Judas Priest + Blind Guardian + U.D.O. - Vista Alegre, Madrid, 15-05-2012

Enviado por El Marqués el Mié, 16/05/2012 - 13:15
8

1. Battle Hymn/Rapid Fire
2. Metal Gods
3. Heading Out To The Highway
4. Judas Rising
5. Starbreaker
6. Victim of Changes
7. Never Satisfied
8. Diamonds And Rust
9. Dawn of Creation/Prophecy
10. Night Crawler
11. Turbo Lover
12. Beyond the Realms of Death
13. The Sentinel
14. Blood Red Skies
15. The Green Manalishi (With the Two-Pronged Crown)
16. Breaking the Law
17. Painkiller
18. The Hellion/Electric Eye
19. Hell Bent for Leather
20. You've Got Another Thing Comin'
21. Living After Midnight

Curiosas las sensaciones que experimenté ayer al inicio del triple cartel que disfrutamos en el Palacio de Vista Alegre. No eran las siete de la tarde, y Udo Dirkschneider estaba descargando ante una reducida audiencia “Animal House”, tal vez la más conocida de sus canciones en solitario. Poco mas de media hora después, salí a una terraza habilitada en la segunda planta del Pabellón, y desde allí se contemplaba la tranquila barriada de Carabanchel en un día festivo, inundada por el Sol, que estaría bañando la Pradera de San Isidro, no muy lejos de allí, llena de madrileños con la gorrita a cuadros y el mantón de Manila, en un entorno de romería que haría felices a Candice Night y a Ritchie Blackmore con sus laúdes, bandurrias y cintas de flores en el pelo.

Dentro, y sin que el pacífico vecindario que dormía la siesta a escasos metros de distancia lo vaya a saber jamás, acababan de sonar “Princess of the Dawn”, “Balls to the Wall”, “Metal Heart” y “Fast as a Shark”, o lo que es igual: algunas de las mejores canciones de Heavy Metal que se han escrito.

Lo que quiero decir con mi castiza introducción es que me parece una barbaridad programar un concierto de UDO, o de quien sea, para las seis y media de la tarde. Si fuera Invierno todavía, pero terminar el breve show, salir y encontrarte la tarde tan cálida y despejada, como que arruina un poco el ceremonial metalero.

Aparte de ello, me apetecía mucho seguir la actuación del alemán, al que no había vuelto a ver desde la gira del “Mission Nº X” hace seis años, y más ahora que presenta un Cd tan bueno como “Rev- Raptor”. Cosa de ser telonero de los teloneros, dispuso de un juego de luces raquítico –una hilera de focos amarillos fijos-, y un sonido inicial nefasto, que fue mejorando. Abrió con “Rev-Raptor”, siguió con “Animal House”, citadas ambas, otras nuevas como “Leatherhead”, algunas mas antiguas de su carrera en solitario –aceptable “Man and Machine”-, “Princess…”, que se llevó la primera gran ovación de la noche, y “Fast…” y “Balls…” perfectamente interpretadas.

En “Metal Heart”, por el contrario, no dieron con el tono adecuado. La banda de Udo es buena, pero claro, ni de coña alcanza la fuerza que tenían Baltes, Hoffman y Fischer ejecutando este temazo en 1985. Un placer, en todo caso, reencontrarte con dos ex Accept legendarios, como el frontman y Stefan Kauffman, quien por cierto, según envejece se va pareciendo cada vez mas a su Jefe, estilo “Mini Yo” total.

Blind Guardian. Bien. Un grupo al que apenas he seguido ni me ha interesado, y cuya frecuente inclusión en festivales era siempre una buena noticia, pues te permitía retirarte a cenar o a reponer fuerzas para la siguiente descarga. Ayer, el Palacio presentaba una buena entrada, pero ni de coña estaba abarrotado, y dado lo fácil que era moverse, seguí la actuación de los de Hansi Kürsch. Gozaron de mejor sonido, de un buen juego de luces, y en general gustaron. Son profesionales, el vocalista gastó chorro de voz y entrega, y ofrecieron buenos momentos de pericia instrumental.

Cuentan con temas perfectamente reconocibles y muy populares, y no cabe duda que tienen una base leal de seguidores. Ayer te encontrabas camisetas del grupo a cada paso. Me gustaron algunas galopadas a las guitarras, muy buena la banda en los coros de “Lost in the Twilight Hall”, y precioso el inicio acústico de la canción del Bardo.

