
1. Intro / Concession of Pain (03:28)
2. Forgotten Existence (04:11)
3. Challenge of Power (04:00)
4. In Battle There Is No Law (04:16)
5. Psychological Warfare (03:30)
Cuando hablamos de DEATH METAL puro y duro no ha existido banda más sólida, íntegra y consistente que los ingleses Bolt Thrower, pudiéndose jactar de tener la mejor discografía purasangre de todo el género junto con Death, aunque estos últimos con el tiempo se fueron alejando más de las raíces del estilo (de buena manera) mientras que Bolt Thrower siempre se mantuvieron en las trincheras dando guerra, sin salirse JAMÁS de la línea, sin dejar de tocar ni aunque sea por un día el mejor DEATH METAL que hay y sé que suena categórico, pero cuando se habla de unos guerreros monstruosos como Bolt Thrower no hay medias tintas.
Antes de aquel salvaje grito brioso y salvaje de guerra que supuso el coloso “In Battle There is No Law” (Pocos títulos resumen mejor el espíritu de esta música) y antes de la entrada de la voz insignia del grupo, Karl Willetts, y la mujer más mítica del Death Metal, Jo Bench, Bolt Thrower tuvieron unos humildes, pero escandalosos inicios con Alan West al micro. Si no te parecía suficiente con que debutaran en pleno 1988 con una piedra angular influyente en tres géneros (Death Metal, Grindcore y Crust) pues ve enterándote que estas leyendas son ancestros de ancestros, porque nada más y nada menos que desde 1986 están formados y ya en 1987 cargaban en sus espaldas dos de las demos más brutales, épicas y especiales de la época de cuales toca hablar de la enorme “Concession of Pain”.
Lo primero que llama la atención de una demo como esta es que, a pesar de contar con una producción y una ejecución ciertamente cruda, ya dejaba entrever algo especial, totalmente fuera de lo común que se desmarcaba de cualquier cosa anterior: esos riffs marchosos que suenan como tanques pesados rodando, esa atmósfera bélica tan descarnada solo antes vista en el metal en el “Perscution Mania”, esa hibridación tan natural y simbiótica entre el emergente Death Metal, Thrash, Crust y retazos de Grindcore con aires de épica evidentes que jamás caen en la pomposidad (tomen nota bandas de europower de circo). En definitiva, cualquiera que tuviese entre sus manos subversiva demo sabía que no estaba ante algo anecdótico, sino que tenía entre manos el embrión de una de las bandas más importantes, destacadas y únicas de todo el metal extremo, y la cuestión es tan, pero tan obvia que ni siquiera hace falta tener un olfato refinado para intuir que “Concession of Pain” era la antesala de algo grande, muy grande.
Yo entiendo al que, a día de hoy, esta demo le parezca una curiosidad “arqueólogica” y poco más, pero yo soy de los que les da valor a estos cacharros más allá de lo histórico. No le quito del todo la razón al que me venga a decir que “Concession of Pain” es solo una colección de versiones desmejoradas de canciones que luego se pulirían en su álbum debut, pero es que pensar eso me parece algo muy triste, porque sí, aquí la producción es una mierda, las composiciones son toscas y la voz ronca, gritona y prematura de Alan West ni se le acerca al gruñido tumba tanquetas de Willets, pero sin embargo, esta demo crea un ambiente de guerra sin censura, que muestra lo “mejor” de la guerra, pero también lo feo, lo más realista y lo más torpe de la misma, aquí no solo vemos los tiroteos peliculeros en trincheras, al soldado solitario que sobrevive a las más inverosímiles situaciones o al piloto kamikaze que salva al día, sino que también vemos a los cadetes patosos que apenas saben cómo disparar, a los que se mueren quitarle el seguro antes de tiempo a una granada y también a los retorcidos que matan niños y mujeres sin piedad...son cosas que pasaron en los conflictos bélicos también, pero que no siempre se muestran y “Concession of Pain” tiene esa fortaleza, se siente real, palpable, sin maquillar absolutamente nada.
Tampoco les voy a vender la moto de que esta demo está a la altura de “In Battle There is Now Law” y ya ni te cuento si se le compara con lo que vino del “Realm of Chaos: Slaves to Darkness” para arriba, pero hay un encanto, una magia (no la rosita con purpurina y escarcha) y hasta un sentimiento de ternura al ver a Dioses como Bolt Thrower como “rookies”, pero no la ternura que da un bebé haciendo cualquier estupidez, sino la ternura que le evoca a un veterano del Vietnam ya senil viendo a su hijo matando aves con un rifle en el patio...
Desvariar más escribiendo cualquier patochada es innecesario a la hora de hablar de Bolt Thrower, las palabras sobran y su música habla por sí sola. Tal vez se hayan separado (por razones muy nobles y acertadas), pero ahí posará por los restos de los restos una discografía intachable (el vapuleado Honour - Valour - Pride no es ni de cerca malo, solo se hace menor entre tanta obra magna) con no una, sino varias de las cimas más altas de un vastísimo género, que más que música es un estilo de vida y, señores, eso no lo tuvo nadie más claro que Bolt Thrower sobre la faz del planeta Tierra.
Puntuación: 8.2
Alan West: Voz
Gavin Ward: Guitarras, Bajo
Barry Thomson: Guitarras
Andrew Whale: Batería