
1. Introduction – Herbstleyd
2. Karmageddon
3. Nargaroth
4. Des Alten Kriegers Seelenruh
5. Amarok - Zorn des Lammes
6. Das Schwarze Gewälde
7. Vom Traum, die Menschheit zu Töten - Outroduction
Un mundo de oscuridad, épica y lirismo. En ese enorme reino underground que fue el Black Metal donde lo importante no era hacerse famoso como individuo sino como creador y compositor de obras salvajes y crudas como el más crudo invierno de la historia. En ese reino joven pero prematuramente envejecido muchas grandes bandas quedaron olvidadas, pero hoy no voy a hablar de una de esas. Hoy narraré sobre una de las que sobrevivieron contra todo pronóstico, siempre bajo mínimos. Nargaroth, caballeros. El bastardo teutón de Burzum, hermano menor de Gorgoroth y sobrino de Mayhem, la voz rasgada más salvaje de Alemania. Nargaroth es Kanwulf, y éste es Ash, y su verdadero nombre, escondido bajo todo este secretismo es René Wagner.
El primer álbum editado (al menos decentemente) por Nargaroth es este que nos ocupa, el Herbstleyd; dolor de otoño. Tal vez no sea el trabajo más blacker de Ash pero sí es todo un trabajo, con todas las letras. Ya datando del 1998, cuando la década de oro del Black Metal tocaba pronto a su fin, Nargaroth emprendía su primera acometida en condiciones, las escaramuzas quedaron ya atrás. Vikernes estaba en prisión, Mayhem era tan solo una sombra de lo que fue y grupos como Emperor o Enslaved diluían su esencia en la experimentación. El Black Metal estaba contra las cuerdas y ahí entraban gentes como Nargaroth, a levantar la escena aunque solo fuera en territorio germano.
Así pues nos sumergiremos en el Herbstleyd, clásico del Black Metal más primitivo donde los haya. Degustaréis aromas tanto místicos como medievales, podréis rememorar el poder y magia de las hordas negras de noruega. ¿Os seduce la propuesta? Ensillad los caballos pues y seguid a Kanwulf al campo de batalla, la refriega comienza.
Todo comienza con una introducción, que se alarga más de siete minutos intentando sumergirnos completamente en el disco: cánticos búlgaros, elementos ambientales, incluso un prodigioso guiño a la enorme película de culto de 1981 Excalibur. Todos esos detalles nos llevan asta la arrogante Herbstleyd, pieza con arreglos épicos estilo de los Emperor del In The Nightside Eclipse (y sucedáneos); tenemos gritos muy gratuitos, guitarras orgullosas y mucho olor a old school que echa para atrás, como el resto del álbum. Karmageddon prosigue con más toques ambientales, hasta que nacen unos arpegios oscuros deudores de Azhubham Haani, se huelen sus influencias en toda la instrumentación, incluso en la composición estructural, es inconfundible ese deje melancólico tan propio del sueco.
Llegamos al tema Nargaroth, que resulta ser una pieza instrumental; riffera aunque bastante simplista, detalle muy típico de Ash. Las guitarras siguen atronando en Des Alten Kriegers Seelenruh', y la batería cobra más actividad. La canción evoluciona con trazas atmosféricas y Kanwulf canta brutalmente, con shrieks muy rasgados y controlados. Proseguimos con Amarok - Zorn Des Lammes, que cuenta con introducción propia y un halo misterioso. Al comenzar la canción nos topamos con una pieza saturada de instrumentos y una extensa duración. Es en este punto del disco cuando descubrimos la pega: las canciones poseen un metraje bastante largo y ofrecen menos evolución del que tal vez se requeriría. Se palpa la actitud por todas partes pero falta refinamiento en las canciones.
Tras este kilométrico track llegamos a Das Schwarze Gemälde, otro tema de larga duración que se inicia tormentoso y seguido de un teclado sobresaliente. No hay más, es una especie de extenso interludio que enlaza con el corte final: Vom Traum, Die Menschheit Zu Töten/Outroduction. En esta andanada final nos topamos con una pared sónica hecha por las guitarras y el bajo mientras la batería toma un ritmo calmado e incluso atmosférico. No termina de convencer pero se disfruta.
El Herbstleyd... un disco repleto de actitud, como ya tengo dicho. También hay muy buenas ideas y detalles interesantes como las sutiles orquestaciones, los coros, y la hermosa flauta dulce del tema Herbstleyd... no obstante falta algo. Sé que el Black Metal clásico no era conocido por ser técnico en demasía, pero tampoco vendría mal un poco más de complejidad en las cuerdas y unas melodías algo más pegadizas quizás. No es un mal álbum, pero le falta madurez compositiva.
La puntuación final es un 6.75 para este disco del 98, tres cuernos muy largos con una sombra más alargada todavía. A pesar de llevarse una nota tan estándar, recalco que no deja de ser un trabajo bastante especial. Queda recomendado para los amantes del black crudesco, fans del necrosound y demás enfermos del metal extremo. Buena descarga... sí, pero lo mejor estaría por llegar.
René Warner (Kanwulf o Ash): Voces, todos los instrumentos.
Chanoon: Guitarra principal en sesión.