
1. But Eternals His Vast Forests...
2. His Eternal Life, Like a Dream Was Obliterated...
3. Helpless It Lay, Like a Worm in His Frozen Track...
4. Behold, Our Race Unstoppable Genius...
5. From His Woven Darkness Above...
6. Writing Upon the Wind of Mystic Philosophy and Dreams...
7. They Saw His Pale Visage Emerge from the Darkness...
8. Thy Dying Light and Desolate Darkness...
9. Arise, My Lord of Infernal Wisdom...
Escribo esto mientras está cayendo una torrencial lluvia. Y me pregunto lo mismo de siempre: ¿es realmente importante el por qué estamos aquí? ¿Las verdades alguna vez se nos serán reveladas? ¿Es la oscuridad algo que todo ser anhela de vez en cuando?
Mi ventana está empañada, el techo resuena fuertemente en mis oídos y vislumbro muchos rayos a lo lejos. Tengo frío, me siento un poco deprimido, y las notas más increíbles de JUDAS ISCARIOT acompañan mi noche con mucho apego.
Una noche de un Halloween solitario.
¿Por qué cada vez que oigo Black Metal algo en mi pecho salta? ¿Por qué será que siento que Thy Dying Light es un álbum tan imprescindible en este momento? La batería me hipnotiza, la guitarra me hace llorar, y la voz tan apagada y melancólica de Akhenaten (Andrew Harris) me tiene completamente en trance.
Octubre se me fue; ya no más Metal Gótico y cosas tristes. Entra noviembre: mi mes preferido. El año ha pasado con muchas situaciones difíciles, y siento que JUDAS ISCARIOT habla un poco de todo lo que siento. No son marcados tintes sociales y políticos, pero es el reclamo desde adentro. Las preguntas calladas y el sonido tan devastador que tiene a mi alma meciéndose apaciguadamente a un compás realmente hermoso.
¿Black Metal? Capacidad de hacerte sentir todo con el resentimiento y la melancolía más pura. Hay belleza. Demasiada. JUDAS ISCARIOT (evidentemente sólo Harris) es algo hermoso.
Cosas que en estos momentos me pegan durísimo.
La portada introduce al mundo que estoy sintiendo ahora mismo. El árbol muerto de la portada me recuerda al que está frente a mi casa, en el que a veces se van muchas noches tristes conmigo viéndolo desde una transeúnte ventana.
Hijo de los mejores: BURZUM y DARKTHRONE. El señor Akhenaten imprime en su segundo nene mórbido un nivel jamás concebido para el primero. Donde las letras son más fuertes, la música más profunda y sin prácticamente inventar nada, estoy aquí acariciando cada retoño amorfo que llegan hasta pies a través de cada quiebre en cada melodía.
Black Metal para todos, y en una noche de estas, del Halloween fallido, del silencio y el temor. Me invaden las temerarias inquietudes de Akhenaten cada vez que entra y sale de su palacio para demostrarme quién es el que manda. Quién convierte a este dulcímero género en una obra de arte a la que absorbo como la inocencia que ha sido marchitada para mí.
La gente se cansa, compañeros. Nos cansamos. De las mentiras. Del falso positivismo. De las palabras vacías de los demás. Akhenaten lo sabe muy bien, y lo narra con cada somnífero título encantador que empieza extrayendo notas como almas del infierno y, cuando menos piensas, estás revolviéndote en silencio en aquella bañera a la que tanto tememos los mortales: la caja de la honestidad.
Este americano sentía un profundo amor por el Black Metal, pero al que decidió inyectarles letras cargadas de nihilismo, mala leche y múltiples referencias a pasajes de Nietzsche (especialmente El Anticristo). Su nombre lo explica completamente: Judas Iscariote. Quien traicionó a Jesús. Quien ahora en forma de segundo lanzamiento desata terror sobre madres con mentes llenas de telarañas, e hijos decididos a abrir puertas que jamás fueron cerradas.
Aquí nadie se escapa de nada. La música está aquí como una densa máquina generadora de los peores sentimientos, volteándote la cabeza de mil maneras hasta que te encuentras en el espejo, viéndote moribundo, ancestro y sin palabras para soltar. Dice que Dios nos ama, pero, ¿en dónde está su amor? ¿Por qué su luz es tan moribunda y la oscuridad tan desolada?
Aquí nadie sabe nada de nada.
El señor Akhenaten toca todos los instrumentos con potencia, dándole la capacidad suficiente al sentir brillante de su música para superar concretamente cualquier adjetivo, y hacernos estallar con un Metal estupefaciente, icónico y lleno de burlas muy bien mostradas.
Dice lo que sentimos, no se inmuta en nada. Aquí cada tema es una repartición correcta de los sentimientos de un hombre que prácticamente perdió todo en su vida. No todos son heroes. No todos pueden narrar la historia desde la perspectiva de los que “triunfaron”. Es algo que no le importa a muchos, los que nos refugiamos con pesadillezcas visiones de vampiresas dedicadas a satisfacer cada pútrida fantasía sexual, pero que no son más que los temores que todos sentimos.
No queremos morir. No queremos saber más de lo que se nos cuenta. Le tememos a criaturas inexistentes que, según cuentan los que nada saben ni sabrán, nos vigilan. Y nos vengamos en noches como estas, elevando nuestros dedos del medio mentales hasta lo más alto de las putas narices de cualquier arcángel al mismo tiempo que recitamos
The sorrow ain’t the solution. And the loneliness ain’t the cure
Is your fuck ‘truth’, but is my fuck ‘life.
Esto es el Metal negro cuando es imposible controlar nuestros impulsos. Él es el impulso; te domina como bestia salvaje que sólo desea rescatar la poca belleza perdida entre las ganancias de impostores. Fuimos usados, y estamos varados en medio de imágenes mentales como aquel árbol del art:
Caídos.
Viendo bajo.
Recibiendo la asquerosa luz de algo que no necesitamos.
Y con toda esta combinación tan llena de lo que más amo en noches como esta, JUDAS ISCARIOT suelta el último vestigio de vómito negro y repite aquellas palabras tan icónicas de BURZUM:
-El mundo necesita oscuridad. Porque el exceso de luz no nos ilumina ni nos abriga, sólo nos ciega y quema.
-Varg Vikernes.
I still runnin’ by the Sabbath Schwarzer Highway, ‘My Lord’…
Valoración: 8.7
Andrew Harris (Akhenaten) - Voz y todos los instrumentos.