
Towards Eternity 5:17
The Dream Ghost 3:41
Demoniacal Possession 3:31
Fall Of Man 4:00
Captives Of Humanity 4:42
God Of Impiety 5:23
My Evil Revelations 3:59
Thy Servant 4:46
De todo el black metal que intenté oír en los 90, sólo este material fue capaz de atraer mi interés hasta escucharlo por completo. Y es que no todo es precisamente black metal acá. Tenemos también una dosis importante de death metal melódico, género con el cual sentía muchísima más afinidad por aquel tiempo. No pude con Emperor, menos con Mayhem. Inmortal me repelía y los niños bonitos y superventas Cradle of Filth y Dimmu Borgir, me parecían pretenciosos a cagarse.
En esos 90, un par de amigos ablackanados hasta la uretra, quisieron compartir material negro conmigo, pero irremisiblemente terminaba regresando al thrash y al death de siempre, y muy pronto, al power metal que se multiplicó como una plaga de chillones gremlins al concluir el siglo pasado (produciéndome un abotagamiento en las pelotas).
Lo curioso es que pasados muchos años, recién desde el cercano y muy putazo 2020, he experimentado una filtración no premeditada que ha ido inyectándome por el espinazo, poco a poco, dosis narcóticas y adictivas de black metal, hasta incitar mi estudio del género y la búsqueda de su origen y su más directo devenir, rescatando lentamente todo aquello que deseché hace poco más de dos décadas. Ahora los entiendo amigos: Milo Vega y Ricardo (demonio Herrera). Es buena música, atractiva, oscura, que por momentos desconcierta, así como también es capaz de infundir un cabreamiento que he logrado canalizar hacia una especie de energía productiva y feral.
Pues bien, cuando me refería al disco que fue capaz de permear mi oído limitado y mi resistencia prejuiciosa hacia esta vertiente, hablaba de Ill-Natured Spiritual Invasion de los noruegos Old Man's Child. Banda creada por Thomas Rune Andersen, alias Galder, que pertenece a la segunda ola noruega del género. En esta tercera entrega participa el fenomenal Gene Hoglan en la batería (de portentoso cometido en Death, Testament, Strapping Young Lad). Old Man's Child podrá tener mejores discos, pero este es mi favorito de manera categórica. Me trae recuerdos de esa época y además, lo sigo disfrutando de inicio a fin casi sin encontrarle peros. Es posible que (ahora que he escuchado más black metal, puedo inferirlo) la belleza y aparente simpleza de este álbum me hayan seducido.
Lo impresionante de Ill-Natured Spiritual Invasion es que el mismo Galder se constituye en un soberano hombre orquesta, capaz de tocar todos los instrumentos a excepción de la batería. El tipo le da con todo a la guitarra, rasga con holgura el bajo, ataca sin pudor las teclas y por si fuera poco, gruñe como un animal emputecido. A eso, agrégale que por sencillas, directas y poco poéticas que te parezcan, el mismo hombrón creó las letras. Se dice que tanto éstas como su forma de cantar, fueron improvisándose en el estudio. Así de relajado (y disoluto) el hombre, como quien se extirpa los mocos de la ñata mientras observa, flemático, la lluvia a través de la ventana.
¿Taras del disco? Sus temas se asemejan hasta hacerte confundir algunos con otros. Como ya apuntamos, las letras – aunque malignas – son sencillitas. La voz de Galder te hace pensar que cantan distintos tipos, como si del orate Kevin del film Fragmentado y sus personalidades múltiples se tratara. Sintetizadores que ostentan demasiado protagonismo… ¿Taras dije? Veamos.
¿Aciertos del disco? La similitud de los temas hace del todo, un escupo unitario de negra viscosidad, que se te queda en la sesera dando vueltas como una ardilla regordeta sobre la rueda de su jaula. La simpleza de adolescente con afanes de maldad le da un toque especial a las letras de cada tema. La experimentación vocal de Galder contrasta positivamente con las semejanzas melódicas. El sintetizador confiere una gracia de bella factura, tanto en sus momentos malvados como en aquellos en que pretende acercarse a la luz (¡para romper la ampolleta!).
