Mötley Crüe - Shout At The Devil

Enviado por JaviMetal el Vie, 18/01/2008 - 22:07
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1. In the beginning
2. Shout at the devil
3. Looks that kill
4. Bastard
5. God bless the children of the beast
6. Helter skelter
7. Red hot
8. Too young to fall in love
9. Knock`em dead,kid
10. Ten seconds to love
11. Danger

Arranco comentando que este disco es definitivamente emblemático para mí, fue uno de los que me hizo convertirme en un metalero de corazón por un buen rato; la nostalgia y la poca objetividad se pueden apoderar de mí, pero al final de eso se trata este sitio, o no?.

1983. Con 12 años de edad ya conocía a bandas que rondaban el metal como -los obvios- Kiss, Iron Maiden, Judas Priest, Van Halen, Krokus, y otros más, pero en realidad mis oídos no pertenecían del todo al Heavy Metal, igual escuchaba a estos rockers que a Rod Stewart, Pat Benatar, Styx, Foreigner, Devo, Duran Duran, etc. Pero este no era cualquier año, era 1983, año en que Michael Jackson se adueñó de la escena musical –casi universal– con Thriller (editado en diciembre del 82). Mismo año en el que –lejos de caer en las garras de Billie Jean-, fui atrapado por unos jóvenes metaleros de Los Angeles. Si señores, con Shout At The Devil me enamoraría definitivamente del metal.

Debo aceptar que –como si se tratara de una chica que se cae de buena– la imagen fue lo primero que me atrajo, esa portada negra con la estrella apenas sugerida, super siniestra, fue un imán infalible, y cuando ví en la contraportada a estos cuatro tipos de largas cabelleras erizadas y atuendo guerrero –a la Mad Max 2– me dije -¡Esto lo tengo que escuchar!. Cabe mencionar que nunca había siquiera escuchado el nombre de la banda, así que este fue el disco que me presentaba a los señores de Mötley Crüe.

“In the beginning” era la introducción siniestra, la bienvenida al tremendo banquete. Recuerdo que casi se me erizaba la piel al escucharlo (entiendan que todavía no conocía “Danza macabra” de Celtic Frost). En ese entonces lo escuchaba y me imaginaba alguna especie de escrito satánico -o algo así-, ahora sé que no habla tanto del Diablo y sí de una especie de historia apocalíptica que mencionaba un profecía que al final encomendaba a las juventudes de la época a levantarse y “gritarle al Diablo!”... A grandes razgos combatir el mal, muy contrario a una adoración al maléfico (que era lo que toooodos imaginábamos).

Ya entrando en materia “Shout at the Devil” arrancaba sólida con esos guitarrazos y tamborazos pausados –pesados- seguidos de ese coro que dictaba “Shout… shout… shout …Shout at the devil!”. Innegable himno de batalla super rocker que te invitaba a levantar el puño, agitar la cabeza y gritar el coro. Por si no tenías suficiente le seguía “Looks that kill” tema poderoso con guitarras machacantes y ritmo muy prendido, espléndido para echar “guitarrazos de aire”. Y no paramos, “Bastard” expresaba su furia tan bien como su agresiva letra: adrenalina pura. Una pequeña pausa con “God bless the children of the beast” nos demostraba que no solo los guitarrazos armaban este disco, Mick Mars se montaba en su guitarra y te transmitía cierta sensación melancólica, pero no melosa, la atmósfera se torna muy clásica y oscura, el cierre es muy bueno con ese corito medio hippie, medio religioso. El lado A se despedía con “Helter-Skelter”, original de los Beatles y aunque se salía un tanto del molde del álbum, me parece una canción muy bien “covereada”.

El lado B no era tan bueno como el primero, pero no bajaba mucho la intensidad, “Red Hot” se encargaba de probarlo y Tommy Lee se lucía con un doble bombo que en esa época sonaba muy bien y –en mi joven inocencia- hasta me dejaba boquiabierto.
Track 2, lado B, otra de mis favoritas: “Too young to fall in love” tema redondo- redondo-redondo… empezando con esa lentona y potente batería –muy cuadrada- que literalmente me enchinaba la piel cada vez que la escuchaba… genialmente simple!?!?! Y esta canción es así: muy simple, pero es igualmente magnética, encantadora (en el sentido más rockero); está armada siguiendo todos los reglamentos que incluiría el manual del buen Heavy Metal. Su ritmo es lento pero rítmico-funky, pesado y rodeado de un ambiente –de nuevo- oscuro y con tintes melancólicos… Y no puedo dejar esta canción sin la dulce cereza que sella la redondez de la que hablé: ese inolvidable video en el que estos rudos héroes pintarajeados se liaban a golpes con una horda de orientales y hasta a una mujer golpeaba alguno de ellos. Me encantaba y aún me divierte mucho… “soy demasiado joven para amar”, ideal a mis 12 añitos y esa niña mamona del colegio que no se dejaba querer. Escúchenla ahora y sigue sonando casi majestuosa.

Tras alcanzar la cumbre viene la inevitable bajada, “Knock`em dead,kid” y “Ten seconds to love” nos comienzan a dar señas de que esto se está terminando, no son malas, pero me parecen más un relleno que algo sustancioso. “Danger” cierra esta placa de manera más decorosa que sus dos antecesoras, con mucha más intención e inventiva. De nuevo tranquilidad rodeada de oscuridad y melancolía rockera sin tocar para nada lo que después conocimos como “power balad”. Un muy buen cierre.

La evolución frente al Too Fast For Love es más que evidente, y si bien la primera entrega de los Angelinos es bastante buena, este segundo disco es avasallador en comparación. Todos suenan mucho mejor como ejecutantes, destacando a Vince Neil quien antes sonaba todavía “amateur”; seguramente hubo muchas correcciones de estudio, pero el resultado final es muy bueno. Recuerdo haber comprado el primer álbum algunos meses después de este, y seguí encantado.

Desgraciadamente la banda fue desviando cada vez más su camino de este sonido fuerte, crudo y rockero que los distinguió de los demás para tornarse cada vez más pop-metal. Adiós Mötley Crüe, tu me hiciste quedarme como metalero, pero con este disco te despido. Recuerdo que fui corriendo por el importado de Theatre Of Pain pero no llenó mis expectativas (y ni hablar de su imagen tan ridículamente marica).
Eso sí, estos señores marcaron la pauta y abrieron el camino para muchas nuevas bandas glam-rockeras de la época, de eso no me queda la menor duda.

Otra tristeza: el CD no viene con la portada original de la famosa estrella, se armaron una con las fotos interiores que honestamente no me gusta… cuestiones de esa maldita mercadotecnia “a la Kiss” supongo. Totalmente absurdo.

Sello
Elektra