
1. Manus Dei
2. Sacrimony (Angel of Afterlife) (feat. Elize Ryd & Alissa White-Gluz)
3. Ashes to Ashes
4. Torn
5. Song for Jolee
6. Veritas (feat. Elize Ryd)
7. My Confession
8. Silverthorn
9. Falling Like the Fahrenheit (feat. Elize Ryd)
10. Solitaire
11. Prodigal Son (feat. Alissa White-Gluz)
12. Continuum
Y al fin Kamelot pasó página, tras la partida de Roy Khan, frontman y vocalista. Los años pasaron desde el fatal acogido Poetry For The Poisoned hasta este nuevo Silverthorn, y nuevamente, como en los comienzos de la banda, Khan estaría ausente. ¿Quién imaginaría que Khan se iba a alejar de Kamelot? Y más que abandonase la música completamente para volcarse en su familia. Así pues la banda de Thomas Youngblood quedó gravemente mutilada, sin el personaje más querido por los fans. Por jodida diferencia. Tras un proceso de selección largo, finalmente apareció un nombre, un rostro, un nuevo vocalista: Tommy Karevik
Qué decir del cambio, creo que la banda perdió a un imponente frontman sobre los escenarios y ganó a un heavy-metrosexual que, a pesar de todo, tiene un registro muy similar al del viejo Roy. También es de justos decir que sabe utilizar ese regalo que el cielo le dio. Canta como los ángeles, pero… ¿Es lo que necesitaría la banda hoy por hoy? Si quisieran reafirmar su condición heavy claramente habrían escogido a otro voceras, pero ellos no deseaban eso, creo que lo único que quieren es ser otra banda para adolescentes (como si no hubieran ya suficientes de esas). Total, que todo esto se hace notar el su nuevo disco. El Silverthorn, señores… sonar suena bien el título, pero… echadle un ojo a la portada. Que, ¿Cómo os quedáis? Dibujito que recuerda un poco a Final Fantasy pasado por un filtro gótico. Parece mentira que estos sean los mismos creadores del Karma, The Black Halo y Epica (con sus correspondientes portadas molonas). Cambio de royo que da malas vibraciones… nefastas. Pero hace falta algo más que eso para arredrarme de escuchar la nueva entrega de mis Kamelot. Nos ponemos a ello, a ver como salimos de aquí. Al loro:
Como no, el nuevo disco tiene que hacerse de rogar con la intro Manus Dei que ya muestra claras orquestaciones y coros épicos de fondo, seguidos de una estrofa recitada que termina por desembocar en Sacrimony (Angel of Afterlife). Olor a Ghost Opera, pero sin aburrir. Poderoso power sinfónico, con duelo de solos entre Thomas y Palotai. ¡Ahí, ahí! Lucha guitarra-teclado como tiene que ser. Para la mierda de pintas que tenía la cosa uno acaba con buen sabor de boca después de la primera andanada. La producción es mucho más superior a la del Poetry For The Poisoned (2010), y realmente se agradece poder escuchar más las guitarras que los teclados, joder reconozco que es un maldito alivio.
Ashes To Ashes es el tercer track del disco, y ya muestra un riffeo consistente y una amortiguación de teclado por detrás que da más volumen al invento, casi tiene un aire progresivo, al menos es lo que percibo. Y el listón algo baja chicos, pero tenemos un enfrentamiento Youngblood-Palotai-Sascha que salva la situación. Luego llega Torn, que se inicia bastante floja. Las orquestaciones poseen ligeros matices a lo Nights of Arabia y el ritmo y melodías flojean bastante. Por suerte un cambio de ritmo a los dos minutos mejora la canción convirtiéndola en un tema potable. Song For Jolee es una balada lenta, a lo Abandoned, del enorme The Black Halo. No alcanza su grandeza ni de coña, pero no resulta para nada desagradable, de hecho termina siendo un crescendo emocionante. Enorme trabajo de piano por parte de Oliver Palotai, probablemente el artista más talentoso que queda en la banda (y eso que no me precio de tener oído con los teclistas). Veritas nos sale “medio-tempera”, se huelen algunos restos de la era del Poetry pero en plan guay. Las guitarras suenan heavies, Casey Grillo marca el compás poderosamente, sin caer en la monotonía y Tommy muestra su valía cantando con una técnica impresionante, lo peor a mi gusto es la aparición de la voz de Elize Ryd. Ya aburren tantos cantantes invitados en el reino de Kamelot.
