
1. Red Rain
2. Sledgehammer
3. Don´t Give Up
4. That Voice Again
5. In Your Eyes
6. Mercy Street (for Anne Sexton)
7. Big Time
8. We Do Want What We´re Told (milgram´s 37)
9. This is the Picture (excellent birds)
Hay autores que, hagan lo que hagan, jamás podrán desprenderse del estigma de haber pertenecido a una gran banda. Le ocurre a Robert Plant. Les ocurre a David Gilmour y a Roger Waters. Les ocurrió a Dickinson y a Halford. Y les ocurrirá a Blackie Lawless, Eric Adams, James Hettfield o Tom Araya, si un día se lanzan a grabar discos en solitario.
No es el caso de Peter Gabriel. El visionario artista de Surrey supo dar, desde el comienzo de su carrera como solista, los pasos adecuados para desprenderse de la imagen y el estilo musical que le habían servido para ingresar en el panteón de los inmortales, al frente de los primeros y legendarios Genesis.
Sus dos primeros trabajos remitían aún, en determinados detalles, a su banda anterior, y contenían momentos progresivos, aunque enfocados al futuro próximo. El espectacular “Peter Gabriel III” sirvió de bisagra, y en el cuarto álbum ya no quedaban vestigios del sonido patentado junto a Rutherford, Banks, Hackett y Collins. Tan es así que se permitió el lujo de publicar un fastuoso doble en directo, “Plays Live” en el 83, en que no suena una sola nota de Genesis. Pocos artistas rechazarían la tentación de interpretar piezas maestras propias como “The Musical Box”, “The Knife”, “Dancing with the Moonlit Knight” y tantas otras, pero Gabriel vivía del presente, y confiaba ciegamente en el poder de sus nuevas creaciones. Sus planteamientos vitales y artísticos, además, ya no casaban con el mundo de fantasía genesiano.
Solo le quedaba un paso para llegar a la cumbre, y lo consiguió con “So”, al dar con la tecla y obtener, por vez primera, el equilibrio perfecto entre el arte y la comercialidad, ingresando en la realeza del Rock, digamos standard, entendiendo por tal el que practicaban los popes del negocio, los Clapton, Knopfler, Turner, Oldfield, Sting y demás aristócratas de la escena, muchos de los cuales nos resultan unos carcas hoy en día, si bien tenían en sus manos las llaves que abrían todas las puertas. Y en aquellos años en que la Industria era radicalmente diferente, acceder a tal posición siginificaba poder difundir sin límites tanto la música como el mensaje.
Que se lo digan sino a todo un Ronnie DIO, que organizó el proyecto “Hear n´Aid” a semejanza de Gabriel, principal impulsor del “Live Aid”, los dos conciertos que tuvieron lugar simultáneamente en ambos extremos del globo terráqueo para ayudar a África, y todo lo que vino después.
No es extraño que fuera Peter Gabriel uno de los primeros en volver la mirada a los problemas del Tercer Mundo. Su interés por la música étnica, el abanico de texturas que veía podían aportar al Rock esos sonidos tan primitivos como poderosos y auténticos, le había llevado a contactar con músicos africanos, y aprovechó el status privilegiado que había logrado con la única ayuda de su creatividad, para poner los cimientos al “We Are the World”, “USA for Africa” y todos aquellos bien intencionados eventos que hicieron del Rock and Roll una música que, después de todo, y pese a lo que habían cantado toda su vida tipos como Gene Vincent, Jerry Lee Lewis o The Cramps, podía salvar almas.
Por todo esto, “So” es un verdadero clásico, uno de los discos más famosos de los 80, aunque, desde un punto de vista artístico, no sea tan bueno como los cuatro anteriores de su autor.
Y es que peca de cierta irregularidad (Aaaains, esa ramplona e intrascendente “Big Time”…Aaaains, ese hit single que fue “Sledgehammer”, que pese a todos sus matices, su ritmo y vivacidad, y la sección de vientos en su interior, solo brillaba de verdad cuando la trasladaban al directo).
Pero es que es un disco al que le ocurre lo mismo que a “Defenders of the Faith”. Todos los temas valen, pero hay un fuerte desequilibrio entre los más completos, y el resto. Y en este caso, Gabriel alternó esos dos temas más discretos que he citado, con un par de piezas experimentales que ahora comentaré, un bonus track reciclado de un proyecto anterior, y otros cuatro temas que son los que hicieron del disco una nueva obra maestra, excepcional.
Me refiero, claro a está, a “Red Rain”, “Don´t Give Up”, “In Your Eyes” y “Mercy Street”. La primera de ellas ha quedado como la tarjeta de presentación que Gabriel ofreció al personarse en la recepción del gran edificio del Show Business. Un tema templado, lleno de nervio, enigmático, repleto de percusiones imaginativas, donde ofrece un recital de esa inconfundible voz, única en la historia del Rock, un timbre frío y cálido a la vez como ningún otro, en apariencia desapasionado y a su vez implicado en el drama que está contando, tan distante como cercano. Una voz que se apodera de la canción, con un tacto y una magia absolutamente inimitables, hacia el minuto 4´40 en que la instrumentación se mitiga, cesa y va desapareciendo, dejándole solo bajo la lluvia roja que cae y apaga nuestras defensas.
