
1.Don't Eat That Yellow Snow
2.Nanook Rubs It
3.St.Alphonzo's Pancake Breakfast
4.Father O'Blivion
5.Cosmik Debris
6.Excentrifugal Forz
7.Apostrophe
8.Uncle Remus
9.Stink Foot
(Esto es un perro hablando)
¿Cuál es tu concepto de Continuidad Conceptual?
(Fido responde)
Debería ser fácil de ver.
El meollo del bollo,
Es el Apóstrofo (‘)
Hablemos claro desde un principio, damas y caballeros, perros, extraterrestres, protozoos y músicos de profesión. Frank Zappa fue, es y será una de las mentes más brillantes y prolíficas de nuestro tiempo. Y esto es así como que yo me llamo Joe y vivo en Laurel Canyon junto a mi fiel calabaza ladradora (Arf! Arf!), mientras en nuestro tiempo libre recorremos las coloridas carreteras Inca en nuestro Tiburón Amarillo del 93.
Frank Zappa creó un mundo de la nada a partir de su eterno amor por la música de clásicos como Igor Stravinski y Edgar Vàrese, el doo-wop, el R&B o el Jazz. No hablamos ya de crear un sonido nuevo - que lo creó - sino que estamos hablando de algo parecido al Padre de la experimentación en el mundo de la música. Zappa fue uno de los escasos músicos que, verdaderamente, movió el culo y se puso a inventar, como si de un científico loco se tratara. No importaba si el oyente captaba el mensaje o no, la cuestión (“el meollo del bollo”) era seguir en la brecha día a día, trabajando en nueva música o embarcándose en otros proyectos. No importaban los “ídolos de plástico” o las corrientes nuevas del Glam y el Heavy Metal. No importaban las constantes quejas y censuras del PMRC y de la conservadora sociedad americana. Frank Zappa había llegado para transgredir y enseñar a sus obcecados críticos y mentecatos detractores que había llegado la hora de hacer lo que a uno le daba la gana.
Repito: Sólo los genios pueden presumir de haber creado universos enteros con su música. Dimensiones paralelas que siguen estando más allá de nuestra comprensión pero que siguen siendo disfrutables hoy día de la misma forma que el siglo pasado.
Es grato traer en un día como hoy; 4 de diciembre de 2011, cuando se cumplen dieciocho años de la “última gira” de este célebre compositor; una pequeña parte de su discografía a esta pequeña enciclopedia del saber musical en la Gran Red. El universo de Zappa es inabarcable y a día de hoy siguen lanzándose nuevas entregas de materiales inéditos y refritos. Y mientras espero sentado a que Gail Zappa logre hacerse con los derechos de material histórico como la inefable película “200 Motels”, de la que algún día hablaremos, les voy a dar un pequeño paseo por esta grabación del año 1974 titulada “Apóstrophe (‘)”. No será su disco más arriesgado o el más complejo, pero sí es uno de sus primeras intentonas de combinar canciones variadas musicalmente con un humor ácido e irónico y unas canciones más breves. De todas maneras, es un disco clásico en su discografía y un magnífico inicio en el “mondo bizarro” de Frank.
Y poco se puede escribir que no se haya escrito ya de la suite musical que abre la grabación: Don’t Eat That Yellow Snow. Los soplidos del viento nos sitúan en un paisaje frío que puede situarse en Groenlandia perfectamente. Frank Zappa, acompañado de su magnífico coro de voces, nos cuenta la historia del esquimal Nanook y de su madre, la cual sabiamente le advierte de que no vaya a las zonas de la “nieve amarilla” ni se le ocurra comérsela porque allí es donde acuden los perros. De repente, el sueño se desvanece y todo se torna en surrealismo puro y duro cuando un cazador furtivo asalta a Nanook en su iglú y comienza a aporrear a su bebé foca favorito con un zapato lleno de nieve (esto es verídico y no me lo he inventado). Nos encontramos ya con “Nanook Rubs It” una desconcertante canción que rezuma humor por los cuatro costados a pesar del misterioso ambiente creado por el fabuloso George Duke. Zappa va narrando poco a poco mientras los respectivos instrumentos describen lo que está sucediendo. La famosa sección del “movimiento circular” es una orgía de solos interpretados a una velocidad pasmosa donde no parece haber un orden aparente y que seguramente haría alucinar al jovencito Steve Vai en sus primeros días. De este modo, la suite se desvela como un satíra orquestada por multitud de efectos e instrumentos de viento aderezada con las descacharrantes vocales de Zappa, Murphy Brock y el resto demostrando que la música no tiene porqué ser algo serio. Es mucho más divertido confundir al oyente puesto que, como decía Dalí, “la confusión es la mejor forma de comunicación”.
Nanook responde al furibundo atacante lanzándole un puñado de nieve amarilla a los ojos del cazador y dejándole ciego temporalmente. Momento en que se lamenta por la pérdida de su visión al ritmo de una maravillosa sección de vientos. Es entonces cuando el cazador recuerda una antigua leyenda esquimal que dice que “si alguna vez le sucede algo malo a sus ojos como resultado de algún típico de conflicto con cualquiera llamado Nanook”, la única manera de arreglarlo es arrastrarse a través de la tundra hasta la parroquia de San Alfonso….