My Confession comienza con la estrofa que dio muerte a la intro Manus Dei. La pieza resulta muy cambiante, repleta de arreglos que supongo que la mejoran, aunque hay algo que no termina de cuajar en el invento. El disco tiene buenos momentos pero poca cosa memorable. No es lo mejor de Kamelot, eso os lo aseguro. Silverthorn ataca con unos violines asesinos acompañados de un ritmo de batería salvaje. En estribillo oscuro y pegadizo donde los halla, y bonito detalle el de que un coro infantil cante un par de versos, es algo novedoso. No obstante el ritmo se estanca bastante, falta velocidad en el álbum, y a pesar de la experimentación el disco a la larga se hace algo plano, y esto comienza a hacerse realmente molesto al llegar la balada Falling Like The Fahrenheit. Este corte suena como si cogieran un poco de aquí y allá de baladas ajenas y lo arrejuntaran todo en un tema-coñazo. Prosigue Solitaire para quitarnos las legañas de los ojos aumentando un poco el tempo, pero sin tener gran peso ni virtuosismo, lo mejor la pequeña melodía de piano que suena de cuando en vez. Vamos que acabamos de tragarnos diez minutos bastante prescindibles, que hacen más mal que bien a lo nuevo de Kamelot.
El disco se nos muere ya, solo quedan un par de cortes, y entra la solemne Prodigal Son, y lo hace con aires de réquiem, Tommy Karevik no tarda en entrar y regalarnos los versos mejor cantados de TODO el disco. Las guitarras acústicas entran después y finalmente la pieza arranca, rebosando hermosura y belleza, hasta que Youngblood se alza de su trono y lanza uno de los mejores punteos del álbum seguido de un riff duro como el acero. Impresionante, sencillamente preciosa. ¿Quién imaginaría después de escuchar los dos anteriores petardos que se sacarían semejante composición de la manga? Tras esta grata sorpresa Continuum pone fin al disco con unos coros operísticos y arreglos instrumentales inspirados seguidos de un minuto de silencio. Tras ese minuto resuena triste y nostálgico un cello, tan solo un cello, regalando el último toque al disco de Kamelot, la última pincelada.
Supongo que os habrá sorprendido, dentro de ese nuevo estilo de la banda claro. Obviamente no iban a parir un Keeper a lo Helloween, ni siquiera un Imaginations en plan Blind Guardian. Kamelot intentan modernizarse, y de paso hacerse asequibles para ganar nuevos súbditos. Realmente tiene muchos buenos momentos, como ya he dicho antes, y una orquestación brillante, tal vez la mejor de todos los discos. También hay que mencionar el renacer musical de Youngblood, que trabajó las guitarras como hacía años que no lo hacía. Estos son los pros, que no son pocos. Las contras son tal vez la falta de velocidad, el apalanque que acaba viniendo ya a la media hora de disco. No es un trabajo para digerir entero de golpe, al menos prestándole total atención. Y finalmente está el detalle de que como de costumbre, cada vez los miembros de la banda se acomodan más en el apoyo de otros artistas para perfilar y rematar las canciones, coño que los créditos parecen más de una película que de un disco de metal.
Finalmente califico al álbum con tres cuernos muy altos. Un 6,75 me parece justo, puede que no traiga nada nuevo al feudo del power melódico, pero es una obra muy currada, pulida y compacta.
Es posible que ya no sean una banda para “jebochos” greñudos, pero lo que hacen, lo hacen de puta madre, y con clase. Nada de perder la dignidad por el camino, como hicieron otros muchos.
Tommy Karevik: voces.
Thomas Youngblood: guitarra eléctrica.
Sean Tibbets: bajo eléctrico.
Oliver Palotai: teclado electrónico.
Casey Grillo: batería.
Invitados especiales:
Elize Ryd (Amaranthe): vocales femeninas en los tracks 2, 6 y 9.
Alissa White-Gluz (The Agonist): vocales fuertes en el track 2 y vocales en el track 11.
Sascha Paeth: guitarras adicionales y vocales fuertes en el track 3.
Miro: teclados y orquestaciones (con Oliver Palotai).
Coro de niños del track 8: Emilie Paeth, Noa Rizzo y Annelise Youngblood.
Coro del track 8: Amanda Somerville, Elize Ryd, Robert Hunneke Rizzo, Thomas Rettke, Simon Oberender, Cinzia Rizzo (con solo en el track 12).
Luca Turilli: consultor en el idioma latín.
István Tamás: acordeón en el track 6.
Eklipse: cuerdas en los tracks 2, 7 y 9.