
1. The Secrets of Merlin (02:38)
2. Pendragon (04:20)
3. Excalibur (04:45)
4. The Round Table (Forever) (05:10)
5. Morgane le Fay (05:16)
6. The Spell (04:38)
7. Tristan's Fate (03:38)
8. Lancelot (04:45)
9. Mordred's Song (04:00)
10. The Final War (04:02)
11. Emerald Eyes (04:04)
12. Avalon (05:50)
*Bonus track*
13. Parcival (04:59)
Algo que muchas bandas de Heavy Metal –clásicas y no clásicas– no pueden reconocer es haber gozado su mejor momento en los 90’, cosa que sí pueden los alemanes Grave Digger, los mismos que en esta, la supuesta década de decadencia del Metal, vivieron un auge absoluto en su carrera, gozando de un reconocimiento acalorado por parte de los medios y en la escena europea.
Hablan por sí solos álbumes de tan indudable calidad como The Reaper (1993) o Heart of Darkness (1995) (citas obligatorias para cualquier fan de la banda), así como los pertenecientes a su archiconocida saga medieval, de la que nacieron obras tan icónicas como Tunes of War (1996) y Knights of the Cross (1998), éste último, para muchos, el mejor álbum que los teutones han producido.
¿Qué tenemos para cerrar este importante punto de inflexión que supuso dicha saga? Pues un disco de la factura de Excalibur, ni más ni menos. Habiendo visto la luz del mercado en septiembre de 1999 y tras haber llevado a su audiencia por las revueltas de Escocia y las Cruzadas templarias, Boltendahl y los suyos orientan la mirada esta vez nuevamente en tierra británica, ahora en Inglaterra: como indica el titular, el concepto de Excalibur nos hace adentrar en la materia celta-bretona artúrica, tratando en la música a personajes y elementos tales como la homónima espada clavada en la piedra, el hechicero Merlín, el caballero Lanzarote del Lago, la honorable Mesa Redonda, la malvada hechicera Morgana le Fay, Mordred el bastardo y traidor y, cómo no, el rey Arturo Pendragón y la reina Ginebra.
La temática, de primeras, parece sentarles de lujo a Grave Digger, salta a la vista lo bien que ha sido cuidada a lo largo de todo el álbum, resaltando en muchos aspectos la introducción del mismo, The Secrets of Merlin, donde la narración nos envuelve en la historia que dará comienzo:
“The time before Arthur's reign was marked by hatred, war, treachery,
murder and greed. But then a man appeared who could do wonderful things,
and from that time on Merlin the Magician was the driving force behind
Britain's fate. It was a time full of secrets and sagas”
En esta recreada Bretaña marcada por la hechicería, la guerra, la traición y el odio, comienzan a sonar instrumentos tradicionales medievalescos como la gaita o la zanfoña. Ojo, no nos vayamos a confundir, no estamos ante un Legendary Tales, ni por asomo; Grave Digger no piensan abandonar su vieja escuela de Heavy/Speed Power Metal rudo y potente, como demuestran en Pendragon, o lo que es lo mismo, el equivalente a despertar a un dragón dormido y súbitamente someterse a su furia recién desatada, aun empleando recreaciones instrumentales dramáticos y medievalescos. El quid de la cuestión es que, estén junto al telón de fondo en que estén, la premisa se mantendrá siempre fiel a los órdenes e ideales de Grave Digger: una entrega apabullante del Heavy Metal más potente posible.
Con la adrenalina inyectada a tope nos llega la homónima Excalibur a corroborar el nivel de calidad y poderío que atesoraba la banda por aquellos días, siendo este tema un auténtico himno, de esos que todo fan a ultranza se conoce al dedillo, cañero, épico y envuelto en esa magia capaz de conectar al Heavy Metal con las leyendas y tierras lejanas.
