
1. 33 Something
2. Satan My Master
3. The Lake
4. Crosstitution
5. In Nomine Satanas
6. Immaculate Pinetreeroad #930
7. War Machine
8. The Stallion
9. Resolution Greed
10. Witchcraft
11. Valhalla Backing Vocals Multitrack Sample
12. Sociopath
13. Pax Vobiscum
14. Genocide
15. Gods of Thunder of Wind and of Rain
BATHORY. Dioses supremos en el Olimpo del metal negro y vikingo, una de las bandas más influyentes y legendarias de la historia. Esa poderosa palabra, apellido de la infame condesa húngara, escrita en una fuente tan hermosamente gótica y coronando icónicas e irrepetibles carátulas. Poco queda ya por decir del señor Thomas Börje Forsberg y su inconmensurable legado, el hombre detrás del mito, un talentoso compositor cuya vida fue segada fulminantemente hace 17 años. Un guerrero que abandonó este mundo demasiado pronto, pero que permanecerá vivo en aquellos que amamos su música.
Antes de nada, decir que Bathory es mi banda favorita después de Darkthrone (alguna vez comenté que siempre escribo su sacro nombre en mayúsculas por el respeto y admiración que profeso por la obra del sueco), motivo por el cual considero un gran honor reseñar un trabajo suyo, aunque sea una compilación.
Quorthon compuso material de diversa calidad entre 1983 y 2004, desde obras maestras inmortales hasta bodrios descomunales que supondrían manchas en un expediente hasta entonces brillante (erró y demostró, por lo tanto, que era humano). Los primeros tres lustros de la banda vienen bien representados en la trilogía de recopilatorios lanzados bajo el nombre de Jubileum, con ese mítico macho cabrío del debut homónimo en portada, sin duda el emblema de Bathory. El capítulo final fue publicado en agosto de 1998 y es el de menor duración de los tres, aportando un total de quince temas, seis de los cuales son inéditos; el resto forman parte de los álbumes de estudio de la etapa 1993-1998: los mediocres Requiem y Octagon y el soberbio Blood on Ice.
La canción elegida para abrir el disco es 33 Something, título que hace referencia al número de personas, todos hombres jóvenes, que el asesino en serie John Wayne Gacy violó y mató en los años 70. Retro-thrash estridente con un desgañitado Quorthon berreando “Drink my cum. Take my rum. Blooded hole. Twisted soul. Eat my shit. Suck my dick. Writhe in pain and die insane”. Vale que está hablando de algo escabroso y desagradable, pero hay formas de hacerlo sin sonar tan pueril y ridículo. Increíblemente esa letra fue escrita por la misma persona que pocos años antes cantaba odas vikingas en honor del dios del trueno. En fin.
A esta olvidable aberración sigue Satan My Master, contundente y sucísima, una pieza inédita fechada en mayo de 1984, esto es, un mes antes de la grabación del legendario debut de la banda. No entiendo por qué el señor Forsberg no incluyó esta joya blasfema en el disco de la cabra amarilla ni tampoco por qué tardó catorce años en ver la luz. Segundo corte y ya nos topamos con la mejor composición de este Jubileum III, así de claro.
The Lake, del genial Blood on Ice (portadón de Necrolord), es tranquila, pero no exenta de epicidad vikinga. Como algunos sabréis, sobre todo los fans de Bathory, este álbum conceptual escrito al estilo de una saga nórdica fue grabado en 1989 pero no se publicó hasta 1996. Recomiendo leer la historia que narra porque es increíble. En este episodio de la misma el protagonista pierde sus ojos a cambio de beber del lago mágico de la sabiduría y el conocimiento (“I’ll throw my eyes into the lake. So that I will see from within”), una clara analogía del mito escandinavo de Odín y el gigante Mímir.
Sigue la cacharrera Crosstitution, probablemente mi favorita de un disco flojo como Requiem en el que la batería-lata suena a un volumen excesivo y la voz de Quorthon está al borde de la afonía. In Nomine Satanas nos suena vagamente familiar y es que se trata de una versión temprana (grabada en octubre de 1987 para ser exactos) y más oscura de Bond of Blood, incluida en Twilight of the Gods, broche dorado al magno sextete inicial bathoriano.