“In your Eyes” tiene un sonido gemelo, mucho eco, texturas inéditas creadas como fluidos mágicos en probetas de laboratorio, que dotan a esta canción de amor de un ambiente balsámico, suave, creíble y muy vivo. El hombre que ve la luz, el deseo, la fuerza para continuar, el halo curativo de la comprensión, el cobijo y la verdad, en los ojos de su amada. También el interés en los retos, la aventura, la novedad, los desafíos, plasmado todo ello en la irrupción de la voz de un cantante senegalés llamado Youssou n´Dour, que desarrolló a partir de entonces una carrera exitosa y mediática, y que aportó ese punto exótico a la canción.
Cuando la tocaban en directo, contagiaba con sus danzas africanas a tipos tan aparentemente serios y concentrados en su arte como Peter Gabriel o Tony Levin, provocando efectos visuales que nunca antes se habían vivido en los conciertos de Rock en Occidente. Vaya, que hubiera hecho bailar al mismísimo Robert Fripp:
Naturalmente son canciones para escuchar sin prisa, con apertura de mente, prestando atención a los detalles, los sonidos, las notas que se sugieren y no llegan a escucharse, el fuego lento que transmite Gabriel con su voz. Deben ser los mejores temas de Rock que se han sabido escribir sin ceder toda la carga al empuje de las guitarras.
“Mercy Street (for Anne Sexton)” es la verdadera joya, el diamante mejor pulido del disco. Dedicada a una poetisa fallecida admirada por Gabriel, las virtudes se multiplican llevando al oyente al climax. Aparente minimalismo, un acompañamiento instrumental muy apagado, trabajadísimo, que sin embargo hace brillar este suavísimo y delicado tema. Cada vez que el vocalista canta aquello de “…Swear they moved that sign”, parece como si su alma fuera a romperse en pedazos. La instrumentación sugiere los susurros del viento atravesando una calle vacía, la percusión suena al chasquido de cristales golpeándose, dibujando la fragilidad de una vida que se ha apagado, o un interminable goteo de lágrimas, y Gabriel entona el mejor verso de toda su carrera, con ese inicial “Una vez, todos estos coches y edificios fueron solo un sueño en la mente de alguien”, ensalzando con ello la nobleza de toda actividad creadora.
En la estrofa final repite el efecto de “Red Rain”, quedándose solo y creando con sus palabras y la bruma de la entonación, la imagen de su amiga, ya en los brazos del padre, perdiéndose en las olas del mar. No hay palabras.
Y en “Don´t Give Up”, la canción más abiertamente comercial, se marcó un baladón junto a la cantante Kate Bush de los que hicieron época. Un tema simplemente perfecto, con una de las melodías más escuchadas en los 80, y un mensaje de ánimo y esperanza en que se alienta a aquellos que lo han perdido todo a no rendirse ni dejar de luchar por sus sueños. El video clip consistía en algo tan sencillo como Gabriel y la Bush fundidos en un abrazo durante cinco minutos, algo que ocasionó un considerable cabreo a su esposa. Pero es que el tío era todo alma, todo pasión.
Sobre los tres temas restantes, “That Voice Again” narra los dilemas del hombre que trata de superar sus limitaciones y amar con pureza, pero una y otra vez choca con el rechazo que le produce esa voz, que tanto parece sonar en el interior de su cabeza, como procedente de un ser querido. La música refleja esa alternancia de momentos dulces con otros más paranoicos, y es un híbrido entre los temas más asequibles y los más complejos del disco.
Y en ese sentido, se lleva la palma la inquietante “We Do Want What We´re Told (milgram´s 37)”, un tema inclasificable que relata un experimento real bastante cabrón, llevado a cabo por un cientìfico llamado Stanley Milgram, que reunió a un grupo de individuos ante una máquina con un botón, y les explicó que cada vez que lo apretaran, provocarían una descarga eléctrica en otra persona, cuyo dolor podrían escuchar. Resulta que el 37% de la peña se recreó apretando el botón mas y más. Ya lo dice el título: “Hacemos lo que se nos dice”. Y no nos paramos a pensar si estamos jodiendo a los demás, y hasta disfrutamos con ello.
En su tratamiento vanguardista se perciben ecos de la banda sonora que había escrito el año anterior para “Birdy”, un film de Alan Parker sobre un veterano de Vietnam que regresa convencido de que es un pájaro.
Sin ser tan puñetera, “This is the Picture (excellent birds)”, el extra que solo apareció en la versión en cassette, suena también muy experimental, y es una adaptación de un tema que Gabriel había compuesto con la cantante Laurie Anderson.
Esto es So, la cima comercial de Peter Gabriel, un disco que ha sido reeditado recientemente en formato de lujo, añadiéndose el concierto en Atenas de aquella gira, en un doble Cd adicional que nos permite descubrir la majestuosidad de sus complejos temas llevados al directo, junto con las revisiones de clásicos como ”Solsbury Hill”, “No Self Control”, “Here Comes the Flood”, “Family Snapshot”, y demás maravillas surgidas en la mente de uno de los más brillantes escritores de canciones de los 70 y los 80.
Peter Gabriel: Voz, Piano, Teclados, Percusiones
David Rhodes, Daniel Lanois, Nile Rodgers, Bill Laswell: Guitarras
Tony Levin, Jerry Marotta, Larry Klein: Bajo
Stewart Copeland, Manu Katché: Batería, Percusiones
Kate Bush: Voz en tema 3
Laurie Anderson: Voz en tema 9
Youssou N´Dour: Voz en tema 5
L Shankar: Violín