Variedad y acierto son dos factores que hacen de Excalibur un álbum digno de ejemplo y empeño. Encontramos desde piezas que sacan a relucir la maña que siempre han tenido Grave Digger hacia los medios tiempos, saliéndose The Round Table (Forever) (una ejecución de corte clásico y bien impartida a la par con la nobleza y el talante caballeresco que necesita) y The Spell (no tan bueno como el anterior, pero que no pierde encanto, aún menos cuando aglomera el toque narrativo dirigido por un inmejorable y limpio Boltendahl y los siempre rompedores riffs de Uwe Lulis); tampoco faltan los temas veloces y cañeros. Lancelot, midiendo bien los tiempos y el ritmo en torno a un estribillo que hace de corazón de la composición, hace gala de una estructura idóneamente realizada, y The Final War es una alucinante muestra de ese Power/Speed Metal que devora por medio de guitarrazos, desgarros de bajo y los grandilocuentes coros marca de la casa.
Asimismo, de entre los tracks que ningún fan del grupo ha de desmerecer se encuentran la mayestática y maléfica Morgane le Fay (piezas como ésta son la forma de retratar a un personaje de mito, lo demás son tonterías) o Mordred's Song (oscura, pesada, agresiva y potente, heredera de la unión de Heart of Darkness y Knights of the Cross). No nos olvidamos, por supuesto, del momento en que, entre la bruma del comenzar de la séptima pista, vamos escuchando:
“Magic potion, crystal clear
It’s too late
Open lips and open heart
Tristan’s Fate”
Así nos embulle Tristan's Fate, con ese impetuoso crescendo que acaba por elevarla como una de las canciones más intensas del plástico.
Valga recalcar que tampoco encaramos un disco exento de peros, y si hemos de citar aunque sea uno sin duda aquél señala a Emerald Eyes. Se trata de la balada del álbum, una que no llega a ser tan buena como The Ballad of Mary (Queen of Scots), y bien sé que es injusto poner tan alto el listón con una banda como Grave Digger, pero también veo poco acertado que el primer acompañamiento al piano sea la cavernosa voz de Boltendahl cuando en otros temas se ha desenvuelto tan bien en registros limpios, suaves y melódicos. Aun con sus defectos y su sencillez, sigue siendo una canción lo suficientemente trabajada y apasionada como para gozar del mínimo punto de atractivo. Además, es un puente directo a Avalon, el último tema del disco y de lo mejorcito del mismo, una mescolanza perfecta entre medio tiempo heavy y toques de balada melancólica y apaciguada, lo que se resumen en un desenlace perfecto, muy distinto a otros que optan por el frenesí y la velocidad, prefiriendo cerrar con esa aura de magia y atmósfera de ensoñación.
A propósito, de bonus track también tenemos a Parcival. Simplemente es criminal que semejante trallazo quedara fuera del track list original. Tema más que recomendado.
Excalibur se encuentra en las mismas lindes de esa época en que Grave Digger vivían su mejor era. Más adelante continuarían siguiendo sacando discos que valen la pena –sin ir más lejos ahí están los póstumos The Grave Digger (2001) y Rheingold (2003)–, pero jamás volverían a crear nada parecido. Se trata, además, de la conclusión de esta saga medieval tan especial que enriquece aún más la discografía de la banda, recogiendo todo lo aprendido y desempeñando ese Heavy/Speed Metal crudo a la par que épico y dirigentemente melódico.
No es el mejor CD de los germanos, e incluso prevalece en un puesto considerablemente menor dentro de su propia saga, pero no en vano Excalibur ha sobrevivido el paso del tiempo como uno de sus trabajos más recordados y que todo seguidor de Grave Digger debería tener en cuenta.
Descarados quedan los cuatro cuernos (8’5/10) para la obra que no podría preparar mejor a la banda para las puertas del nuevo milenio.
Chris Boltendahl / Voz
Uwe Lulis / Guitarra
Stefan Arnold / Batería
Jens Becker / Bajo
H.P. Katzenburg / Teclado
*Músicos adicionales*
Eric Hecht / Gaita
Bodenski / Zanfoña
Hansi Kürsch / Coros
Hacky Hackmann / Coros
Piet Sielck / Coros