Immaculate Pinetreeroad #930 no hay por donde cogerla, empezando por el absurdo título. War Machine es más aguantable, aunque puestos a elegir canciones con el mismo nombre prefiero las de KISS y AC/DC, la verdad. Requiem es el segundo peor álbum de Bathory, pero reconozco que tiene algún que otro tema que puedo llegar a disfrutar, igual es porque soy muy fan de la música de este hombre del norte. Volvemos a Blood on Ice con The Stallion, que no es otro que Sleipnir, el majestuoso y veloz semental octópodo (el mismo que se oye relinchar en la introducción de Blood Fire Death) a cuyos lomos Odín recorre los nueve mundos del Yggdrasil. Grandioso.
Resolution Greed es el tercer tema novedoso, esta vez original de 1995. Groovy y con unas melodías iniciales de lo más oriental, se trata, al igual que Genocide, de un descarte de Octagon (ambas muy superiores al material del propio disco) que tuvo que ser retirado por una absurda polémica con el supuestamente racista apartado lírico, aunque en realidad es una crítica al capitalismo occidental y a la situación del mundo árabe. Se ve que la gente de la discográfica Black Mark Productions no captó el mensaje de las letras y se negaron a seguir publicando material de Bathory a no ser que se eliminaran esos dos temas concretos.
Otra de las sorpresas de este recopilatorio es Witchcraft, potente reliquia grabada el mismo día que la ya mencionada Satan My Master. Ambas fueron escritas para formar parte de Bathory, pero finalmente permanecerían ocultas por más de una década. De hecho, según la página web de la banda, Witchcraft habría sido modificada en numerosas ocasiones hasta evolucionar en Reaper, esta sí incluida en el álbum debut del 84. El undécimo track no es más que un fragmento de los coros vikingos aislados de Valhalla que, si bien no es una canción inédita, nunca había sido publicada en esta forma. Reminiscencia del glorioso Hammerheart que sienta de lujo escuchar de nuevo.
Las últimas representantes -por fin- de Requiem y Octagon son Sociopath y Pax Vobiscum (“La paz sea con vosotros”). Poco que comentar. Me pregunto qué demonios le pasó a nuestro querido Quorthon esos años que incluso se subió al tren del entonces imperante grunge y publicó un par de discos en solitario, el primero de ellos titulado Album. Originalidad al poder, el maestro se quedó sin ideas. Y sin drogas también.
Genocide trata sobre lo sucedido en los campos de concentración en los años 40, algo que, como casi siempre que se toca el tema de la Segunda Guerra Mundial, fue malinterpretado en Alemania, donde incluso acusaron a Bathory de ser una banda neonazi. Lo mismo que pasó con Slayer, cuando ambas agrupaciones simplemente se limitaron a describir un hecho histórico. Las guitarras de este penúltimo corte siguen teniendo ese deje pseudopanteril mientras que la voz de Quorthon suena algo forzada, pero medianamente soportable. Se deja oír.
Gods of Thunder of Wind and of Rain despide esta variopinta compilación de la forma más épica y heroica, con el protagonista de la historia guiado por los dioses antiguos y dotado de las armas necesarias para hacer frente a su destino: atravesar las puertas del Helheim y derrocar a la bestia que arrasó su pueblo natal siendo un niño, vengando así a los compatriotas caídos.
Sabor un poco agridulce deja este Jubileum Volume III, en el que los geniales temas inéditos y aquellos extraídos de Blood on Ice contrarrestan, y con creces, los veinte amargos minutos de material procedente de la insufrible dupla Requiem/Octagon. Algo tenían que meter de estos adefesios y por suerte solo fueron media docena de composiciones. Mejor para todos.
Pese a representar la época más cutre de unos Bathory en horas bajas es el recopilatorio que más disfruto de la trilogía, sobre todo por las canciones novedosas, en especial las añejas Satan My Master y Witchcraft. Resumiendo, 9 de las 15 canciones, el 60%, merecen la pena. Mi nota es precisamente esa, un aprobado, tres cuernos.
No queda otra que disfrutar de la gloriosa e inmortal música de BATHORY y agradecer al gran Quorthon el legado eterno que nos ha dejado. Hasta aquí mi humilde homenaje a esa gigantesca figura del metal extremo llamada Thomas Börje Forsberg (1966-2004)
Quorthon: Todo