Gillman – Levántate… y pelea!

Enviado por TenzaZangetsu el Sáb, 19/12/2015 - 04:15
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Si tuviera que hablar con alguna persona que desconociera el Metal en Venezuela y quisiera adentrarse en el mismo, le recomendaría las siguientes obras: los tres primeros de Resistencia, el debut de Grand Bite, el primero y único de Fahrenheit, los tres primeros de Arkangel y el que nos tiene hoy, Levántate… y pelea! de Paul Gillman. Si de Metal hablamos, éstos son los álbumes que definieron el sonido de nuestra música en el país sudamericano; hoy nos toca el debut en solitario de quien tal vez es el personaje más conocido en el panorama Heavy de Venezuela y que es igualmente controversial. Así que empecemos, ¿sí?

Obviamente, todo lo que diré a continuación es una opinión bastante personal y aunque como reseñistas debemos abogar por ser lo más neutral posibles, la música es algo pasional y no debemos abstenernos de la misma o si no caemos en ser insípidos y sin contenido. Un servidor piensa que Gillman es uno de los individuos más divisores de la historia del Metal (o Rock, como él define su sonido) en Latinoamérica y debo decir que él mismo se lo ha buscado. Entonces eso nos crea una dualidad: tenemos a Gillman, el músico, y a Gillman, el hombre. Pienso que es menester dejar en claro mi opinión en pos de darles una reseña más esclarecida y detallada. Llamémosle a esto matizar, señores.

Verán ustedes, lectores que no están familiarizados con la historia de este personaje, Gillman ha sido un defensor irredento de los gobiernos socialistas y radicales del binomio Hugo Chávez/Nicolás Maduro desde su incepción en el ’98 y desde entonces no ha cesado de profesar su afección por todo lo que encarne a la susodicha y mal llamada “Revolución Bolivariana”. Todo esto estaría bien si fuera sólo eso –después de todo, cada uno tiene sus opiniones y percepciones, aunque siempre he pensado que para ser chavista te deben faltar uno o dos cromosomas-; pero el tema es que el vocalista oriundo de Caracas (pero radicado en Valencia) siempre ha sido un partidista político por pragmatismo y simple y llana necesidad. Así como en los años 80s participó en diferentes canales y programas arraigados a los gobiernos conservadores de derecha de la mal llamada Cuarta República –estoy seguro que los más veteranos no pueden olvidar sus “memorables” actuaciones en Sábado Sensacional o en el Miss Venezuela del ’86-, además de ser capaz de componer bazofias comerciales soporíferas como Adriana por supuesto empuje de su sello, es igualmente capaz de venderse a los gobiernos socialistas de turno para ganar promoción y financiar su festival, el Gillmanfest, donde se llena los bolsillos gracias al proselitismo político que abunda en el mismo. Todo esto lo hace sin el menor toque de decoro; y es que la verdad es triste ver a un hombre con más de tres décadas de carrera ofender a bandas compatriotas como Zapato 3 o Caramelos de Cianuro -grupos que no me gustan, lo admito- por el hecho de estar en contra del gobierno o de soltar linduras como que “el rockero de verdad es chavista y revolucionario; el que no lo es, es un poppero disfrazado”. Todo esto envuelto en su proceso por emular a Ozzy Osbourne y a Alice Cooper en el look, pero eso no cambia el hecho de que Paul hoy en día es una parodia del hombre que escribía himnos de libertad y rebelión contra el sistema para ser un tarifado más y que, musicalmente hablando, posee una actualidad muy pobre. Despojado de su alma por vendérsela al Demonio de Sabaneta, ha perdido la credibilidad y el respeto que tanto le costó ganar en la comunidad metalera… pero sí que se forró los bolsillos, ¿eh?

En el aspecto musical, nadie puede negar la influencia de Gillman en el desarrollo del Rock/Metal en Venezuela. Por más que hoy en día esté más que acabado, el malogrado vocalista ha sabido erigir una carrera llena de álbumes de incontestable calidad y con una influencia que aún resuena en nuestro país. Después de todo, sus logros con Arkangel es esencial para establecer al género como un estilo serio y con una propuesta sólida en el país. Los tres trabajos de Paul con la banda de los hermanos Picozzi -Arkangel, Rock Nacional y Represión Latinoaméricana- supusieron el estruendoso ascenso de la agrupación en el plano internacional y posicionarse como EL grupo de Metal por antonomasia en Venezuela. Pero ya en este 1.984, fricciones con la banda llevan a un despido de Paul del grupo que ayudó a formar y al conseguir un contrato con uno de los sellos más importantes en el momento, decide volver a la carga como solista. Así nació el proyecto simplemente llamado Gillman y con el cual ha seguido desde entonces, exceptuando un breve periodo entre el ’05 y el ’07 donde se reunió con los muchachos de Arkangel para unas cuantas presentaciones en vivo. Musicalmente hablando, al Paul de los 80s y principios de los 90s –exceptuando ese aborto sonoro que era Adriana- no se le puede criticar nada. Estaba en un momento de forma envidiable y Levántate… y pelea! es uno de sus puntos más altos.

