos. Así, una vez Schmier fuera de juego (que se marca aquí unos coros), la suya parecía una opción más que adecuada para una nueva etapa. Mike y Harry Wilkens estaban prendados de la solvencia de un Chuck Billy y buscaban algo similar para sus “nuevos" Destruction. La versatilidad vocal de André parecía la respuesta. Qué poquitas bandas suizas conocemos, ¿verdad? Celtic Frost/Hellhammer, Coroner, Messiah, Krokus y poco más… (los más enterados igual nombran a Apocalypse o a Drifter). Pues resulta que Poltergeist, Carrion del 83 al 86 (la escucha de su maligno Evil Is There! no deja de ser una curiosidad más que interesante), fueron una de las mejores exportaciones del pequeño país neutral con dos buenos álbumes editados con Century Media en aquellos últimos compases del esplendor thrasher. Hubo un tercero en 1993, pero no lo tengo controlado más allá de un par de escuchas protocolarias… mis disculpas.
Lejos ya de la influencia de Destruction patente en Carrion, los recién bautizados Poltergeist, ya con Grieder a la voz, debutaron en 1989 con un interesante y no tan original Depression. Quizás debería haber empezado por ahí, pero es que este segundo álbum me parece su mayor y más personal logro. ¿Thrash metal melódico? ¿Tiene eso sentido? Pues se ve que sí y, además, tremendamente técnico y preciso. Igual no estabais al tanto pero, paralelamente al clásico estilo alemán, fue surgiendo una puñadito de bandas de thrash metal técnico, introspectivo e intimista que lidiaba con atormentadas cuestiones como la depresión, pesadumbre, alcoholismo, esquizofrenia y diferentes trastornos psíquicos. No se hace lo más apropiado para patear una buena cantidad de culos al ritmo de nuestro querido thrash metal de toda la vida pero, extrañamente, en manos de unos pocos como Despair, Depressive Age o estos Poltergeist hasta parece que encaja bien.
Como digo, aunque estos tíos vivían pegados a Alemania y, según tengo entendido, allí afincados durante sus años en Century Media, no sonaban ni a Destruction, ni a lo que habitualmente entendemos como “thrash metal alemán”, ni de lejos. Lo de esta peña, si tenía algo que ver con alguna banda europea, sería con sus compatriotas Coroner, pero mucho menos complejos, y con bandas con un sonido nada europeo como Artillery, Paradox o Pyracanda. No, lo suyo tira por un thrash metal elegante, refinado y con bastante gusto por la melodía, más en sintonía con lo que estaban haciendo bandas americanas como Annihilator, Forbidden, Testament, Megadeth o Powermad… por aquellos tiempos. 1990, año arriba, año abajo. Velocidad contenida sin perder nunca los papeles, precisión de relojero suizo, ciertos alardes técnicos nada gratuitos (resulta refrescante escuchar la alegría que le da Marek Felis a sus cuatro cuerdas con claridad meridiana) y un sonido cristalino que permita apreciar cada detallito sin ningún tipo de perturbación. Si hay una banda de los años clásicos que pueda escandalizar a los más puristas del estilo sin llegar a apartarse del rigor metalero (no esperéis tampoco aquí arreglos electrónicos o perversiones estrafalarias), esos son Poltergeist.
¿Y qué tal se defiende nuestro amigo André? Como era de esperar, nada mal. De hecho se destapa con una interpretación mucho más lustrosa respecto a la agresividad que demandaban Destruction (menos aguerrida, también). El tío lo hacía realmente bien en Cracked Brain. Es más, aunque no era la voz para Destruction, es mejor vocalista que Schmier, pero su sitio realmente era Poltergeist y parece que lo entendió bien pronto con su rápida espantada de los carniceros locos. La música de Poltergeist es sofisticada y melódica y, por tanto, su voz ha de ir en consonancia. A mí me recuerda bastante al Coburn Pharr de Never, Neverland en su forma de atacar versos y forzar la garganta en ocasiones, pero puede no ser más que una impresión personal. Canta bien, aunque no esperéis a un tío vociferando como si no hubiera un mañana, lo de André es sonar siempre en tono dentro de sus limitadas capacidades. Tampoco es Rob Halford el chaval, no os vayáis a engañar.
La línea general de este Beyond My Mask es bastante uniforme, totalmente concentrada e ese thrash técnico y melódico que ya arremete en la directa We Are the People. Sin embargo, hay dos salidas de tono bastante desconcertantes que, no obstante, encajan bien en el tono sombrío del álbum. Grey es un corte ambiental con acústicas y teclados, con un André totalmente intimista, que tampoco vería fuera de lugar en un álbum de metal gótico y la final Driftin' Away es una balada que no me extrañaría ver firmada por otra banda no metálica cualquiera. Aparentemente es cosa de los propios Poltergeist y cierra el álbum de un ánimo apesadumbrado realmente anómalo para un trabajo de thrash metal (según apuntan los créditos, V.O. Pulver se come solito la composición de todo el LP sin ningún tipo de aportación externa). La mejor y la más diversa, en cambio, una Make Your Choice que en sus tres minutos y medio tiene absolutamente de todo, desde un sosegado inicio a ese final que hace gala de todo el frenesí del que estos suizos son capaces.
Behind My Mask y Poltergeist no son para todo el mundo. El thrasher más violento seguro que no va a encontrar en ellos muchos de los elementos que busca en el estilo. El perfil de Poltergeist es otro. Esta gente busca un público amante de sutilezas al que le gusta un toque de sofisticación en su ración diaria de agresivo heavy metal. O viceversa, al que requiere algo de agresividad en un metal bien elegante. Habrá quien no encuentre lo suficiente, ni de una cosa, ni de la otra, su falta de renombre creo que habla un poco en su contra y no es calidad de lo que adolecen. Diría que es una banda accesible, pero muy de nicho. A mí me gustan, con moderación, creo que hay bandas mejores en su estilo, pero la escucha de cualquiera s sus dos primeros trabajos queda igualmente recomendada por mi parte. Son cuatro cuernos justitos para mí.
7/10
- André: voces y coros
- V.O.: guitarras y coros
- Marek: bajo y coros
- Alex: batería
Músicos invitados:
- Gino: batería
- Matt Bluestone: teclados
- Graf, Marc, Mauch, Straumi, Schmier: coros