
1. Intro (01:19)
2. Ulv! Ulv! (06:14)
3. En gjennområtnet Hytte (03:25)
4. Stille Sjel (06:46)
5. Lysningen i Skogen (04:49)
6. Dark Waters Stir (09:58)
7. As Rane Comes Down (04:58)
8. Bankeånd/Poltergeist (15:57)
Dark Waters Stir es de esos trabajos que llama ver la atención en manos de un adolescente a mediados de los 90 en uno de los remotos confines de Europa occidental (tanto que los romanos incluso llamaron finis terrae a estos lejanos parajes), pero ese fue el caso cuando un antiguo colega me dejó una misteriosa cinta con tal nombre en el lomo a finales del pasado milenio. Tal es la coincidencia con un For Kunsten Maa Vi Evig Vike con el que me detuve hace bien poco, que creo recordar que la solitaria obra de estos Isvind, al menos hasta su discreto retorno una década atrás, me llegó como la otra cara de la misma moneda. Tanto física, ambas en una misma cinta de 90’, como metafóricamente. Mientras Kvist representan la faceta más cerebral, ordenada y melódica del black metal noruego, Isvind vendrían siendo el aliento gélido de la tormenta desatada con la más indómita virulencia.
Y es que no se me ocurre nombre más representativo para una banda (“viento de hielo”) cuando, tras ese minuto introductorio de sintetizadores, entra el solitario riff de Ulv! Ulv! como una ventisca de nieve de esas que te corta la cara con el frío. La producción os va a costar desde un primer momento. Todo suena glacial, distante, cruel, deshumanizado... como esa portada blanca con el logo en negro que sobrepasa límites de austeridad hasta ese momento desconocidos (y ya no os hablo de un diseño interior que va en consonancia, os lo podéis imaginar). Sin embargo, por alguna extraña razón que no alcanzo a comprender, todo contribuye en un alquímico equilibrio a provocar una sensación tan desapacible como la que estos gélidos riffs pretenden transmitir. Muy en la línea de aquellos Immortal de Pure Holocaust que te congelaban los huevos con un simple golpe de Demonaz a las cuerdas de su guitarra.
En mucho más os van a recordar a Immortal en Dark Waters Stir. Desde la voz, hasta la producción, pasando por ese minimalismo visual y la obsesión por las inclemencias climatológicas, la huella de Abbath y compañía se hace más que alargada sobre este dúo de Oslo formado, ojo, en 1992. Lejos de todo el revuelo del Inner Circle, pero no por ello menos capaces o comprometidos, bañan su música con una influencia nórdica algo más acusada, con esas letras en noruego y ciertas reminiscencias de carácter épico-folklórico a lo Satyricon, que les dan un aire melancólico que no tenía el otro dúo que les sirve de inmediato referente, el de Bergen.
En medio de esas En gjennområtnet Hytte o Stille Sjell que se desatan como un vendaval escupido por el pequeño Goblin tras los parches (cuyo apodo no esconde tanto de la persona como debería), podemos distinguir ciertos atisbos de belleza, el placer del que se recrea en la soledad de una tormenta de nieve. Una ligera huella de melancolía en medio de la tundra helada e inhóspita. Las velocidades son casi siempre muy altas y el riffeo despiadado, pero en ocasiones encuentran un hueco para unas ensoñadoras melodías de guitarra o una delicada acústica como las de Lysningen i skogen, que dan un respiro bien merecido en pleno temporal.
A Dark Waters Stir, el tema, en cambio, le sobra alguno de sus casi 10 minutos de duración. No es que no me guste y, como en todo el trabajo, la atmósfera está realmente conseguida, pero el torrente de ideas no alcanzó en esta ocasión para tal despliegue de metraje y la cosa acaba haciéndose repetitiva llegado el tramo final. Algo similar a lo que ocurre en ese Bankeånd/Poltergeist que cierra el círculo con unos sintetizadores similares a los del comienzo, acompañados esta vez por la batería y un persistente trémolo de guitarra. Me encanta la ambientación que crea para cerrar el álbum, de nuevo fría, oscura e hipnótica, pero no comprendo muy bien por qué se alarga de forma absurda hasta el cuarto de hora con ese silencio eterno tras el que se oculta un corte que suena más a las frivolas aventuras de Fenriz al frente de sus Isengard que a cualquier otra cosa.
Con sus imperfecciones, recomiendo una escucha paciente, receptiva y, muy importante, al máximo volumen posible para este Dark Waters Stir que dos jóvenes noruegos nos hicieron llegar de forma más que modesta hace casi 25 años ya. Otro más sepultado bajo el alud de buenos lanzamientos de su momento pero, sin duda, con más qué decir que muchos de ellos. No creo que le vaya a resultar fácil abrirse un hueco entre aquellas cosillas que se os ocurra poneros en cuanto os encontréis con ánimo de buen black metal noruego. De alguna forma extraña, sí lo consiguió conmigo en su día y es otra de esas curiosidades que me ha acompañado durante más de dos décadas, como seguro que os habrá ocurrido en alguna que otra ocasión con discos raros que casi nadie más escucha. Por no ser, este CD no es ni un álbum de culto reivindicado a nivel underground, aunque igual debería. Mi aprobación, con cuatro cuernos, se la lleva, sin duda alguna, veremos si consiguen pasar vuestros filtros de calidad...
8/10
- Arak: guitarras, bajo, voces
- Goblin: batería, voces, teclados