
1. The Eruption
2. Depraved
3. Empty
4. The Prophet
5. The Tongue of Fire
6. In the Wordless Chamber
7. Grey
8. He Who Sought the Fire
9. Thorns on my Grave
Todo inicio tiene un final, y "Prometheus: The Discipline of Fire & Demise" es el punto y final, por el momento, en la carrera de Emperor, posiblemente el mejor combo de Black Metal de todos los tiempos.
Discos anteriores, como el legendario "In The Nightside Eclipse" (para mí, el mejor trabajo de Black Metal que se ha parido), "Anthems To The Welkin At Dusk" (el disco que los convirtió en dioses de la escena) o "IX Equilibrium" (que engrandecía, y mucho, las atmósferas sinfónicas, y de paso, nos mostró a unos Emperor muy limpios y domesticados) convirtieron al combo de Ihsahn en una de las formaciones esenciales del género. Emperor no eran los padres del Black Metal, pero ciñéndonos, estrictamente, a la pureza incontestable de su mensaje satanista, veloz, épico, oscuro y magnificente, lo parecían, y sin problemas. Pocos, o más bien nadie, se podía plantar frente a Emperor, antes del 2001, y no pasar verguenza. Así de grande era, y es, el legado sonoro que nos dejaron los "emperadores". Ni los mismísimos Darkthrone o Satyricon, en su mejor etapa, podían demoler los cimientos del imperio de Ihsahn. Degustando los mejores platos de formaciones como Bathory, Slayer o Celtic Frost, Emperor supieron cocinar, y como nadie, el menú del siglo. Como mínimo, en el estilo Blacker.
2001 fue un buen año para el mundillo del Metal extremo, y uno de los máximos adalides del feudo no podía fallar. El camino iniciado ya en su "Anthems To The Welkin At Dusk", y perfeccionado, pulido y abrillantado con su siguiente disco "IX Equilibrium"), nos dejaba caer, sin subterfugios, que el nuevo danzar de nuestros Blackers no parecía, por el momento, un retorno a las raíces, sinó, más bien, todo lo contrario. Emperor empezaron como salvajes magos negros, dotados de salvajismo nihilista y mucha agresión sónica, para con los años, y el poso que otorga la madurez, irse convirtiendo en unos músicos más completos, más audaces, más innovadores. Más vanguardistas.
Las intros, el tufillo progresivete, las diferentes ondas vocales, el tono ampuloso...todo eso, ya formaba parte, y de forma esencial, del mundo de la banda noruega, tanto, o más, que el espíritu aguerrido, incontestable y fiero. Emperor eran magos de lo más listos, con multitud de conocimientos sobre hechicería, pero eso sí, en su interior latía el corazón de un guerrero Blacker. En resumen, nuestros nuevos Emperor podían ser tan cañeros como Immortal, eso sí, a la vez, podían hacerte soñar con mundos lisérgicos, en una especie de catársis a lo "Pink Floyd-Wagner". Una mixtura demencial. Como dato curioso, el experimento, hasta el momento, les había salido de lujo. Veríamos a ver, qué nos iba a dar "Prometheus", además de una portada de lo más rarota.
"The Eruption", la primera llamarada de fuego nihilista, se abre con un Ihsahn susurrante, para en poco, caer en un sueño neo-clásico, preciosista, y a base de clavicordio y violines, pensar que vivímos en una peli de la Hammer setentera. Segundos después, la banda, y por ende, la electricidad, se unen a la fiesta, acelerando el vehículo hasta quemar el motor. La garganta de Ihsahn no parece de éste plano, pero joder, con su forma de atacar las cuerdas uno no puede hacer más que alucinar. Virtusismo tenebroso, tufillo rítmico-progre y un tema que te atrapa. Emperor siguen sonando a Emperor, aunque la pulcritud actual, en comparación a su pasado salvajote, opaca la sensación conocida, almenos por el menda, de enfrentarse a un disco de semejantes titanes.