Pero, una cosa, señor Kürsch: No se puede cantar al Valhala con esos polos negros y esos pantalones vaqueros. Hasta yo, que me presenté con una camiseta de los Ramones adquirida en Carrefour por cuatro euros, tenía una imagen más glamurosa. Quiero decir que es una pena que este grupo, con ese toque élfico en la estética de sus portadas y en las letras, y los elementos de Folk Metal bailón que llenan sus canciones, no exploten más los recursos escénicos. A lo mejor en un show como cabezas de cartel se lo montan de otra manera, no lo se, y tampoco estoy diciendo que tengan que plantar robles y colocar menhires en el escenario como si eso fuera la aldea de Astérix, pero no les vendría mal empaparse de viejos Dvds de Jethro Tull, Marillion, o los Genesis de Peter Gabriel, y dotar de fantasía visual sus conciertos.

Y bien. Avanzaba la tarde, el Sol no pegaba ya tanto en el exterior, y sobre las tablas se extendió un telón con la palabra “Epitaph”. Dicen que esta vez va en serio. Al contrario que en su visita el pasado verano en Leganés, que compartí con compañeros como Jalford, Blackwolff, Tom Alaya y Cuericaeno, esta vez tenía intención de seguir cada paso de la que ha podido ser la despedida sobre las tablas en Madrid de los sumos sacerdotes. En su anterior visita hace diez meses, tras haber visto a Motörhead y a Saxon, pasé, voluntariamente, más tiempo yendo con Tom Alaya a por cerveza que vibrando con los temas de Judas, así que no me ha importado tanto que repitieran repertorio.

Porque es lo que hicieron. Repetirlo íntegramente como habían anunciado, en el mismo orden, similar puesta en escena, y por encima de todo: Igual grandeza. “Rapid Fire” queda muy bien como disparo de salida, “Metal Gods” a estas alturas es de las que menos me impresionan, pero lo bueno comenzó a partir de “Heading Out to the Highway”. Es muy grande que Glenn Tipton interprete ese punteo tan largo, el que se escucha en la versión de “Priest…Live”, antes de las dobles armonías de la más sencilla versión en estudio.

Es eterno ver a Halford con sus cambios de vestuario, apoyado en el báculo, cantando “Judas Rising” con esa seguridad y esa elegancia. El vocalista está en mejor forma que en 2004 y 2005, cuando regresó a la banda de su vida junto a Hill, Travis, Tipton y KK Downing.

En “Starbreaker”, impresiona el telón de fondo con el pórtico monumental y las columnas de la portada de “Sin After Sin”, y en “Victim of Changes” el vocalista tuvo su primera prueba de fuego, que superó con sobresaliente. Ese tema es para Halford lo que “Child in Time” para Ian Gillan, y el Metal God lo bordó una vez más. Quienes estuvieran cerca del pedestal situado a la derecha al que se subió unas cuantas veces, en primera línea del stage, recordarán como tuvo que tomar aliento varias veces para recuperarse al terminar, antes de iniciar la siguiente, “Never Satisfied”, que sonó también intensísima.

No siempre me han maravillado cuando se internan en estos medios tiempos, una canción como “A Touch of Evil” por ejemplo, que tocaban siempre en directo en los anteriores tours, me terminaba aburriendo, pero anoche la dupla de hachas tuvo momentos memorables y uno de ellos fue en los punteos centrales de este rescate del “Rocka Rolla”.

Respecto a Richie Faulkner, está plenamente integrado, interactúa con Tipton, que casi podría ser su abuelo, y aunque en algunos momentos tiende a caer en el “síndrome Janick Gers” con sus gestos –volteos a la bandolera de la guitarra, guitarra a los dientes, guitarra a la espalda…-, al contrario que el tercer guitarrista de Maiden, Faulkner sí trasmite la impresión de estar tocando en todo momento. Es joven, consciente de que no va a tener mucho tiempo para actuar en el seno de la leyenda británica, y disfruta cada segundo sobre el escenario.

A su compañero y mentor Glenn Tipton se le ve muy mayor, muy delgado y con tics de viejales, pero mira, tiene ya la esencia de un bluesman, el venerable aspecto, la imponente presencia que tenía sobre las tablas Muddy Waters o aún tiene Johnny Winter.

“Diamonds and Rust” contó con el habitual arreglo de cuerda en su primera parte, en acústico y con la cascada de humo brotando de los amplificadores a ambos lados de la batería. En “Prophecy”, el recuerdo al flojo “Nostradamus”, Rob apareció con el también conocido hábito de monje intergaláctico, y con ese tridente del que al final brotaron unas llamaradas. Siempre ha sido un Dios, pero en ese momento me recordó al mago enigmático que aparece en la funda interior del vinilo de “Led Zeppelín IV”.

