
1. Premier chant: La proie pour l'ombre
2. Second chant: La matrice
3. Tiers chant: Le bûcher des vaniteux
4. Quart chant: L'onde et la nuit
5. Dernier chant: I - Le philtre / II - La forêt / III - La fin des chants
El segundo disco de Caverne fue una grata sorpresa en su momento. Con una propuesta hasta arriba de melodías y un poso lo-fi que jugaba al misterio, el proyecto dirigido por un extraño e incómodo Amertume lograba colarse entre mis preferencias con mucho éxito. Por ello no fue poca mi sorpresa cuando, sin ningún tipo de aviso, el tipo publicaba su tercer y último trabajo. Así, sin más. No tuvimos que esperar ni un año para que este normando de engorroso mirar moviese ficha y encestase el golpe de gracia con este "La Fin de Tous les Chants", quizás su mejor álbum a la fecha y último soplo de vida para un proyecto al que le auguraba mucho más futuro.
Como ya dije, el anterior "Omphalos" me significó una gran alegría en su día, por cuanto su naturaleza franca y austera se abría paso en el tupido matorral que es el panorama blacker actual. Supongo que todo es gracias a ese ingrediente mágico que nunca debería faltar pero que no todos poseen: la mística. Y mística es lo que le sobra a este señor. Más allá de sus fotos desnudo en el bosque, meditando, sosteniendo antorchas o simplemente mostrando cacho, el amigo se despacha un Black metal atmosférico sublime y muy elaborado que nunca se ve en la necesidad de adornos u ornamentos estrafalarios. Amertume se basta él solito para tirar el carro para adelante, haciendo uso de una amplia baraja de recursos que van desde el trabajo en composición, ejecución, producción, publicación, distribución... Absolutamente todo. Lo único que le faltó fue ponerse a pintar la portada, pero en este caso nos cuela una ilustración del inglés Arthur Rackham.
Una década de demos y trabajos cochambrosos, cuyo sonido iría evolucionando hasta chocarse de frente con la pureza glacial del disco que hoy se reseña. Más o menos así se puede definir la carrera de Caverne. Fue una evolución natural y lógica, pero es que acá todo suena más compacto, férreo y consistente. Se abandona, seguramente sin buscarlo, esa podredumbre en producción y todo es notablemente más audible que antaño. Las guitarras continúan siendo el elemento preponderante en la mezcla, alzándose por medio de un desfile de melodías cruzadas realmente apasionante. Una vasta colección de punteos, solos y arpegios que iluminan todo a su paso hasta perderse en paisajes instrumentales labrados a punta de batería y bajo. Poco más necesita Caverne para demostrar su pedigrí.
Serán cincuenta minutos repartidos en sólo cinco temas. Todos ellos son atravesados de punta a punta por ese amargo y áspero cantar que bien caracteriza al amigo. Un aullido normando, cual trovador de tiempos arcaicos. El disco está atiborrado de medios tiempos, cadencias, guitarras cruzadas y una atmósfera generalmente bella y perfectamente hilada. El bajo es gratamente audible y le otorga al disco una imagen maciza y contundente. En la batería el tipo parece ser consiente de sus limitaciones, pero aún así le basta para despacharse una labor correcta y versátil. No le sobra absolutamente nada, pero tampoco le falta. Todos estos ingredientes se mezclan en un ambiente melancólico, con canciones cíclicas que giran sobre sí mismas el tiempo que haga falta, aunque he de decir que algunas sí muestran cierta tendencia al vértigo de vez en cuando.
Este álbum es hermoso y conmovedor, a su manera. Cinco cánticos de añoranza y aflicción en clave paisajista. Bien atrás queda esa especie de resentimiento e inquina de sus primeras grabaciones para darle paso a una faceta claramente más íntima y evocadora. Relatos de alquimia y cosmogonía, con algunas alusiones a la leyenda de Tristán e Isolda, Burzum y un acentuado pesar por la pérdida de vaya a saber usted qué valores y costumbres. Ya sea con guitarra acústica o con un murallón de coros en la lejanía, Caverne articula un Black Metal inmersivo y de marcado componente emocional, uniendo los distintos trozos instrumentales con muchísima clase mientras presume de una sencillez que bien puede rayar en lo obsceno.
Puede que "La Fin De Tous Les Chants" sea el final de Caverne, pero también es una nueva re-consolidación para Amertume. Pese a que es otro personaje cósmico de esos que nunca pueden faltar por esos lares, considero que su faceta musical es de primerísimo nivel. Y es que mucho Black Metal ha salido de Francia últimamente, pero pocos discos me han conmovido tanto como este. Y si le sumamos el "Omphalos" y el majestuoso "Solarité" que se marcó con Nécropole, nos encontramos con una propuesta que experimenta poco y nada, pero cuya opulencia artística se puede apreciar y reconocer sin necesidad de meterle tanto esfuerzo. O al menos eso pienso yo.
Lo dicho, he aquí un trabajo sensacional por parte de un proyecto que deja una estela de gran calidad tras de sí. Para mí es de lo mejor que Francia nos ha podido ofrecer en el presente año. Más redondo que el de Seth y Ascète, más emotivo que el de Ferriterium y Aorlhac. Y, sin duda, muchísimo mejor que el de Peste Noire. Un autentico discazo que apela a la desnudez instrumental más absoluta para retratar el alma de su autor... Que de santo nada, pero artistazo un rato largo. Cuatro cuernos.
Amertume: Todo