
1. Brand New God
2. Little Whip
3. Cantspeak
4. Going Down to Die
5. Until you call on the Dark
5. Dominion
7. Bringer of Death
8. Sadistikal
9. Son of the Morning Star
10. I Don't Mind the Pain
11. Stalker Song
12. Let It Be Captured
La carrera de Danzig continuaba con paso firme, la banda estaba totalmente engrasada y no podía sonar mejor, con lo que nadie imaginaba que el reinado artístico del Señor de las Sombras se acercaba a su fin.
En el año anterior, American editó “Thrall: Demonsweatlive”, un mini Lp con tres nuevos temas en estudio, dos de cosecha propia y una versión del “Trouble” de Elvis, y cuatro zambombazos en directo que nos hicieron soñar con un hipotético doble Cd que cubriera el impresionante repertorio que tenía a esas alturas el ex cantante de Misfits y Samhain. Ahí estaban, para volver loca a la audiencia, “Snakes of Christ”, “Am I Demon”, la maravillosa “Sistinas”, y el super himno “Mother”.
Junto a sus entonces inseparables Christ, Von y Biscuits entregó el que hasta entonces era el mas experimental y menos directo de sus discos, más rebuscado y variado incluso que “How the Gods Kill", con un nivel de calidad que volvía a rozar la perfección.
Danzig ya no canta como un guerrero en mitad de la batalla, ahora es el Rey, y desde lo alto de la colina observa los movimientos y el despliegue de sus ejércitos. Ha dejado de ser Conan, su voz atruena como la de Thulsa Doom, y nos regala tonadas con momentos de relax, furia, hipnotismo y, como siempre, títulos que hablan por si solos, ya sugieran sentimientos humanos –la pausada “Son of the Morning Star”-, o ese mundo de oscuridad, de dependencias enfermizas, de malsanas sensaciones, taras y desviaciones concentradas en los lóbulos del cerebro humano, que Danzig sabe recrear como nadie en sus textos: “I don´t Mind the Pain”, “Let it be Captured”, “Bringer of Death”, “Until you call on the Dark”, “Dominion”…
Como siempre, el disco comienza con una de las mejores del lote, “Brand New God”. No es tan impactante como lo eran “Godless” y “Long Way Back from Hell”, las dos que abrían sus anteriores discos, pero nos mete de lleno en el inquietante e inconfundible universo Danzig. Sólo a él se le ocurrían este tipo de estructuras: Comienzas escuchando un tema más o menos directo, y hacia la mitad muta en una canción totalmente diferente, a partir del momento en que se proclama súbdito de un “Nuevo y Flamante Dios”.
El componente bluesy que siempre le quedó de lujo, y que en “How the Gods Kill” había dejado a un lado, reaparece en las dos siguientes: “Little Whip”, donde su garganta no entona, no canta, casi ni matiza, directamente chasquea y hiere la piel, y “Cantspeak”, un medio tiempo intensísimo que nos golpea otra vez como un látigo. En esta canción aparecen por primera vez los sonidos industriales, que se apoderarán y llevarán todo el protagonismo en “Sadistikal”, anticipando el estilo que predominará en el siguiente, y ya decepcionante álbum, “Blackacidevil”, en 1996.
Pero sigamos recreándonos en los buenos tiempos, que aquí estaban “Going Down to Die”, magistral, el maestro entonando otro de sus himnos épicos a tempo lento, y todas esas piezas de fúnebres títulos que he citado hace algunos párrafos, pura esencia del Danzig mas demencial e imparable. “I don´t mind the pain” y “Until you call on the Dark” dan un mal rollo de narices, esos ritmos, estribillos, los coros tribales de la segunda que parecen aludir a un ritual de magia negra…Y la certeza de que te enfrentas a un enemigo al que no vas a poder vencer porque, simplemente, “no le importa el dolor”.
“Dominion” es asombrosa, aparentemente más ligera, está repleta de pequeños detalles, y cuenta con un estupendo solo de guitarra de Chuck Biscuits, más apagado que en los primeros discos, y es que este disco suena más a una obra del Glenn Danzig solista que al integrante destacado de una banda.
El teclado simulando un golpe de campana que no cesa en la cruda y excelente “Bringer of Death” me encanta, en “Stalker Song” se acuerda de uno de los miembros de nuestra comunidad, y parece cantarle, con ese tono tan intrigante, para que no deje de defender los valores más arraigados en el Portal, y “Let it be Captured” cerrará toda esta aventura musical inigualable que había comenzado en 1988 con tensa calma, elegancia y belleza, elementos presentes en cualquier canción que lleve la firma del señor Danzig.
Una vez más, la ilustración interior no tenía desperdicio: Glenn, Chuck, Eerie y John aparentemente muertos, cada uno en su ataúd, mientras el presidente americano Bill Clinton felicita a los agentes de la C.I.A. que han acabado con ellos.
Una putada que la imagen de los féretros fuese premonitoria y la banda se rompiera al poco tiempo de editarse el Cd. El drummer Chuck Biscuit fue el primero en salir, y en la gira participaría Joey Castillo, el salvaje batería latino que después hemos visto junto a Josh Homme en las Reinas de la Edad de Piedra. Mientras siguieran Eerie Von y John Christ junto al Señor de las Sombras no parecíamos tener motivos de preocupación, pero pronto supimos que el divo pensaba dar un golpe de timón a la nave y se deshizo también de su guitarrista y su bajista. Artísticamente tardó cerca de quince años en recuperarse y entregar un Cd plenamente satisfactorio, el “Deth Red Sabaoth” del pasado año, pero ya nunca ha sido lo mismo.
Al menos en 2007 disfrutamos del doble Cd de B Sides, “The Lost Tracks of Danzig”, 26 inéditos donde nos reencontramos con parte de la magia de aquellos días. No se qué hago hablando tanto de este tío. Necesito verle en directo ya y la cosa está jodida, porque no se prodiga nada, pero en fin. Nos quedaremos con su música, tan apropiada para estos días tan cortos y fríos.
Glenn Danzig: Voz
John Christ: Guitarra
Eerie Von: Bajo
Chuck Biscuits: Batería