
01. Suicide Solution
02. Never Know Why
03. Mr. Crowley
04. Shot in the Dark
05. I Don't Know
06. Killer of Giants
07. Thank God for the Bomb
08. Iron Man
09. Crazy Train
10. Paranoid
Por la época en que la década de los ’70 alumbraba de forma casi definitiva su final, en el mundo del Rock/Heavy Metal todo había cambiado, nuevamente: se comenzaba a gestar un nuevo sonido. Muchas bandas poco conocidas (y, por ende, con menos rentas económicas) desaparecían, y otras, debían readecuar su sonido frente a los nuevos esquemas musicales que ésta evolución iba plasmando. En ese contexto, y sumándole fuertes problemas emocionales con el resto de los miembros de Black Sabbath y consigo mismo, es que Ozzy Osbourne casi cae en la perdición eterna después de abandonar la agrupación originaria de Birmingham, mientras la mayoría lo daba por muerto. Ello, sólo para repuntar en una exitosa carrera solista que dio como resultado sus primeros dos álbumes de estudio. Por si fuese poco, Randy Rhoads –guitarrista técnico, carismático y fiel amigo del Madman- muere en un accidente aéreo. Una depresión invadió a nuestro vocalista nuevamente, y otra vez, casi todos lo daban por muerto: como es costumbre, casi todos se equivocaron. Ozzy demostró que él estaba hecho para el goce de la vida, lanzando al mercado sus dos siguientes placas discográficas: “Bark At The Moon” (1983) y “The Ultimate Sin” (1986).
Y es en la promoción de éste último lanzamiento, en el cual se enmarca el contexto del documento no oficial aquí reseñado. “The Ultimate Sin” tocaba ser defendido en vivo, y una de las presentaciones de la concerniente gira se aunó en el festival de Monsters Of Rock –celebrado en el famoso Donington Castle- el mismo año del lanzamiento del disco. Época convulsa y enérgica en donde a Ozzy casi no le importaba morir a manos de sus excesos y que, de no haber sido por su esposa Sharon, no estaría aquí para contarlo. Y es ese mismo espíritu el que quedó grabado (para beneplácito de nosotros los fans) en éste bootleg que, si bien no ostenta la máxima calidad de la mezcla de sonido que sí tuvo su “Speak Of The Devil” (en ambas versiones), goza de la suficiente para que podamos degustar cada matiz, cada detalle de ésta multitudinaria presentación. Y siendo nada menos que el mismísimo Madman, la primera pista que nos encontramos deja mostrar su lado más polémico.
‘Suicide Solution’ inicia el bootleg (no así el concierto, dado que es un documento incompleto), sólo unos meses después de que se acusara a Ozzy de incitar el suicidio juvenil entre sus oyentes, y que fuese llevado a tribunales por el mismo motivo (un desequilibrado mental arrebató contra su vida dando escucha a este tema, y los moralistas no se hicieron esperar). De la manera que fuese, el ‘Loco’ salió victorioso y ahí estaba, interpretándola una vez más con la frente en alto; orgulloso. La mayor presencia de teclados en el tema es gala común en el segundo lustro de la década de los ochenta (teclados que distan mucho de su versión de estudio de “Blizzard of Ozz”. Y es que, ¿cómo no entregarse a la magia de aquél sonido futurístico y ahora nostálgico que los sintetizadores plasmaron? Y este mismo patrón se repetirá con varios temas de su repertorio clásico en este mismo concierto: ‘Mr. Crowley’ (la canción dedicada al también polémico británico, creador de la filosofía Thalémica y de ejercer la voluntad como al individuo le venga en gana), ‘I Don’t Know’ (tema rápido con un bella y melódica sección central), ‘Crazy train’ (el clásico por excelencia de la carrera solista del Madman), y hasta ‘Iron Man’ y ‘Paranoid’ (el repertorio clásico de Black Sabbath que siempre se querrá escuchar). Todos esos temas han sido adornados para bien con el uso del sintetizador tan típico de la música AOR y Glam de ese entonces, añadiéndole una plusvalía única con la característica atmosférica de ese pedazo de la historia. La banda está en un nivel grandioso. Jake E. Lee demuestra que no sólo se limita a parchar la labor compositiva efectuada por Randy Rhoads y Tony Iommi, sino que puede mantener una calidad técnica en la ejecución de riffs y solos dotándolos de su propio sello característico; de su propio vitalismo. Ozzy, con sus clásicas desafinaciones que aquí no son muchas y que, de cualquier forma, sumado a sus típicos “I love you all” y God bless you all” y su forma encorvada de caminar, son marca registrada de la casa, recibiendo por la ostentación de ese carisma, un cariño indiscutible.