En “Night Crawler” cantó de locura, modulando a la perfección, y “Turbo Lover”, con el paso de las décadas, se ha convertido en una de las mejores, más esperadas y eficaces canciones de la banda. El golpeo robótico del comienzo, las estrofas, ese estribillo maravilloso, los múltiples dibujos que crean las guitarras en la parte instrumental, el grandioso final… A Judas Priest hay que clonarles, este tema tiene que seguir sonando en directo per secula seculorum. Y pensar que todavía habrá quienes duden de “Turbo”. Ójala hubieran caído “Locked In”, “Out in the Cold”, “Hot for Love” o “Reckless”.

“Beyond the Realms of Death”, otro gran momento, con su espectacular solemnidad, los punteos de Glenn, y el telón con la mítica ilustración del cyborg de acero con el tubo lumínico atravesándole el cerebro. “The Sentinel”, sobran comentarios, podría pasar por la mejor canción de la historia del quinteto, solo por ese riff grandilocuente, las voces de Halford, y la estructuración diferente del tema.

Y “Blood Red Skies”, grandiosa como la anterior, del tremendo e infravalorado “Ram it Down”. He hablado antes de las joyas olvidadas de “Turbo”, pero vaya con el disco de 1988. Quien diga que no hubiera disfrutado si de golpe nos sorprenden con “Heavy Metal”, “Hard as Iron”, el title track o “Come and Get it” es un mentiroso que merece un castigo duro y desagradable. Una sesión de fist fucking con el ángel de la portada de “Sad Wings of Destiny”, por ejemplo. Los menores de edad, por favor, que se abstengan de averiguar lo que significa “Fist Fucking”, una cosa muy fea que nos intentan hacer siempre los políticos a los ciudadanos.

Por no limitarme a echar flores, he de decir que en “Blood…” me dio la impresión de que Halford desentonó un poco, pero vamos, un simple detalle que incluso le engrandece. Es un titán, pero conserva su lado humano.

En “The Green Manalishi” y sobre todo “Breaking the Law” la participación del público es total. “Breaking…” en concreto la canta entera la audiencia, pero al final el efecto es el mismo, tal es la fuerza de ese superclásico. Pero en “Painkiller” Rob sufrió, y con ello pareció arrastrar al grupo, que no marcó el tiempo con la precisión de otros temas. Para los seguidores más jóvenes esta canción es el Alfa y el Omega del grupo. A mi no me emociona tanto como otras, y si se trata de morir matando, preferiría que lo hicieran con “Exciter”, “Screaming for Vengeance” o “Freewheel Burning”, por pedir que no quede.

Si llegan a tocar “Freewheel Burning”, como unas tres horas antes habíamos escuchado “Fast as a Shark”, habríamos gozado en una misma noche de las dos piezas más desquiciadas, potentes y aceleradas de todo el Heavy Metal de los Ochenta.

Por lo demás, y ya en los bises, la inmortal “Electric Eye” con el preludio “The Hellion”, la Harley en “Hell Bent for Leather” -menudos palancazos de Glenn al presentarla, esa guitarra sonó como un trueno-, y la traca final con las coreadas “You've Got Another Thing Comin'”, y “Living After Midnight”, que llevaron el éxtasis al respetable, en el graderío y la pista, como es habitual en el cierre de los conciertos del Sacerdote.

Faulkner, Tipton y un Hill comunicativo y simpático despidiéndose, Travis colosal al obligar a Halford a salir de nuevo a despedirse, y las estrellas de Madrid, ya por fin, recibiéndonos en la salida a la calle, en la vuelta a la normalidad. A lo mejor esta vez es la última, pero me da igual, esta banda no podría haberme hecho más feliz durante todos estos años, e incluso esta mañana, en el trabajo, me ha hecho sentirme como cuando tenía quince años, ponían el vídeo de “Freewheel Burning” en la tele y yo me llevaba broncas por escuchar a semejantes salvajes. Me han regañado por presentarme en playeras, pero yo he dicho: “Que os jodan! Vengo así porque anoche estuve viendo a Judas Priest!”

Rob Halford: Voz
Glenn Tipton: Guitarra
Richie Faulkner: Guitarra
Ian Hill: Bajo
Scott Travis: Batería