"Depraved", bizarra, y más que ecléctica, composición, que va engachando poco a poco, y que tiene, de nuevo, a Ihsahn como protagonista total, en su doble vertiente, donde se sale, es seguida por "Empty" (de la que la banda editó un clip) y donde el combo, sin miedo ninguno, se entrega a una de sus creaciones más abstractas, cargadas con tempos extraños, espíritu clásico total (y no, no me refiero a las ondas de Maiden, sinó al jodido año 1800) y mucho tesón, y poder, en las cuerdas. El teclado, en alguna ocasión, canta demasiado, pero hay que estar prevenidos, pues ésto no es, lamentablemente, el Black Metal que esperábamos, sinó algo completamente distinto. Algo que enamora, que tienta, pero coñes, tanta fusión de conceptos en un mismo tema, creo yo, es demasiado. Se nota que Celtic Frost impactaron de veras a un joven Ihsahn, pues en pleno 2001, si existían unos nuevos Celtic Frost, a nivel "oscura-vanguardia", ésos eran Emperor. Sin duda. Tom "Warrior" puede descansar tranquilo. Los alumnos estuvieron atentos. Unos más que otros, eso sí.
"The Prophet" me devuelve la sonrisa (satánica) a mi bello rostro. Cojonudo. El tema tiene un vacile distinto, con fuerza, con arrojo, con una ira Deather, revestida de sinfónico Metal, pero coñes, al final, la cosa se me desmorona un poco. Entre lo repetitivo de la movida, y que Ihsahn no para de darse "candela Pavarotti", uffff, como que me cuesta empezar a sudar la camiseta. Menos mal, que a partir de la parte media del tema de marras, la cosa va ganando. Pse pse...
"The Tongue of Fire" (sofisticación y huevos a lo "Anthems", pero con el sonido del "Equilibrium), "In The Wordless Chamber" (con don para emocionar, galopar, entregar una banda sonora cojonuda para una de dragones, y un Trym, a la batería, de lo más entregado y bestial), "Grey" (tonillo "Groovie-hechizante", que auna a Grip Inc y a Emperor, en uno, y vuelve a abusar, creo yo, de las ondas sinfónicas) y "He Who Sought The Fire" (más tufo a "IX Equilibrium") nos muestran a la banda en una onda muy vanguardista (demasiado, diría), que demuestra estar dotadísima, y con un don tremendo para la ténica y la composición, pero bueno, pese a intuir lo majo que suena el material, no me emociono apenas. Reconozco el sonido de una de mis bandas más preciadas, pero leches, ya no me suenan atronadores. Echo de menos, y mucho, la ondanada brutal de un "I'm The Black Wizards" o un "Night Of The Graveless Souls". Estoy ante el "Load" del mundo Blacker. Me huele a buen disco, pero de esos que fardas de tener con los colegas, pero que no pones ni a tiros en tu casa. Llevo años con el disco a cuestas, y, joder, la cosa sigue sin emocionarme del todo. Digamos que "Prometheus" es un como una chica hermosísima, y además, de lo más talentosa, pero por alguna razón, no te llama una mierda. Y no es por no intentarlo. Se intuye la grandeza del trabajo, la intencionalidad, pero algo me detiene. Será que la madurez musical de las bandas me aterra, no sé.
Nos toca vivir el fin de disco, y a la postre, el "momento-fin de carrera" discográfica de Emperor, y antes, cruzamos los dedos, y rezamos (al de abajo) para pedirle, como mínimo, que la banda se despida con fuego atronador. Con material del taladrante y extremo. Parece que los dioses del Metal nos sonríen, finalmente, y Emperor, muy a lo Morbid Angel (en sus primeros compases) entregan un tema final cojonudo, y bajo el título de "Thorns On My Grave". El tufillo progre, y extremadamente, sinfónico, sigue pegado a la montaña riffera (y de blast beat, que nos están soltando nuestros muchachos) pero la superioridad de la banda acaba surgiendo. La cosa no acaba mal, la verdad.
3 cuernos (bajos, y por que algo de encanto sí que tiene la jodienda) para un disco, que pese a ser una obra maestra para unos, y una soberana mierda para otros, a mí, ni me parece mal, ni me parece bien. Eso sí, como cierre a una carrera enorme, el disco sabe a poco. A muy poco.
Si la madurez significa perder fuelle, seré inmaduro toda mi puta vida.
Ihsahn: Voz, Guitarra, bajo, sintetizadores y programación
Samoth: Guitarra
Trym: Batería