
1. Schatten aus der Alexander Welt (4:26)
2. Die anarchische Befreiung der Augenzeugenreligion (9:11)
3. Aphel - Die schwarze Schlange (6:40)
4. Verheißung - Du Krone des Todeskultes (5:15)
5. Verschleierte Irreligiosität (5:40)
6. Tagebuch einer Totgeburt (4:29)
7. Dorn meiner Allmacht (8:13)
El Depressive Black Metal es un género que visto a día de hoy puede parecer sobreactuado y muchas veces hasta fingido, siendo un estilo que a principios del milenio se empezó a poner de moda (dentro de lo que cabe) con un número ingente de bandas payasas y mediocres que tocan el tema del suicidio y la depresión con la mentalidad de un chico “malote” de 15 años a lo mucho. Sin embargo, en sus inicios no era un vagón al cual subirse, sino una evolución natural que comenzaron bandas como Strid, Forgotten Woods, Abyssic Hate, los olvidados pero impresionantes Malvery o los más legendarios del asunto: los inigualables Bethlehem.
Bethlehem no solo fue una de las bandas pioneras de un sonido completamente nuevo para la época, sino que han sido y siguen siendo la agrupación por excelencia del llamado “Depressive Black Metal” no solo por lo musical, sino por toda la ominosa y real historia que los rodea.
La música de Bethlehem nace de experiencias personales de sus dos artífices: Jürgen Bartsch y Klaus Matton, ambos teniendo la muerte y, especialmente el suicidio, muy de cerca. Todo empieza cuando el padre de Matton se cuelga y al poco tiempo muere su madre de cáncer y por otra parte Bartsch sufre el infortunio de conseguir a su novia embarazada ahorcada a lo cual solo pudo reaccionar cortando las ropas con las que se suicidó, y por si fuera poco los dos siguientes años Jürgen sufrió la pérdida de 10 de sus mejores amigos terminando de hundirlo hacia la drogadicción. El encuentro de Bartsch y Matton fue casi una cuestión del destino, al conocerse conectaron inmediatamente por haber sufrido tantas desgracias similares y supieron que tenían que canalizar de alguna forma sus emociones y lo hicieron a través de la música.
Bethlehem son una banda que no romantiza ni trivializa los temas que toca, a diferencia de muchas bandas del estilo, sino que nacen desde el puro sufrimiento y busca ser un ejercicio de catarsis, sin nunca promover el suicidio, que tanto atormentó a sus dos miembros fundadores. A pesar de ello no se libraron de tener problemas legales y de censura, especialmente con su magnus opus “Dictius te Necare” y su primera demo, que terminó en manos de un niño de 14 años que causó que los acusaran de satanistas y peligrosos.
Luego de un seminal debut como lo fue “Dark Metal” la banda quedó algo inconforme con el tiempo porque pensaban que podían dar más de sí; su placa de estreno pronto se les había vuelto demasiado lenta y tediosa y querían dar un gran paso sonoro, todo ello se juntó con la expulsión de vocalista original, Andreas Classen, debido a que empezó a tomarse demasiado literal la música que hacían y la fue llevando a su vida personal negativamente, dando así paso a la inclusión de la pieza clave para los objetivos del grupo: Rainer Landfermann.
Landfermann venía de una banda de Death Metal llamada Pavor y había cantado en otra llamada Sadokill, pero nunca había tenido contacto directo con el Black Metal, por lo que su voz terminó siendo un hallazgo tremendo y un catalizador ideal de las emociones que buscaban transmitir los alemanes. Y es que la voz de Landfermann es, por derecho propio, una maldita leyenda y una de las más desquiciadas, intensas, retorcidas y expresivas de toda la historia del metal extremo.
Con “Schatten aus der Alexander Welt” Landfermann se deja el pellejo, alma y garganta con uno de los gritos más impresionantes y demenciales que jamás haya escuchado. Algo sencillamente sin precedentes, siendo tal vez lo más cercano el fenomenal trabajo vocal de Hat en el mítico “Pentagram” de los Gorgoroth o la voz absolutamente rota de Vikernes en el disco debut de Burzum, pero es que ni siquiera aquellos llegan al nivel de locura, tormento y crudeza de Rainer, siendo este además un tipo con el don de tener un rango vocal absurdo que pasa con facilidad de gritos agudos desgarradores como ninguno a guturales profundas y quebradas sin apenas esfuerzo. Entre más se analiza el caso de Landfermann más se puede concluir que sencillamente es de esos con un talento natural, innato, de los que no se aprenden o adquieren.
Rainer era EL sujeto para impersonar la oscura y personal poesía de Jürgen, esta vez en alemán con el fin de mantener la expresividad y las emociones intactas y no diluidas, a diferencia de “Dark Metal” en donde traducía sus escritos al inglés.
“Dictius te Necare” es una de esas obras realmente especiales, únicas e irrepetibles, cuidadas hasta el último surco. Ya solo la canción de apertura “Schatten aus der Alexander Welt” muestra un sonido que no solo fue único para la época, sino que a día de hoy sigue impresionando. La maestría de los teutones para alternar entre pasajes intensos, violentos y descarnados a otros lánguidos y fúnebres es impresionante y natural, propia solamente de aquellos inquietos e inconformes que buscan llevar más lejos las cosas cuando nadie más lo hace. Por aquel entonces la melancolía ecléctica se daba en el Death/Doom con grupos como Paradise Lost, My Dying Bride, Tiamat o Katatonia, de quienes tomarían también influencia, pero en el Black no se había dado paso a engendrar una criatura como este álbum, ni siquiera a manos de ellos mismos con “Dark Metal”.
Describir una obra de arte como esta es una tarea inútil porque son muchos los momentos (por no decir prácticamente cada segundo) que te paran en seco y te ponen la piel de gallina. Cada uno de sus temas resume perfectamente la esencia y el rango del álbum sin caer en la monotonía, logrando un equilibrio entre la teatralidad, la agresividad, la tristeza, lo poético e incluso la belleza que yo no he escuchado en ningún otro álbum de Black Metal.
“Dictius te Necare” es una obra profundamente sincera que retrata impecablemente los matices de emociones tan complicadas como la pérdida, la depresión o de temas tan delicados como el suicidio con un fulminante éxito, siendo lo común caer en el absoluto ridículo. Duele no pararse a destacar cada momento de música tan rica y estremecedora, pero lo mejor en estos casos es vivir la experiencia en carne propia y aventurarse a recorrer el lóbrego y difuso laberinto en el que te sumergen Bethlehem.
Esta vez me guardo la pseudo-poesía y la palabrería rebuscada por respeto a las íntimas y devastadoras letras que aquí plasmó Bartsch, las cuales a pesar de estar en alemán valen la pena traducir para desenvolver toda la angustiosa y profunda alma que yace en “Dictius te Necare”.
Una muestra de que hasta las experiencias más atroces pueden convertirse en arte.
Valoración: 9.8
Rainer Landfermann: Voz
Klaus Matton: Guitarras
Jürgen Bartsch: Bajo
Chris Steinhoff: Batería