Conclusión: ¿Debilidades que son aciertos?… ¿Aciertos dije? ¡Arte, Huevón!
Otro aspecto positivo y que termina inclinando la balanza a favor, es su breve duración. Es directo, va a su destino sin detenerse a mirar el paisaje (bueno, lo mira, pero mientras avanza y solo se detiene a mear ácido sobre la berma).
Poco que decir de la portada. Me causa confusión esa mezcla de vikingo, samurái, puerco espín y mandalorian. Tanta púa, cacho y espada me parece una metáfora sadomasoquista que no consigo vincular con el título.
Intentaré no prolongar el texto desgranando cada tema en demasía; sin embargo, me parece relevante apuntar aquello que me produjo mayor regocijo. Es así que la introducción del primer corte “Towards Eternity” invita a danzar en un salón atestado de entidades malignas que disfrutan de la oscura melodía, como antesala a un festín de mugrosa lubricidad. Ya en su desarrollo, aquel riff impenitente que se hace eco de la atmósfera blasfema, te queda plasmado como una huella al rojo. Cambios de tiempo y acordes malnacidos de la mente de su creador, escoltan la lírica que va rumiando con parsimonia. A continuación, en “The Dream Ghost”, Gene Hoglan sencillamente se luce como el puto maestro batero que es. El orondo y talentoso músico parece disponer de un par de extremidades adicionales para aporrear su instrumento. “Demoniacal Possession” irrumpe encabritada y acelera el tranco no bien culmina su introducción. Van tres temas y todos buenos. Toca el turno a “Fall Of Man” que fluye como un medio tiempo de trance hipnótico, como para entrar en las fosas dimensionales en las que habitan los parásitos astrales. “Captives of Humanity” asoma con un preámbulo más propio de una pomposa composición de power metal. Cabalgata que aporta poco al conjunto. Recién en 2.45 aparece un riff que concede mayor intensidad (aunque nunca tanta), salvándola entre arañazos del abismo.
“God of Impiety” levanta nuevamente el ánimo del oyente. Luego de un extenso pitido propio de una cámara silente para registrar audiometrías, entramos al ruedo por fin y en un vertiginoso tobogán, nos deslizamos boquiabiertos, directos al lodazal pestilente que nos espera. Aplausos para ti Hoglan, irradias energía, la contagias… ¡Grande Tongua! Hermoso tema.
“My Evil Revelations” viene a la zaga, agarrando vuelo también. Galder hace rato que ha ido mutando el vozarrón, manteniéndose alejado de las tesituras que encontramos normalmente en el black metal. Otra bella composición matizada entre riffs demoledores y prístinas melodías arrancadas del sintetizador que se escucha, por momentos, en un primerísimo plano.
“Thy Servant” es el exquisito corolario del álbum del 98. Un temazo incontestable que reúne en sí mismo, los factores con que se fue construyendo el disco tema a tema, como una especie de Frankenstein ominoso y perverso dispuesto a arrancarte la cabezota con espina dorsal incluida. “Yo soy el anticristo” repite Galder cuando las pulsaciones bajan, para que lo escuches clarito y entiendas de una vez que su declaración va en serio.
Poco tiempo después, el talentoso líder y casi único integrante de la banda, se unió a Dimmu Borgir y desde entonces, Old Man's Child pasó a ser su proyecto paralelo. A la sazón, un hijo bastardo que cada tanto, ofrece nuevos discos que provienen de la inquieta mente creadora del noruego.
Cuatro cuernos rasos para Ill-Natured Spiritual Invasion, que disfruto tanto como antes, aunque ahora, me voy inclinando por cazar otros cuervos de plumaje más negro y de graznido más infame.
Galder - Bajo, Guitarra, sintetizador, voz.
Gene Hoglan - Batería