
La escuela del Black más caótico y complejo tiene en Deathspell Omega a uno de sus mejores maestros. No cualquiera podrá jamás conseguir tal grado de fama y devoción con semejante nivel de hermetismo y discreción por parte de sus integrantes. Y así, por méritos exclusivamente musicales, los franceses pasaron de ser una autentica revelación en su momento a erigirse como unos verdaderos titanes de nuestra época. Una fuerza ampliamente apreciada y reconocida que influyó a toda una horda de bandas que interpretan como pueden la prodigiosa y excelsa factura de sus trabajos.
Tras "Si Monumentum Requires, Circumspice" el grupo decide darle continuidad a su evolución, consolidar su propuesta y ultimar la metamorfosis de su sonido con "Kénôse", trabajo donde se purifican los elementos desarrollados en el disco anterior y donde se les otorga una producción más limpia, detallista y cuidadosa.
Se continúan tratando temas de carácter religioso desde un punto de vista filosófico; un satanismo doctrinal realmente profundo y enrevesado que a mí se me complica lo suyo y sólo queda utilizar las letras para poder medio armar el intrincado puzzle que nos presentan, unir lazos entre los temas y así captarle el aura conceptual que rodea a este y todos sus trabajos. Una conceptualidad que aquí se verá centrada en la kénosis, un término griego que hace referencia a una especie de "renuncia" espiritual que se lleva a cabo para someterse ante la voluntad de Dios.
Para lograr su propósito, Deathspell Omega descuartiza los versículos Filipenses a su antojo, poniendo sobre la mesa cualquier cantidad de interrogantes teológicas que cuestionan la doble naturaleza de Cristo y si este tuvo que renunciar a su divinidad para bajar por estos lares como un humano de carne y hueso. Partiendo desde esa base, el grupo se aprovecha y nos tira encima su Black Metal turbio y despiadado, con un apartado lírico avasallador e impecable que se verá acuchillado constantemente por pasajes bíblicos y varias citas en latín, francés y alemán, tomadas algunas de filósofos y poetas tipo Arthur Lovejoy, Léon Bloy o Joyce Lowrie.
Creadores por excelencia de pasajes de pesadilla, el grupo confecciona un trabajo maravilloso, de progresiones inaccesibles y una procesión de melodías arrasadoras y aparentemente incoherentes que yacen unidas bajo un estilo muy característico que roza lo barroco. La guitarra, desde su maestría, destila riffs y disonancias al por mayor que se vinculan a un bajo poderoso, protagonista de muchos momentos notables. La batería redondea una interpretación centelleante, violenta y anárquica, aproximándose ya a los parámetros de locura absoluta y complejidad del "Fas - Ite". Por su parte, la voz de Aspa despedaza los temas con su intenso fraseo, haciendo gala de la oscuridad y el dramatismo que bien representan a su arte.
Los tres capítulos en los que se divide el trabajo gozan de una sensación atmosférica que impresiona y asfixia a partes iguales, acomodados en un febril esquema de composición que nos presentan las características fundamentales de la música de los franceses: una prolijidad técnica, minuciosidad vanguardista, exquisitez para con los detalles, una expresividad de a ratos desbordada, etcétera. El aspecto fantasmal que se consigue en "I" a base de introducciones, pasajes hablados o simple silencio es contrastado por todo un ataque abstracto de disonancias malditas y agresivos cambios de ritmo que atentan seriamente contra la salud mental.
En la zona central del trabajo, "II" juega todavía más con los matices, asfixiando al oyente con una furia visceral que hace de boa constrictor infernal o simplemente disparándole abominables arpegios a quemarropa hasta desfigurarlo. Quizás se redondean las formas previas en la tremenda "III", donde la mayor parte de la acción se va a desarrollar principalmente en un ritmo acompasado que le juega al doom y que es torturado por punteos parasitarios que se adhieren con descaro al growl de Aspa, cuya inquietante intensidad va subiendo progresivamente hasta desplomarse de cabeza en un final que deja los pelos de punta.
Las composiciones son efusivas, con una estupenda combinación de cacofonía y creatividad. Pocos estiran y exploran los límites del subgénero con tanta seguridad, o saben como armar, destruir y volver a armar la esencia de las composiciones con un acabado tan fino. Pocos conocen como ellos los secretos de las disonancias, de las progresiones enfermizas y de los diferentes vínculos existentes entre estos elementos. E incluso, por encima de la increíble soltura que aquí desarrollan, quizás lo mejor de Deathspell Omega sea la ininteligible belleza y sensibilidad de su propuesta, lo cual dota a este "Kénôse" de una originalidad y de un espíritu que realmente convence y rapta al oyente, así este no entienda bien lo que se plantea.
Una pequeña obra maestra con la que Deathspell Omega tendría vía libre para seguir encarrilando su propuesta y enrachar éxito tras éxito. Alarmante y turbio, la escucha de este "Kénôse" es engorrosa, pero vaya que sabe entregarnos una energía y un afán sumamente especial que todos han intentado imitar. Deathspell Omega agrede y liquida mediante la perfección. Cinco cuernos.
Mikko Aspa: Voz
Hasjarl: Guitarra
Khaos: Bajo