De este modo y tras la breve sección de vientos inicial logramos vislumbrar, al final de la tundra, la parroquia de San Alfonso convertida ahora en un lugar donde sirven desayunos a base de pasteles. En algún momento hemos perdido la coherencia de la historia de Nanook, pero poco importa ya. Puesto que lo que tenemos aquí es una juguetona y bizarra pieza donde los fraseos musicales suben y bajan como en una montaña rusa sin aparente sentido. Caos sazonado con un frenetismo constante que es ciertamente difícil de describir en estas líneas.... ¿Qué dice la letra? Ah, sí. En el Desayuno de Pasteles St. Alphonzo, donde robé la margarina, y me meé en las tarjetas del bingo en lugar de en la letrina...Tras aguantarme la risa procedemos a entroncar directamente con “Father O'Blivion” donde Frank Zappa y su banda se desmelenan por completo y ofrecen una fantástica pieza de Rock siguiendo los desconcertantes cambios de ritmo de “St. Alphonzo's”. ¿Confuso y sin sentido? Es posible, pero una cosa hay segura: Zappa sabía lo que hacía. Y es precisamente esa forma única de componer lo que hace verdaderamente genuina su música, además, nunca algo tan absurdo había sonado tan bién. ¡Si hasta puedes ver las notas!
Con la lentitud de un buen blues se desplaza “Cosmik Debris”, una pequeña sátira que ataca directamente a los telepredicadores y a su forma abusiva de reclamar tu dinero. Personalmente, me encanta cuando ese narrador zappiano le pregunta al tipo “¿qué clase de gurú eres tú?”, no obstante, el vendedor es pertinaz e insiste en venderle el Nirvana y afirma ser capaz de curar su asma. Mención aparte merecen no sólo el magnífico coro femenino (cortesía de Tina Turner & The Ikettes) del estribillo al más puro estilo de “The Supremes” sino también el magnífico solo que se despacha Frank Zappa. Finalmente, el narrador, hastiado de su pertinaz amigo, decide despacharlo y darle un poco de su propia medicina. Se coloca un periódico en la cabeza, pronuncia unos abracadabras, procede a quitarle todo su dinero y convencer a este “chorizo” de que haría mejor fortuna siendo un carnicero. No se pierdan ese estribillo final que encierra, a su modo, toda la gloria del Soul. Imprescindible canción en el catálogo de Zappa que incluye referencias extra para los iniciados en su mundo, reapareciendo el “polvo del Grand Wazoo” y el famoso poncho mexicano (¿o será un poncho de Sears?) de “Camarillo Brillo”.
Lo que sigue ahora es una extrañeza llamada “Excentrifugal Forz”, donde la base rítmica y los teclados se hacen ciertamente notorios y construyen un colchón para los respectivos recitados de Zappa. Es una canción llena de efectos y sonidos que no tiene absoluto sentido alguno pero que sirve de simpática antesala para la magnífica jam en clave de Jazz Rock de “Apostrophe”. Donde podemos ver a Frank Zappa y a Jack Bruce (¡sí, sí!¡dos dioses en una canción!) ejecutar complejos solos que son una verdadera delicia para el oído. Esta es una jam session grabada en Septiembre de 1972 en Nueva York mientras Zappa estaba de gira con la orquesta de Wazoo. Distorsión para dar y tomar en la interpretación de Bruce que se entremezcla, al mismo tiempo, con los solos de Zappa. Suban el volúmen y disfruten.
Tras esto viene un pequeño interludio clásico llamado “Uncle Remus” que abre con un emotivo piano y continúa en clave de una emotiva balada (aunque sin pasarse) sobre un personaje llamado “Tío Remus” que limpia de duendes los jardines de los ricachones. De este modo llegamos al plato fuerte que es la suite de “Stink Foot”, una canción que trata de...pues eso, del mal del olor de pies que afecta desde el más rico hasta al más proletario. Bajo un ambiente casi submarino se nos narran pasajes sin sentido al ritmo de suaves pasajes de blues, incluyéndose (no faltaba más) unos solos guitarreros realmente impresionantes que aprovechan el sonido “limpio” de la guitarra de Zappa. Es magnífico escuchar como la base rítmica se limita a un segundo plano en pos de conseguir la solidez rítmica que transmite esta canción. Es entonces cuando el viejo caniche conocido como Fido nos revela que la clave de la continuidad conceptual es el Apóstrofo. Y de esta manera, se concluye esta pequeña obra musical. Como ya sabíamos desde “Dirty Love”: el caniche muerde y el caniche mastica. Empezábamos con perros meando sobre la nieve y acabamos con caniches. De perros iba la cosa. Y de pies, y Nanooks, y de cósmicos escombros...
Tres páginas de reseña según Microsoft Office y me siento como si no hubiera contado nada en absoluto. Bueno, quizás es que la música de Zappa no se puede contar y sólo puede ser vivida a través de las orejas. Amigos, esto ha sido todo en “Apostrophe”. Una pequeña dimensión absurda a la que no está nada mal volver de vez en cuando. De lo mejor del chiflado de Zappa, aunque su discografía es prácticamente excelente en todos los sentidos.
Te fuíste hace mucho Frank, pero aquí abajo te recordamos mucho. Espero que estés montando una buena ahí arriba con tus colegas Stravinski, Jimmy Carl Black, Van Vliet y todos tus colegas. A todos ellos...GRACIAS por cambiar la manera de entender la música.
Frank Zappa: Voz, guitarra, bouzouki, bajo
Ian Underwood: Saxofón
Ruth Underwood: Percusión
George Duke: Teclados
Napoleon Murphy Brock: Saxofón, coros
Tom Fowler: Bajo
Bruce Fowler: Trombón
Don "Sugarcane" Harris: Violín
Jim Gordon: Batería ("Apostrophe")
Jack Bruce: Bajo ("Apostrophe")
Aynsley Dunbar: Batería
Tony Duran: Guitarra rítmica
Alex Dmochowksi: Bajo
Johnny Guerin: Batería
Ralph Humphrey: Batería
Jean Luc Ponty: Violín
Sal Marquez: Trompeta
Sue Glover: Coros
Lynn: Coros
Debbie: Coros
Ruben Ladrón de Guevara: Coros
Robert "Frog" Camarena: Coros