En cuanto al sonido del álbum, he de decir que Gillman supo rodearse muy buenos instrumentistas y hace gala de sus influencias del momento en este trabajo. Levántate… y pelea! es un álbum de un Heavy Metal muy marcado, pero con una influencia bastante fuerte del Speed Metal en algunos cortes. Un poco despojado de las influencias del Hard Rock que ostentaba en Arkangel, el vocalista caraqueño presume un rango mucho más estridente y agudo, además de un mayor sentido de urgencia sonoro y un estilo en general más afilado. También da rienda suelta a su espíritu de letrista belicoso contra el sistema y de amante de la libertad, todo aunado a un grupo de músicos que realmente enaltecen a las composiciones con su enorme talento. Así que tendrán un álbum de Heavy Metal con toques muy americanos y del año en que se produjo, 1.984, además de una muy buena portada que deja entrever la fascinación (y casi obsesión) de Paul con Alice Cooper. Vamos, se ve igualito. En fin, tiempo de levantarse y pelear.

Una canción que nos pone de humor metalero es el opener, Corazón de Rock pesado. Un tema con mucho toque de Barón Rojo, Judas Priest y el Metal del momento, contamos con un ritmo galopante, atrevido y con un Gillman histriónico que lleva a su garganta a estratos más altos. El Metal venezolano siempre ha contado con muchos guitarristas de nivel y Ernesto Ferro no es la excepción: un seis cuerdas con un talento notable y que ya en la primera canción suelta una inundación de riffs brillantes, melodías atrapantes y un solo de órdago. Esta pieza los enfocará en el álbum de una y es una gran forma de abrirlo. Oído al agudo en el estertor de la canción, por cierto.

La favorita de un servidor es el tema título con ese inicio de balada y que luego explota en un corte extremadamente rápido, intenso y brillante. Ernesto Ferro en la guitarra y Felipe Celis en la batería se mueven a mil por hora mientras que Paul suelta una performance vocal para la historia. Una canción que define las supuestas creencias del hombre y que en muchos casos significó un doble discurso de su parte, pero me desvío. Un temazo magistralmente ejecutado, pasional y lleno de aledaños sustanciosos. Si quieren conocer el sonido de Gillman a sus anchas, escuchar esta composición. Las siguientes dos canciones son las más extensas y épicas del álbum. Víctimas de la sociedad me parece la mejor entre ellas con sus cambios de ritmo, partes de exhibicionismo guitarrero, pasajes acojonantes y un vocalista que sigue haciendo lo suyo para erigir una pieza de gran calidad. La historia del anticristo es uno de los cortes más oscuros de este debut y se cuenta con un cierto toque de Tony Iommi en los riffs impregnados de tenebrosidad. Ya luego se pone más rítmica y les recordará a las canciones de Sabbath con Dio. Otra composición con unos pasajes instrumentales notorios y es que un músico del nivel de Ferro es un plus que no cualquiera tiene –él realmente ayuda a hacer de este trabajo algo mucho mejor.

Las siguientes tres canciones bajan un poco las revoluciones a tanto Metal para un mayor énfasis en la melodía. El Poeta es un tributo a Jim Morrison e incluso cuenta con una introducción de armónica; es una balada bastante comercial y que tiene su punto; pero que tal vez se ve algo fuera de lugar entre tanto tema metalero. Paul trata de venderte el invento (y lo hace bien), por lo que es potable, a mi criterio. El Rock & Roll de la amistad es, como el Loco por el Rock & Roll del debut de Arkangel, un tema inspirado en los artistas rockeros de los 50s y los 60s, pero a éste se le inyecta un poco de Metal para que gane enteros. Agonía les recordará a algunos temas en solitario de Dio; es una pieza un poco más melódica y que termina el álbum con un toque más de clase. Un muy buena tema con unos riffs bastante buenos. Un gran final para un álbum que sabe a gloria.

El álbum es bastante corto, pero se disfruta. Siete temas concisos y bien trabajados que harán disfrutar a cualquier amante del Heavy más clásico. Tal vez su segunda mitad lo hace un poco más débil, pero no se puede negar que esas tres canciones tienen su punto y se dejan disfrutar, aunque no tanto como las demás, eso hay que decirlo. Muy buen hacer de los instrumentistas; ellos son los que llevan el trabajo a otro nivel, mientras que Paul cuaja una muy buena actuación vocal. El álbum vendió bien para Gillman y después de varios de sus movimientos inteligentes leyendo el mercado –ustedes saben a lo que me refiero por lo que he dicho-, alcanzaría una cuota de cierto estrellato en el mundo de la música venezolana para trascender un poco más que cualquier otro músico de Metal del país. Al final del día, Paul será recordado por muchas cosas y muchas de ellas no serán nada buenas; pero trabajos como éste Levántate… y pelea! son la prueba fidedigna de que este hombre, en su momento, fue bastante bueno en lo que hacía cuando no andaba yendo detrás de otros derroteros.

Un álbum clave para el Metal venezolano y el inicio de, para bien o para mal, una de las mejores carreras musicales de la nación criolla.

Cuatro cuernos (bajos, casi tres altos) para Levántate… y pelea!. Al César lo que es del César.

• Paul Gillman − Vocales
• Ernesto Ferro − Guitarra, bajo
• Luis Ferrer − Bajo
• Felipe Celis – Batería

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