
1. The Eleventh Commandment
2. Apocalyptic Dance
3. Second Coming
4. Vargtimmen
5. 3rd Nocturnal Prayer
6. Funereal Owlblood
7. Veiled Irreligion
8. Gepriesen sei der Untergang
Sobran las palabras para describir la magistral sutiliza con la que los alemanes de Bethlehem entrelazaron las malignas moléculas del caos primigenio en su debut, el atroz "Dark Metal" de 1994. Aunque portaron consigo una desmesurada aura de crueldad, los oriundos de Grevenbroich nunca se despistaron de sus dotes artísticos y expulsaron de sus entrañas un disco poderoso; forrado con todos los elementos con los que sus colegas en Escandinavia reventaban la escena del Black Metal, y asentándose con firmeza en los aposentos de un subgénero que tan fácil se presta para dejar la música en segundo plano y centrar la atención en una infinidad de eventos polémicos que nunca dejan a nadie indiferente.
Bastante lejos estaba Bethlehem del humo eclesiástico que, aunque elevó el subgénero a estatus de leyenda, ciertamente ensombreció la magna grandeza y talento que ostentan ciertos personajes que valdría la pena estudiar. Pues, precisamente, la tripulación comandada por Jürgen Bartsch y Klaus Matton no sólo supo acomodarse a su tiempo, sino que embaló su propuesta con un ambicioso barniz de detalles que se exteriorizan progresivamente a medida que los minutos se van aglomerando.
Este es un trabajo inspiradísimo, sazonado constantemente con los característicos riffs graves y tediosos del Doom Metal, los cuales aportan la atmósfera de podredumbre ideal para que la camaleónica voz de Andreas Classen arremeta con una intensidad descarnada: ya sea con inquietantes shrieks de manualito, o con unos infecciosos growls al uso. Todo apilado con un orden escrupuloso, meticuloso y exacto sobre una producción perfecta que, resguarda con terneza la ejecución de los instrumentos, pero que despelleja cuando hay que hacerlo y sin mayores preludios.
Colosal odisea impone "Dark Metal" de entrada. Resulta simplemente complicado el describir con preciso estudio la exuberante proporción de particularidades que bucean en el disco. Resulta engorroso y hasta cierto punto innecesario el detallar insípidamente este descomunal soundtrack hacía el Apocalipsis. Obra mayestática que teletransporta hacía la oscuridad más bárbara e inexorable por medio del constante dinamismo de la guitarra de Klaus Matton, el inhumano bajo de Bartsch y la sombría voz de Classen: verdugo y ejecutor de la negruzca narrativa siempre presente en el trabajo.
He aquí un trabajo redondo y basto proveedor de emociones que evocan la más pura maldad. Canciones largas y tétricas que entregan un aura de ultratumba constante, pero a la vez confeccionadas con una belleza y una preciosidad que conmueve, sobre todo por la estética y el buen hacer con el que los alemanes se manejaron. Los teutones supieron revestir su relativa falta de técnica con una teatralidad muy bien lograda, lo cual se evidencia en la mayoría de los temas. Mención aparte merece el teclado, compartido a medias entre Classen y Bartsch, quienes redondearon una pulcra ejecución para con las teclas en pro de estampar un refinamiento aún más indiscutible e inusual sobre la maliciosa estructura de fondo.
"The Eleventh Commandment", "Apocalyptic Dance", "Vargtimmen"... Se podría elegir una canción al azar y tener la total certeza de que se podrá escuchar a Bethlehem en todo su esplendor. "Dark Metal" se establece como un disco sin fisuras donde los ocho cortes reúnen lo necesario para crear una obra homogénea, repleta de sajaduras abruptas, silencios sepulcrales y ritmos funerarios que se elevan con parsimonia sobre una guitarra viscosa y atiborrada de malas energías.
Notable ejercicio de Black Metal por parte de Bethlehem. Un debut soberbio, de evocadoras melodías y un hálito de decrepitud asfixiante que proporciona una muy merecida y ajustada cornamenta máxima. Trabajo indispensable para el consumidor habitual del agrio néctar cosecha del '94.
Andreas Classen: Voz, teclado
Klaus Matton: Guitarra
Jürgen Bartsch: Bajo, teclado
Chris Steinhoff: Batería