¿Qué palabras pueden escribirse sobre los temas versionados de la última pieza discográfica que presentaban en ese momento, aquél “The Ultimate Sin”? Pues bastante poco, en el muy buen sentido que a ello corresponde: ejecuciones técnicas de alto nivel, un Ozzy que está dando lo máximo de sí, un público entregado al 100% con lo que está presenciando, y una exquisitez auditiva. ‘Never Know Why’ es una canción muy divertida, ideal para alegrar el ambiente en cualquier lugar donde haga acto presencial, mientras el público debió deleitarse de forma espectacular gritando “We Rock, Rock, Rooock!”. Tema rockero, que se defiende a sí mismo y a lo que representa, tanto musicalmente como por el contenido de sus líricas. Mencionar algo sobre ‘Shot In The Dark’ me es más que gustoso: canción pegajosa, otro clásico indiscutible que podría disfrutar en cualquier momento del día y que a pesar de preferir la ejecución de Zakk Wylde en la guitarra, quedó enmarcado aquí como otra joya. ‘Thank God For The Bomb’ se abre enérgica y dispuesta a arrasar con todo, mientras Ozzy en los coros intenta llegar en su rango vocal a como dé lugar (el esfuerzo que hace por ello particularmente, me es apasionante). ‘Killer Of Giants’ sea posiblemente mi composición preferida del disco de 1986: el aire lleno de incertidumbre que irradia la introducción acústica -tocada aquí en formato eléctrico, pero limpio- es uno de esos momentos únicos en la carrera solista del Madman, comparable a ‘Diary Of A Madman’ y ‘Diggin´ Me Down’, seguida de sus momentos mucho más heavys en donde Jake E. Lee demuestra su maestría una vez más. Canción que, para mi gusto, debió haberse quedado en el setlist de la carrera de Ozzy a pesar de las disputas legales en que se vio envuelto.
El trabajo de la banda es más que compacto: se lucen. Phil Soussan en las cuatro cuerdas denota una marcada presencia; Randy Castillo es un monstruo de la batería, añadiéndole un plus de velocidad y agresividad a temas de los primeros tres discos de la banda del Madman; el mencionado teclado de John Sinclair le da ese aire Glam/Futurista y ahora nostálgico a los temas, cuyos matices no se presenciaron ni antes ni después en vivo (salvo por la segunda mitad de ésta década). Destaco una vez más la impecable ejecución del infravalorado y muchas veces Jake E. Lee, y un Ozzy que, dio todo de sí aquella noche.
Para épocas como éstas que no contaron con un directo oficial, los bootlegs son oro puro para nosotros: los amantes de la música en vivo. Más si es de la carrera de un artista cuyo estatus es el de leyenda como Ozzy Osbourne, la que por cierto, poco a poco alcanzará su final, ahora más temprano que tarde. Pequeño homenaje para uno de mis artistas preferidos de todos los tiempos, esperando degustar pronto en vivo otra vez. Cuatro cuernos (un 8.0/10), sólo por no tener la calidad de audio máxima de un concierto oficial, y por estar incompleto respecto a la cantidad total de temas interpretados aquella noche (nimiedades). Por lo demás, oro puro. A pesar de todo, que Ozzy siga viviendo mucho tiempo más.
Ozzy Osbourne — Voz
Jake E. Lee — Guitarra
Phil Soussan – Bajo
Randy Castillo – Batería
John Sinclair – Teclados